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El vídeo que obligan a grabar a Maloma

viernes 11 de agosto de 2017, 09:02h

Sumando delitos. Otra vez, como cabía esperar, Maloma ha sido obligada a grabar un vídeo para desmentir la información de que ha tratado de suicidarse hace unos días. No nos sorprende en absoluto, toda vez que la familia biológica que la mantiene secuestrada desde hace 20 meses habrá visto muy dañada su imagen en los campamentos cuando uno de sus miembros ha intentado nada menos que quitarse la vida, un acto grave que está considerado como un pecado y un deshonor. Ya lo dice ella, “quien ha hecho esto no me quiere y sólo quiere que todo el mundo esté hablando mal de mí, que esté en boca de la gente… Lo más feo es lo que quiere para mí”.

¡Qué obsesión tienen en esa sociedad por las apariencias, por mantener impoluta la “dignidad” consiguiendo no estar en el foco de las habladurías! Pero obligarla a grabar este insurrecto discurso, resulta, cuando menos, una nueva violación de sus Derechos y de sus Libertades Individuales, al tiempo que constituye una clara manipulación y criminalización de una víctima de secuestro, que no se puede defender.

Quienes la conocen de verdad, aseguran que a Maloma siempre le ha importado poco o nada lo que dijera la gente, lo importante para ella siempre había sido estar en paz consigo misma, sin dañar a nadie. Es una mujer de genio, de carácter, que ha expresado toda la vida sus sentimientos tal cual le nacen, los buenos y los malos. Impertérrita, con la mirada fija en quienes la graban y siguiendo el esquema sin numerar, pero sin dejar de puntualizarlos con “lo siguiente”, sale al paso de la información relativa a su intento de suicidio y la califica de “montaje” y asegura que “no entiende que una persona que está feliz y con su gente se quiera suicidar… ¿Para qué?”.

Es probable que quien no la conozca se pueda creer esa falsa felicidad, porque no ha visto nunca su sonrisa, ni la escucha cuando tiene la más mínima oportunidad, cómo reitera que quiere volver a España, que no puede hablar porque está vigilada y que no es libre. Puede que también quien no conozca los pormenores de su caso no repare en que, pese a lo rápido que les ha funcionado la tecnología a sus captores para subir un vídeo forzado a las redes en un perfil falso de Twitter a nombre de Maloma, ella no puede decir todo eso fuera de los campamentos, porque son mensajes que envían sus secuestradores, como que “a España no voy a ir, no quiero, no la quiero”…

Nada creíble cuando Maloma se derrite escuchando a sus amigas por teléfono o cuando su madre adoptiva se cabrea con ella y le dice que está secuestrada y ella responde “es lo que hay”. ¿Qué no quiere venir a España? Que lo diga fuera de los campamentos, sola, sin presiones, amenazas ni coacciones. Esta vez han cuidado un poco más la escenografía y ya no sale su séquito, pero Maloma no está natural, no está mandando un mensaje en la que se la vea convencida y no ha dicho “yo no me he intentado suicidar”, sólo lo desmiente diciendo que es “la mayor absurdez que ha escuchado, porque una persona feliz no se trata de suicidar”.

Está nerviosa, gesticula en exceso y, como suele ser habitual, no se abre el plano para ver quién está dirigiendo todo ese cotarro instrumentado para que ella repita las palabras de sus secuestradores, hasta la manida amenaza de que nos van a denunciar a todos. Para eso, también tendrá que venir a España. En el fondo, este vídeo criminaliza a Maloma, la hace responsable de que su entorno en España esté cuestionando su reputación y, por ende, la de toda la familia, tribu y demás acólitos de su hermano secuestrador, Mohamed Lamin Takio Hamda. ¿Alguien sabe qué consecuencias tiene para una mujer un intento de suicidio en los campamentos? Jadama y Sukeina sí lo saben, nos lo contaron.

Como lo haría Maloma si pudiera, pero no puede. No la dejan. Está secuestrada. Lleva 20 meses secuestrada. Que este vídeo no sirva para que el Gobierno siga mirando para otro lado, para que las cosas que pasan se queden en que “no pasan” porque son “mentiras de esta plataforma”, como tantas otras que el tiempo ha demostrado que no sólo eran verdad, sino que eran incluso peores de lo que pensamos. Si Maloma fuera libre, podría definir la nueva acepción de “feliz”. Con toda seguridad será emocionante escucharlo.

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