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'Voltaire/Rousseau. La disputa': ¿quién dijo que la filosofía es aburrida?
(Foto: marcosGpunto)

'Voltaire/Rousseau. La disputa': ¿quién dijo que la filosofía es aburrida?

viernes 26 de enero de 2018, 11:12h
La cultura del siglo XVIII europeo estuvo marcada por la edición de la Encyclopédie, ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, par une société de gens de lettres (Enciclopedia o tratado sistemático de las artes, las ciencias y los oficios), más conocida como Enciclopedia, que pudo ver la luz gracias a Denis Diderot en París entre 1751 y 1772. En ella se recogían las opiniones más avanzadas de su tiempo sobre filosofía, política y religión. La publicación de la obra fue suspendida varias veces por prohibiciones del Parlamento y por condenas eclesiásticas. Pero la protección de Madame de Pompadour consiguió que la obra se editara en su totalidad. En ella colaboraron muchos de los grandes escritores del momento, como Montesquieu, Voltaire, Jean-Jacques Rousseau y Friedrich Melchior, barón von Grimm.

En 'Voltaire/Rousseau. La disputa', un texto de Jean-François Prévand que ahora dirige Josep María Flotats en un interesante montaje que acaba de estrenarse en el Teatro María Guerrero de Madrid, se recogen buena parte de las ideas clave de esos dos enciclopedistas.

La educación, el feminismo, la igualdad, las obligaciones de los padres frente a sus hijos, la ciencia, Dios y la religión, el teatro o los principios de la economía (el germen del capitalismo y del comunismo hay que buscarlos en esa época), son algunos de los temas que se abordan en un enfrentamiento dialéctico entre los dos filósofos franceses. José María Flotats es Voltaire, y Pere Ponce se mete en la piel de Rousseau. Ambos se encuentran en el palacete de Ferney, un hermosísimo edificio que sirve de residencia a Voltaire. Está en Suiza, en plena naturaleza -grandes árboles, apacibles cantos de pajarillos…-, pero a tiro de piedra de Francia, porque el autor de Cándido ya había conocido la cárcel francesa por expresar públicamente sus ideas y, en esas circunstancias, más valía prevenir.

La visita de Rousseau a Voltaire se produce porque ha llegado a sus manos un panfleto anónimo en donde se le pone de vuelta y media por varias razones, aunque la peor sea la de haber abandonado a sus cinco hijos en un hospicio. Rousseau tiene la fundada sospecha de que, detrás del escrito, está la pluma afilada de Voltaire y, aunque no tiene pruebas de ello, la única salida posible está precisamente en tratar de sondearlo para ver si es capaz de defender esos mismos principios delante de él.

Concentración

El texto de Prévand es denso y no permite al espectador ni un instante de distracción si no quiere perder el hilo de tantos y tan variados y enjundiosos temas como recoge la pieza, pero la maestría de Flotats, secundada en todo momento también por Pere Ponce, los hacen muchísimo más digeribles. Se trata, sí, de teatro filosófico, lleno de ideas, en donde la palabra se erige en el centro del montaje, pero llena de matices que van de la ironía al sarcasmo en Voltaire, y de la irritación a la estrategia en el caso de Rousseau. Con todo, la habilidad, la experiencia y la extraordinaria dicción de ambos actores permiten seguir la disputa dialéctica entre los dos filósofos con verdadera delectación.

En el fondo del escenario, un bellísimo tapiz sirve de marco a la suntuosa residencia de Voltaire, amueblada con unas cuantas sillas, un mueble escritorio, una pequeña mesita y algunos muebles y objetos decorativos más que sirven para dar una idea ajustada del tipo de vida de Voltaire. A Rousseau, sin embargo, no parece irle tan bien en Ginebra, su lugar actual de residencia, también en Suiza, porque la indumentaria que lleva no es precisamente elegante (botas altas, ropaje oscuro, un sobretodo verdoso y sombrero de dudoso gusto), frente a Voltaire, con casaca muy elegante, y con modos refinados, que pronuncian sus gestos pausados, medidos, estudiados hasta el límite para acompañar su discurso sarcástico, mordaz y contundente. Está muy claro que las preferencias del autor del texto están más cerca del filósofo anfitrión que del visitante.

El oficio de Flotats y Ponce convierten este montaje en una lección de interpretación que hace posible que una función de hora y media, aproximadamente, en donde se están confrontando permanentemente ideas sobre asuntos tan profundos, se convierta en un verdadero placer y despierten en el espectador la necesidad inmediata de acudir a repasar algunos de los libros clave de ambos filósofos, aunque sea para comprobar, una vez más, que una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo. Imprescindible.

'Voltaire / Rousseau. La disputa'

Texto: Jean-François Prévand

Traducción: Mauro Armiño

Dramaturgia y dirección: Josep Maria Flotats

Intérpretes: Josep Maria Flotats y Pere Ponce

Espacio escénico: Josep Maria Flotats

Iluminación: Paco Ariza

Vestuario: Renato Bianchi

Espacio sonoro: Eduardo Gandulfo

Ayudante de dirección: José Gómez-Friha

Diseño cartel: Javier Jaén

Fotos: marcosGpunto

Coproducción: Centro Dramático Nacional y Taller 75

Colaboración: Institut Français d’Espagne

Teatro María Guerrero, Madrid

Hasta el 4 de marzo de 2018

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