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Octavio Salazar: "Hay que insistir en las ventajas de una revolución feminista para la sociedad"

viernes 02 de febrero de 2018, 12:53h
Octavio Salazar
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Octavio Salazar

'El Hombre que no deberíamos ser' es una llamada a la acción, a la imprescindible revolución contra el patriarcado. En este manual, cuya lectura recomiendo a hombres y mujeres, el escritor y profesor de Derecho Constitucional, Octavio Salazar explica que esa revolución contra el patriarcado sólo puede ser feminista. Por eso, plantea la necesidad de perder el miedo a ser feminista, que no es otra cosa que luchar por lo que simplemente es justo: conseguir un mundo en el que el género no marque tu vida. Además, este libro pretende ‘desterrar’ el concepto de masculinidad, planteando las múltiples formas de ser hombre. "Hay que insistir en las ventajas que una revolución feminista tiene para las mujeres, los hombres y la sociedad en su conjunto. Estoy convencido de que si transformamos el mundo de una forma feminista, crearemos un mundo mejor, más habitable", señala el autor.

Pese al auge de movimientos sociales que enarbolan el feminismo, sigue existiendo cierto miedo o rechazo hacia este concepto, que en muchas ocasiones se malinterpreta

El miedo o prejuicio deriva de dos factores: en primer lugar de la ignorancia; el feminismo es un concepto manoseado pero sin que la gente sepa realmente de qué se está hablando y se hacen interpretaciones absurdas. Hay quien entiende el feminismo como una forma de 'hembrismo' o ataque frontal a los hombres. Por otro lado, creo que un segundo factor es que muchos hombres ven las reivindicaciones feministas como una especie de amenaza porque se cuestionan nuestros privilegios, y eso provoca una deslegitimación constante de todo lo que tiene ver con la igualdad.

¿Cómo podemos normalizar este concepto y conseguir que la gente lo entienda de forma correct?

Deberíamos hacer un esfuerzo todos por hacer una labor más divulgativa de lo que implica el feminismo y su historia. Hay una tremenda ignorancia en torno a lo que podríamos llamar genealogía feminista. Hay que recuperar la historia y usar un lenguaje no agresivo y más seductor, pero sin quitar radicalidad a las propuestas. También creo que habría que insistir en las ventajas que una revolución feminista tiene para las mujeres, los hombres y la sociedad en su conjunto. Estoy convencido de que si transformamos el mundo de una forma feminista, crearemos un mundo mejor, más habitable. Estoy hay que explicarlo muy bien para que la gente entienda que se trata de justicia social, mayor democracia y mayor bienestar para todos y todas.

Pese a los avances en materia legislativa, seguimos sin poner el foco en la Educación

Aunque en este país hemos avanzado algo en este terreno, aún nos queda mucho por hacer. Todo lo que está previsto a nivel legislativo en materia de igualdad, no lo hemos desarrollado lo suficientemente bien desde el punto de vista de la educación y la socialización. Además, estamos en un momento en el que los procesos de socialización son cada vez más complejos, tenemos internet y las redes sociales donde nuestros jóvenes a veces se están maleducando continuamente. Creo que hay que tomarse más en serio la educación en igualdad desde las familias, los colegios y las instituciones.

Pese a los avances que comentabas, seguimos despertando cada día con noticias sobre violencia machista, desde asesinatos a grupos de WhatsApp, y ‘Manadas’…

Hemos dado un salto de gigante desde el punto de vista legislativo, pero la realidad política y la cultura, seguimos teniendo una sociedad androcéntrica y patriarcal. Cuando hablo de cultura me refiero a todas las herramientas desde las que diseñamos nuestro imaginario colectivo. Frente a ello, poco puede hacer la ley o políticas públicas, por eso tenemos que hacer que la cultura deje de ser patriarcal.

Esa cultura patriarcal se muestra de forma clara en la vida pública, y es que a nivel político seguimos viendo un panorama dominado por los hombres

Cuando repasas las fotografías de la realidad en los medios, no hace falta tener conciencia feminista para darte cuenta de quienes son los protagonistas absolutos. Al final es una cuestión de poder. Creo que incluso la nueva política sigue siendo muy vieja en este aspecto. No se trata de dar un salto cuantitativo sino más bien cualitativo, hay que cambiar las formas de hacer política, de gestionar lo público, incluso cambiar las escenografías. La política hoy en día sigue siendo como una oposición de ‘machitos’, que juegan un poco a ver quién la tiene más grande. A nivel internacional, a ver quién tiene el misil más grande; es una visión jerárquica y conflictiva de la política. Esa transformación de lo público no se conseguirá mientras no haya más mujeres pero también mientras no se cambie la forma de gestionar, que deje de haber un predominio del macho. No se trata solo de poner a mujeres en las listas o hacerte fotos con ellas, esa no es la reforma que estamos esperamos.

Pese a las campañas de educación y sensibilización, da la sensación de que aún no sabemos identificar el machismo

No, creo que incluso las personas con conciencia de género, a veces tenemos actitudes o comportamientos machistas. Hemos sido educados en esta cultura patriarcal y a veces nos dejamos llevar por ello y por eso mismo es tan difícil cambiar esa realidad. Deberíamos replantearnos cómo hemos entendido los espacios privados de un hombre y una mujer, como en el tema de los piropos, debemos aprender que no tenemos derecho a meternos en el espacio de las mujeres. Pero estamos en una vorágine en la que apenas distinguimos el machismo. Hay que jugar a cambiar los roles, ponerse en lugar de la otra persona y ver cómo percibimos esas actuaciones, y así podríamos entender mejor las cosas. En el espacio público las mujeres se pueden sentir agredidas mientras que los hombres no, algo falla cuando las mujeres tienen que sentir miedo por las noches y los hombres no. Si hacemos esos ejercicios de darle la vuelta a la situación, creo que los hombres podríamos entender mejor la realidad.

Otro rasgo de ese patriarcado es el tema de los referentes para los más pequeños. No se visibilizan referentes femeninos, seguimos silenciadas

Es muy importante desde el punto de vista socializador que los niños y niñas tengan referentes en los que poder aspirar a convertirse. Si una niña no ve que una mujer puede ser ministra, presidenta o astronauta, es difícil que en su imaginario se construya la idea de que puede serlo. Cuando en un medio de comunicación hay tertulias o debates, casi siempre aparece el hombre de turno, y necesitamos a mujeres ahí sentando cátedra. Yo estoy en el ámbito universitario y hay que pelear continuamente para que cuando se organizan eventos, haya una presencia equilibrada de mujeres y hombres y no un monopolio masculino. A las mujeres les cuesta mucho más que a los hombres ser visibles.

Luego está el hecho de que sólo existe un concepto de masculinidad, mientras que en el libro planteas que deberíamos hablar de masculinidades

Tenemos que conseguir que los chicos no tengan como referentes al futbolista de turno, el competitivo e ‘hipermasculino’. Hay que darse cuenta de que hay muchas formas de ser hombre. Cuando se dice eso de ser un hombre de verdad, eso debería implicar las múltiples formas de serlo, responder a diferentes orientaciones sexuales, necesidades emocionales, vulnerabilidades. Hacen falta representantes públicos que ofrezcan otras formas de masculinidad, no sólo la del hombre exitoso, competitivo e incluso depredador. Cuando ves a Trump y Putin como grandes referentes a nivel global, dan ganas de llorar. Hay que derribar la idea de que si un chico es sensible es menos hombre que otro. Hace falta avanzar en educación emocional, una carencia histórica de los hombres.

¿Cuál es el camino a seguir para dejar de ser el hombre que no deberíamos ser?

Creo que el punto de partida debe ser mirarnos en el espejo y plantearnos esa posición privilegiada que hemos tenido durante toda la Historia por el mero hecho de ser hombres. Y analizar qué parte de responsabilidad tenemos en las injusticias que seguís sufriendo las mujeres. En paralelo deberíamos plantearnos de qué manera tenemos que transformar nuestra subjetividad para vivir dimensiones del ser humano que nos hemos negado continuamente. Tenemos que trabajar más esa dimensión emocional, empática, cuidadora, un terreno que se ha identificado con lo privado, lo femenino, lo que restaba masculinidad, y que es lo que nos ha llevado no solo a perdernos cosas buenas, sino a criarnos como seres discapacitados en muchos ámbitos de la vida. Eso nos hará mejores personas y más felices así como mejorar nuestras relaciones no sólo con las mujeres sino también con los hombres. Que no parezca que solo podemos vivir en el ámbito público sino también en el privado. Tenemos que llevar a lo público valores que no hemos tenido en cuenta porque los hemos considerado femeninos, y esos saberes que las mujeres han ido acumulando a lo largo del tiempo, deberíamos aplicarlos a la política, por ejemplo.

Como bien dices, hay que explicar que una sociedad igualitaria haría más felices a las mujeres pero también a los hombres

A veces, determinados sectores del feminismo han lanzado mensajes demasiado agresivos que han hecho que los hombres se sintieran culpabilizados. Más que apelar a la culpa hay que apelar a la responsabilidad, no debemos sentirnos los grandes culpables de todo porque el verdadero culpable es el modelo patriarcal, y ahí estamos todos. Sí que es cierto que nuestra responsabilidad es mayor por nuestra situación privilegiada, pero no hay que entender el feminismo como un ataque frontal. La clave es cambiar el modelo patriarcal, que afecta especialmente a las mujeres pero también a los hombres por esa carga de la masculinidad que a veces es tan pesada.

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