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Por si éramos pocos, llegó Sánchez

lunes 04 de junio de 2018, 16:12h
La moción de censura presentada por el PSOE y Pedro Sánchez era obligatoria. La sentencia de uno de los 'casos Gürtel', pero también la corrupción que atesora el PP, la hacían imprescindible. El PSOE tras haberse abstenido en la anterior moción de Podemos, tenía la obligación de tratar de expulsar al inquilino de la Moncloa. Pero se la debía más a las y los pensionistas y sus luchas, las mujeres y su exitosa huelga general y movilizaciones y a las diferentes luchas de precarias y precarios, estibadores, sectores de teleoperadores, hostelería, becarias y becarios, estudiantes… Nos la debía a un pueblo movilizado contra el PP, no solo por corrupto, sino por robarnos a todas y todos nuestros derechos laborales, becas, pensiones, convenios colectivos, libertad sindical y libertad de expresión.

Por tanto el Gobierno Sánchez si no desea decepcionar debe acometer y rápidamente varios asuntos a la vez que tienen que ver con la dignidad laboral, las pensiones, la libertad y la justicia. Hacerlo además sin dilación y sin excusas. El problema no es si el gobierno es de un solo partido, de inspiración 'socialista'; que ya nos conformaríamos con que fuera de inspiración 'socialdemócrata' cabal y real. Es que cumpla el programa popular y el programa que las movilizaciones populares y obreras han impuesto.

Sabemos, al menos el autor, sabe lo que es un presupuesto gubernamental y como en el mismo caben modificaciones, prioridades… Todo ello hecho de forma legal y transparente. Además este presupuesto de 2018 apenas si hay tiempo de cumplirlo. Por tanto la excusa de que lo ha hecho el PP, es muy relativa.

Las resistencias a un programa de izquierda aunque sea por breve tiempo, no van a venir de la técnica presupuestaria, sino de la derecha empresarial, financiera y política. Del 'establishment' tanto de Madrid como de Barcelona, de la banca y las grandes multinacionales, pero también de la Troika y de la UE convertida desde su fundación en un comisariado político de los intereses de los poderosos, los bancos privados y los fondos financieros y de inversión, de las multinacionales. Para vencer esa resistencia con convicción hará falta el apoyo activo y el respaldo activo de las clases populares y sus organizaciones.

Si la democracia es el gobierno del pueblo, los no electos y por tanto no representantes de la soberanía popular no pueden imponer sus condiciones, que siempre son las mismas: vivir a costa del soberano. Sino precisamente defender desde la política, la causa de la inmensa mayoría y por supuesto de la clase obrera.

Dicho esto, no creemos en los reyes magos, sabemos de la maldad de los ricos y sus empresas y bancos. Sabemos de sus herramientas y de su poder, sabemos también que la legislatura será muy breve. Pero por todo lo dicho instamos a pensionistas, mujeres, trabajadoras y trabajadores, estudiantes y el mundo de la cultura, a seguir movilizados y organizados, pues ya sea para bien o para criticar si no se gobierna en favor de las clases populares, responder. Responder a unos u otros.

Finalmente y tras eso se debe advertir que hay una crisis de estado muy fuerte. El régimen guste o no guste, tiene sus costuras rotas. La corona, afortunadamente cada vez y de forma muy merecida, tiene menos prestigio. Cataluña es un problema que exige solución y esta no pasa por las recetas Rivera/Rajoy. Por tanto la crisis de estado, exige soluciones de estado y cambiar el estado y la forma de estado. Visión de estado. Pero la visión de estado, no se puede confundir con el apoyo sin más a un régimen en crisis y a una corona autista con las libertades y el laicismo. Por tanto hay que dar pasos constituyentes.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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