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Nunca debieron haber entrado

viernes 25 de enero de 2019, 11:00h

El año pasado, el Gobierno Vasco editó unas memorias del Consejero de industria y Navegación del primer Gobierno Vasco, Santiago Aznar. En ella narraba como puso en marcha su Departamento y las contingencias que afrontó y recordaba la experiencia de la primera guerra mundial donde fueron echados a pique cincuenta barcos de matrícula vasca, pereciendo en estas acciones de guerra 142 marinos vascos cuando transportaban no solo víveres, sino materiales y otros productos necesario a Inglaterra, especialmente mineral de hierro. Santiago Aznar se lamentaba de cómo existiendo semejante deuda de honor, el gobierno inglés junto con el francés, habían promovido en agosto de 1936 el Comité de No Intervención ante la guerra civil española dejando al legítimo gobierno de la República aislado, sin armas y bloqueando el puerto de Bilbao y Pasajes, bloqueo que el Consejero pudo levantar por poco tiempo viajando a Londres y entrevistándose con el secretario general de las Trade Unions, Walter Sitrina, que habló con Anthony Eden ante la bronca que le montó el primero recordando esta historia. Aquello fue una vergüenza absoluta como deshonroso fue el inmediato y precipitado reconocimiento al Gobierno de Franco en 1939, un mes antes de finalizada la guerra, y el apoyo que le dieron para su afianzamiento en 1945. Los vascos habíamos trabajado ayudándoles en la segunda contienda a través de un eficaz servicio de información que vigilaba los puertos, los movimientos de los nazis en los hoteles, el trasiego de Gibraltar y el transporte del wolframio para las armas destructivas, junto a la creación de la Red Comete que pasaba aviadores y soldados ingleses a través de los Pirineos. Conviene recordar también que los viajes de El Habana llevando niños vascos a Inglaterra se pudieron hacer gracias a la diputada laborista Leah Manning y a la duquesa de Atholl así como a organizaciones religiosas, nunca a impulso gubernamental británico que puso mil y un inconvenientes. Winston Churchill fue un líder extraordinario para su país, pero asimismo uno de los mayores cómplices de la dictadura militar de Franco.

Siempre cuento la impresión que me causó lo que Pat Dyer (jefe del M16 en el norte peninsular) nos contó cuando a punto de morir su mejor agente gestionó la entrega de la Orden del Imperio Británico para Flavio Ajuriaguerra y Flavio, ante la inminencia de su muerte solo pidió que en la esquela figurara este dato. ”Flavio Ajuriaguerra. Orden del Imperio Británico”. Los ingleses se negaron ya que ésto podía molestar al régimen. Esta historia y otras muchas las plasmé, junto a Koldo San Sebastián y a petición de Dyer en el libro “Nuestro Hombre en Bilbao” que entregué al embajador británico en Madrid y al cónsul Derek Doyle en Bilbao tratando de recordarles la deuda de honor que siguen teniendo con aquella generación de luchadores por la democracia y por su país. Hasta el día de hoy. Nunca han hecho ni harán nada. Ellos solo van a lo suyo. Ya lo dijo Lord Palmerston: ”Inglaterra no tiene ni amigos ni enemigos permanentes. Solo intereses permanentes”. Todo ésto sin dejar de reconocer su vieja democracia, su flema, su look, su cultura, el fútbol y el rugby, su arquitectura y a los Beatles. No su comida para gatos ni su constante insolidaridad.

En 1961, el primer ministro británico Mac Millan, solicitó el ingreso de su país en aquel Mercado Común Europeo. Dos años después, el general De Gaulle les puso con razón el veto entonces así como en 1967 y Gran Bretaña no entró. Lo volvió a pedir el primer ministro Harold Wilson y, como ya no estaba De Gaulle en la presidencia francesa, Gran Bretaña terminó entrando en 1973. Grandísimo error comunitario. No incluyeron a un socio en igualdad de condiciones en este club voluntario, pero con normas de obligado cumplimiento, sino un freno de mano hacia todo lo que oliera a poder supranacional, dimensión social, política exterior (nos prestaron como Alta Comisionada a Catherine Ashton que fue un desastre), ni en política de Defensa (seguimos con 28 ejércitos bonsáis), ni política fiscal, ni cielo único, ni unión digital, ni tratado de Schengen. Huyen de la palabra federal como Vargas Llosa del nacionalismo de los demás.

A los ingleses solo les ha interesado de Europa su mercado, su sanidad como turistas y una Europa a la carta mientras su matrimonio, el de verdad, ha sido con los Estados Unidos. Consecuencia de ello ha sido el stop que ha puesto a todo crecimiento y mejora de la Unión en base a la cesión de soberanía. Y Europa está como está, fundamentalmente por ellos. Europa no es nada frente a China y Estados Unidos, que sí están de verdad unidos. Mi experiencia de años con ellos en reuniones internacionales ha sido la de un socio pasivo, dispuesto al no ante cualquier avance o con Lords atrabiliarios que me hablaban de Wellington. Solo una vez, el hijo de Montgomery se me acercó y me dijo algo sensato. ”Me he enterado que en Bilbao van a hacer un Museo Naval. Háganlo bien o no lo hagan. Los vascos tienen una historia marítima muy importante por detrás y no se conformen con medianías”.

En un viaje a Madrid de la Sra. Thatcher quiso estar con los portavoces en el Congreso. En la ronda de preguntas le inquirí sobre lo que nos había dicho el entonces presidente del Parlamento europeo Lord Plumb quien había manifestado que había nacido inglés y moriría europeo. ”No se equivoque ni usted ni Lord Plumb. Nació inglés y morirá inglés” me contestó.

De hecho, Gran Bretaña, no está ni en la eurozona, ni en el euro. Creen que Europa es Singapur y actúan como si perviviera todavía el imperio británico. No pisan la realidad de un mundo globalizado, dañando gravemente a su juventud. Ellos, a cuenta del canal, son distintos, distantes, marítimos, insulares y europeos lo justo mientras Escocia no aguanta, y en el referéndum dijo sí a Europa, y el problema de Irlanda del Norte se puede volver a desmadejar por culpa de unos listos que cometieron la frivolidad de convocar un referéndum sin plan B, con una diputada europeísta asesinada en atentado en aquella consulta y con unos líderes antieuropeos que no hicieron más que mentir y reírse de todo el mundo como Farage y Boris Johson.

Lo único inquietante para los vascos es el destino de las personas que estudian o trabajan en Gran Bretaña así como mantener la relación comercial si ésta pueda verse afectada, no en vano Inglaterra para Euzkadi es el cuarto socio comercial. Ante ello, el gobierno vasco con reflejos, ha creado una oficina para seguir este asunto. Ojalá acierten y sorteen las dificultades creadas por unos cretinos y la mayoría de esa gente joven pueda volver a casa.

Del resto no me importa absolutamente nada y solo deseo que se frían en su propio aceite los que ven a los europeos por encima del hombro, no a los antibrexit que todavía tienen la cabeza sobre sus hombros y estoy seguro irá in crescendo esa voluntad de volver a la Unión ante este mundo agresivo y globalizado. Y habrá que ayudarles a todos aquellos ingleses que todavía pisan tierra y no creen las mentiras de esos fanáticos que van a ocasionar un mal sin precedentes a la idea europea y a su propio país. Estar en manos de fanáticos mentirosos es lo peor que le puede pasar a una sociedad.

Hizo bien De Gaulle en vetarles. Hizo mal la Unión en 1973 en aceptarles. Y no sería bueno el pensar que un nuevo acuerdo para que vuelvan a estar dentro sería lo mejor, ya que entrarían con más condiciones, más frenos de mano y más políticas anti inmigratorias. Que vuelvan, sí, pero como los demás.

Europa tiene que ser fuerte, unida y sobre todo, humana y cercana y con estos ingleses pro brexit no se llega ni a la esquina. Lo único que deseo es que ésto precipite la independencia de Escocia y la solución irlandesa.

Que con su pan se lo coman, señores pro Brexit.

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