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¿Dónde están las ideas?

sábado 02 de marzo de 2019, 17:25h

En los últimos años no hemos dejado de estar en ningún momento en campaña electoral. No sé cuándo murieron los tiempos muertos, esos en los que la política no se apoderaba de todo, pero una frontera de hierro los dejó en el olvido. Claro que, cuando hablo de política, quiero precisar que no me refiero a esa concepción de Confucio, como el gobierno de una casa que funciona en manos del bien común y el ejemplo, sino que me refiero a aquella otra de Ortega en la que destacaba el don peculiar de la mentira como motor para avanzar hacia los intereses partidarios. Y también cuando escribo campaña electoral quiero precisar que no me refiero a una sana confrontación de ideas y estrategias, sino a una insana confrontación de intereses en la que viajan en trainera frases a cuchillo, egocentrismos electoralistas barriobajeros o palaciegos, asombros de la mentira capaces de sobrepasar la hipocresía, al cabo una estrategia o baile de disfraces en la que nadie es como es, o como será cuando los electores den su veredicto.

Decía Juan Ramón Jiménez que sentía adhesión a las ideas y no a los partidos. Eso pienso cada vez más porque siento que los partidos han dejado de tener adhesión a las ideas. Se han convertido en máquinas de triturar ideas para convertirlas en pueriles eslóganes o exageraciones populistas. Veo muchos vendedores de peines a calvos. Veo demasiados vendedores de neveras a esquimales. Observo que solo se venden palabras. Kilos, toneladas, espuertas de palabras que caen sobre nosotros como una lluvia vacía, una lluvia que parece durará tanto como aquella de los "Cien años de soledad" de García Márquez. Eso es la política ahora. Palabras en desbandada. Palabras que se sobreponen a palabras que luego nadie recuerda porque las palabras se miden a peso. Son palabras sin ideas. Si surgieran de una buena, o mala, idea, deberían ajustarse a algo, y aquí solo se ajustan a lo que es preciso decir para tener un excelente escaparate, aunque luego dentro de la tienda no haya nada.

El coso electoral en el que vivimos es eso, una trifulca entre tenderos por ofrecer el mejor escaparate, sin preocuparse nada de lo que hay adentro de la tienda. Así luego cuando uno entra lo que más ve es el vacío. El gran Vázquez Montalbán decía que en política la retórica se sucede a sí misma, y bien que habría podido verlo si hubiese llegado vivo a esta época. Por eso decía que no sé cuántos años llevamos ya en campaña electoral. Quizá empezó todo cuando Rajoy perdió la mayoría absoluta, o antes, cuando la crisis ahogó a Zapatero, o cuando se fue Felipe González. No sigo más que me van a llamar abuelo Cebolleta. El caso es que ya no me acuerdo. Pero hubo un tiempo, en estas Españas, en el que discutíamos con ideas.

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