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¿Hacia una nueva internacional socialista y más reivindicativa?

domingo 24 de marzo de 2019, 11:12h

El socialismo está dando síntomas de recuperación en ciertas partes del mundo, como ocurre con los casos paradigmáticos de Gran Bretaña y los EE.UU por su repercusión internacional, representados por el Partido Laborista con el liderazgo de Corbyn y el DSA norteamericano con la colaboración de Sanders y liderazgo de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. En ambos casos sus líderes y su mayoría, están siendo atacados sin piedad por el sistema e incluso por el socioliberalismo, que es lo mismo. Ninguno de los dos proyectos está totalmente acabado de definir y presentan problemas de consolidación, pero son una luz en el túnel de lo que es el socialismo democrático y transformador.

Existe ya una Internacional Socialista que podemos entender tiene su origen en la antigua y coherente Internacional Socialista y en la Internacional Socialista Obrera, pero la actual IS nace en 1951 en plena guerra fría y por supuesto con unos presupuestos teóricos mucho más rebajados que los de su socialismo de clase original.

La actual IS carece en sus filas de varios partidos socialistas, que lo son y tienen gran importancia politica y moral como el Partido Socialista de Uruguay o el Partido Laborista británico que es un simple observador. Reconoce sin embargo a pequeños grupos de una importancia menor y en muchos casos muy moderados o simplemente liberales. Junto al DSA y otros partidos africanos más radicales e incluso a fracciones palestinas.

Pero la cuestión más preocupante en la actualidad, es su relación con la crisis de Venezuela, apoyando a partidos que ni tan siquiera son socialdemócratas y defendiendo las posiciones de Trump. Es curioso que la IS no haya consultado al socialdemócrata coherente López Obrador presidente de México o al PS de Uruguay en el poder también, antes de alinearse de forma decidida con las tesis trumpistas, sin dudarlo. Cierto que el “madurismo” es digno de duras críticas, de la necesidad de muchos cambios y sobre todo de más inteligencia y democracia, pero el pueblo venezolano tiene derecho soberano a decidir el mismo su presente y su futuro.

La cooptación de la IS por la politica internacional de Trump tiene ya por sí mismo un efecto demoledor sobre este organismo internacional cada vez menos válido para acoger al socialismo internacional que renace fuera de sus muros y que se reivindica del socialismo, grupos y personas entre las cuales, humildemente me encuentro.

Dicho esto, la búsqueda de espacios de encuentro socialista que son muy antiguos y se remontan a tiempos de Marx y las primeras Trade Unions británicas que en la exposición internacional de Londres en 1861 fraguan la idea de la necesidad de unión internacional para reivindicar ante un capitalismo también internacional en aquella época liderado por las potencias coloniales con Gran Bretaña a la cabeza.

En nuestros días, con las potencias neocoloniales y la globalización neoliberal con los EE.UU al frente. Lo cual en ambos casos históricos demostraba y demuestra la necesidad de una acción conjunta internacional de las clases trabajadoras que por cierto en los dos momentos y épocas vivieron y vivimos un capitalismo basado en la mayor explotación de las clases sociales subalternas que hoy también llamamos la creciente desigualdad, la desigualdad social que era terrible y está volviendo a ser terrible en el mundo occidental que en el antiguo mundo colonizado es todavía peor, con guerras y hambrunas que el propio capitalismo internacional impone al objeto de dominar.

Es por ello que puestos a trabajar de forma internacional, lo primero es analizar el comportamiento del capitalismo y sus nuevas formas, o mejor dicho su evolución tecnológica y financiera. La globalización, pero también el surgimiento de nuevos capitalismos nacionalistas; las llamadas potencias emergentes que actúan fuera de la esfera de la mundialización y con otra óptica e intereses.

No puede ser un simple progresismo, lo que salve al planeta de su destrucción vía depredar la tierra y el oxígeno. Además de empobrecernos la desigualdad avanza y encima están destruyendo el clima, la vida y llenando de basura el mundo por obra de las las clases y sectores dominantes.
Salvar la tierra y el clima.

Frenar una globalización injusta y muy dura a la que le sobran los derechos humanos o detener la pobreza de la mayoría de los habitantes del planeta que en el caso de las mujeres se multiplica, no solo por ser más pobres, sino víctimas de diversas violencias y esclavitudes, exige todo ello algo más que una internacional progresista. Se necesita de una internacional socialista que se plantee el cambio de las relaciones del trabajo, la distribución de la riqueza y defender el clima y el oxígeno. El intento de Varoufakis y de Sanders de crear una Internacional Progresista, lo vemos con simpatía y nos anima, pero hasta ahora carece de concreción y de programa. Ni siquiera tiene una base de discusión y la verdad no podemos seguir perdiendo el tiempo, pues la tierra cada vez está peor y sus habitantes en peores condiciones.

Tal vez sea hora de que alguien y le apoyaremos trabaje por convocar y agrupar a movimientos sociales internacionales, sindicales y políticos, que alejados de “buenismos” y de ideas simplemente filantrópicas, se plantee de una vez el problema de que los detentadores del poder nos conducen a un desastre anunciado. Sanders lo ha enunciado bien, pero hasta ahora, amaga pero no da.

Es por tanto que otros con menos medios y capacidad estamos trabajando y por medio de diversas conferencias y contactos internacionales, estamos tejiendo y tunelando con la constancia de las arañas o las hormigas obreras y la esperanza de una respuesta de las nuevas generaciones sin futuro de precarios, parados y paradas, pobres y hartas comencemos a juntarnos. Nuestros problemas no pueden esperar.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

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