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De cómo aprovechar la coyuntura para sanear nuestra cultura política

martes 07 de mayo de 2019, 18:30h

La naturaleza de la próxima cita electoral del 26 de mayo es una oportunidad para que la cultura política del país deje de ser tan rudimentaria y soez como lo ha sido en las pasadas elecciones generales. El hecho de que las fuerzas políticas necesiten atenerse a las condiciones de cada municipio y comunidad autónoma hace que sea necesario reducir notablemente la rigidez y el sectarismo de los discursos y las proclamas de los contendientes. Sería una lástima que no se aprovechara esta coyuntura favorable para avanzar en el saneamiento general de la cultura política nacional.

En tal sentido, creo que surgen algunos nódulos discursivos que es necesario superar. Puede ponerse alguno de ellos como ejemplo para cada una de las partes. Del lado de la oposición es necesario abandonar la idea de que el PSOE de Sánchez ha dejado de ser constitucionalista. Eso no sólo es una exageración, que no corresponde al nivel de concesiones que el Gobierno hizo a la Generalitat (que indudablemente las hizo), sino que es un peligroso bumerang que puede volverse contra el sistema político.

Si el PSOE ha dejado de ser constitucionalista entonces la Constitución del 78 simplemente ha comenzado a naufragar. Hay que tener cuidado con las barbaridades que se dicen al calor de la campaña. Una de las graves cosas que hundieron la II Republica consistió en ese gusto mórbido por calentarse la boca.

Del lado del PSOE de Sánchez es necesario abandonar la idea esquemática e interesada de que hay un bloque dynamico de “tres derechas”, como si fueran más o menos iguales. En este caso la simplificación es grosera no sólo desde el punto de vista conceptual porque cada una de las tres fuerzas políticas tiene un perfil claramente distinto, sino porque significa un irrespeto a la identidad propia de cada partido.

Si no se hace caso a la resolución partidaria de Ciudadanos de que se trata de un partido liberal de centro, entonces no podrá extrañar que se califique al PSOE como una fuerza extraconstitucionalista. Un mínimo rigor conceptual es indispensable para no enlodar los discursos políticos que luego son base de nuestra comunicación política.

En otras palabras, se puede criticar las concesiones que tuvo que hacer Sánchez al secesionismo para acceder a la Moncloa, sin necesidad de sacar al PSOE del arco constitucionalista; lo mismo que se puede criticar a Ciudadanos por sus concesiones al PP y su presencia al lado de VOX en la Plaza de Colón, sin necesidad de negar su carácter liberal y centrista.

Alguien puede decir que no es necesario ser tan fino, porque a fin de cuentas todo el mundo sabe que el PSOE defiende la Constitución y Ciudadanos es un partido que se reclama del centro político. Pero precisamente ese esfuerzo por el rigor y la finura política es lo que opera en sentido contrario al sectarismo y la chabacanería, tan acendradas en nuestra cultura política.

Siempre he dicho que debería ser un consenso extendido que, al igual que se ponen límites a la propaganda mentirosa de ciertos productos sanitarios, se pusieran límites a las tergiversaciones en una campaña política. El día que las y los electores valoren la autenticidad de los discursos, tendremos un indicador favorable de la calidad de nuestra cultura cívica y política.

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