Otra cornada grave en San Isidro: herido Sebastián Ritter y oreja al poso de Eugenio de Mora (vídeo)

Sebastián Ritter tomó su turno correspondiente, pero no obligatorio, de quites en el segundo toro de Eugenio de Mora - por cierto el colombiano fue el único que se dignó a hacerlo a lo largo del festejo- y se lució con dos chicuelinas. Pero esos hados del destino que juguetean con la suerte decidieron castigarle. Aunque el que lo llevó a cabo en realidad fue ese cuarto toro, ‘Guindón II, que le cazó, le derribó y le hirió con sus astifinas guadañas. Como quedó claro con la sangre en la taleguilla de Ritter, trasladado rápidamente a la enfermería.

Luego ese burel, dentro del descastamiento general y aspereza del encierro de la otrora ganadería de lujo de El Ventorrillo -cuando la llevaba Paco Medina antes de que la hundiera quien se la compró, el constructor Fidel San Román, dicho y escrito sea de paso- no presentó mayores problemas en la muleta de Eugenio de Mora que ir con la cara alta y anular el digno esfuerzo del toledano por lucirse. Como le había acontecido con el que abrió función, aunque este, con un punto mayor de codicia no exenta de arreones, le obligó a actuar con serenidad y oficio, pero, claro, sin nada artístico.

Sí que aprovechó De Mora que el que mató, en sexto lugar tras correr turno, que le tocaba a Ritter –ay, los hados del destino- llegara boyante y con nobleza a su muleta. Y, además de su asolerada veteranía, el coletudo le dio distancia, le ofreció la flámula ‘planchá, y se aplicó con relajo y tersura en cortas series por ambos pitones, con algunos pases soberbios, y otros de menor nivel, pero con el denominador común del mando, el temple y la ligazón de llevarlo a cabo en un palmo de terreno. El estoconazo final fue decisivo para hacerle acreedor de una oreja y mostrar que es un torero más que recuperable.

Antes del percance, Ritter se había estrellado con un animal que era la antítesis de la bravura, además de flojo, y sólo festoneó algunos naturales limpios y de buen gusto. Otro bicorne con nobleza y fijeza, sin llegar a la catadura del último, el tercero, le correspondió a Francisco José Espada, que se perdió en un mar de muletazos vulgares. Como en el quinto, el único bravo en el caballo y que, sí, iba con la carota por las nubes, pero también seguía el engaño rojo sin ningún problema. Mas el de Fuenlabrada no sólo volvió a perderse, sino que echó mano del toreo populista de manoletinas y eapaldinas y similares de de plaza de talanqueras tan repudiado, con razón, en la cátedra venteña, aparte de montar un mitin con el verduguillo.

FICHA

Toros de EL VENTORRILLO, con trapío y descastados en general aunque nobles excepto 6º en la muleta; 2º, muy flojo. EUGENIO DE MORA: pitos tras dos avisos; silencio; oreja. SEBASTIÁN RITTER: ovación tras aviso en el único que mató. FRANCISCO JOSÉ ESPADA: silencio tras dos avisos; silencio tras aviso. Plaza de Las Ventas, 10 de junio, 28ª de Feria. Algo menos de media entrada. Enfermería: El parte médico de Ritter es el siguiente: Heridas por asta de toro en cara interna 1/3 medio pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y hacia cara externa de 20 cm que lesiona vena safena interna, produce destrozos en músculos gemelos y contusiona arteria y nervio tibiales posteriores. Herida superficial en pliegue inguinal derecho. Es intervenido quirúrgicamente bajo anestesia general en la enfermería de la plaza de toros. Se traslada a la Clínica La Fraternidad. Pronóstico: Grave.

VÍDEO DE LA CORRIDA

CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR