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Orgullo y alevosía

miércoles 28 de agosto de 2019, 11:40h

En artículos anteriores vengo hablando del plagio sustancial de conceptos y estructuras y de la apropiación de las características diferenciales que definen al “artista” referente del momento. Sin duda, hacerse con la “identidad sustancial” de lo que se lleva para repartir entre los artistas masivos, o con aquello que sorprende, está más de moda que nunca.

Pero... ¿Qué ocurre cuando se atreven hasta con el nombre?

El parecido razonable entre artistas acaba donde empieza la confusión. Cuando ésta estalla y la gente se pregunta en un mismo ambiente quien es una y otra, todo puede apuntar a una presunta apropiación indebida e intencionada para con el primero. ¿Recuerdan lo que ocurrió con las dos artistas de nombre “Tamara” aún siendo tan distintas?

Empezaré diciendo que el nombre artístico es lo primero que llega al público en un acto denominativo para designar una serie de atributos diferenciales únicos.

Venía de ganar Puro Cuatro en Mediaset, tener spots en tv con mi nombre y videoclip durante varios meses de 2013 en los cortes publicitarios...
Sin duda un momento importante de reconocimiento en mi carrera.

Hasta que aparece una artista de nombre “demasiado parecido” al mío, direccionada a mi mismo público, proveniente dicen, de un famoso talent show televisivo.

Nos extrañaba, porque no había pasado ningún nombre similar por allí. Y tampoco sabía de nadie que desarrollara material en mi línea desde el 2005.

El conflicto real se produce en 2016, cuando tras sacar mi 2o álbum en solitario y cerrar mi participación en varias fiestas del “Orgullo LGTBI”, entre ellos el de Madrid, me doy de bruces con que esta compañera efectivamente existe. Incluso el año anterior también había participado en MADO (Fiesta del Orgullo LGTBI Madrid) en otro escenario distinto al de mi actuación. ¡Por eso la confusión de nuestros seguidores y medios que nos escribían y que no entendíamos!

Comprobamos efectivamente que participó en el concurso con su nombre real. Y el apellido se lo atribuyeron a posteriori en su primera aparición en la red en noviembre del 2014 tras todo mi primer “boom”.

En un primer momento no entendí porqué le aconsejaron cambiar a un nombre tan similar al mío. Más dentro de un ambiente dónde probablemente nos acabaríamos cruzando. Una compañera en busca de su sueño que provenía de la escena electrónica y que podría haber continuado con su primer nombre artístico.

Desde ese momento, tras asesorarnos aquí y allá y tratar de exponer el problema de un modo calmado, MADO me dijo que era “artista non grata” y se encargó personalmente de evitar mi participación y echar tierra a mi figura a toda costa. Hasta en la Rueda de Prensa de aquel año su director al verme entre los invitados se apresuró a comunicar a todos los medios mientras me miraba de reojo con tremenda alevosía: “Que también, acompañando a las más grandes estrellas musicales del país y estrellas eurovisivas estaría esta señorita".

Ninguno de los 3 años que participé me incluyeron en el programa de mano, pese a hacer grandes escenarios con shows maravillosos para el colectivo que tanto queremos y con el que habíamos crecido. La sacaron en su revista con esa biografía que tenía hecha de recortes de la mía junto a sus grandes clientes; mientras a mi me cancelaban todo, alegando a mi agente de prensa, entre otras lindezas, que nadie me conocía.

Pese a todo el viento en contra hasta 2017 continué presentando mi show revindicando en bucle junto a toda mi gente al son de “Lo Qué Me dé La Gana”. ¿Les suena de algo este título? Enciendan sus radios.

Ella siguió su camino. Hizo lo propio.
Y yo hice también lo mío.

Mientras... iba descubriendo quienes andaban nuevamente detrás de esta apropiación intencionada de un nombre, un trabajo y un esfuerzo tan único como el mío.

Continuará...

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