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El miedo a hablar sobre la muerte

El miedo a hablar sobre la muerte

jueves 31 de octubre de 2019, 09:23h

Pensarán los Halloweeneros que soy una aguafiestas, pero en realidad el origen de esta fiesta es la celebración de la víspera de todos los santos (All Hallow's Eve) y el día 2, el día de los difuntos, por eso planteo en este artículo aprender a hablar de la muerte con los niños, un tema que provoca sufrimiento, una de esas emociones que no deseamos sentir. En un mundo en el que vivimos tan deprisa, la pérdida de control que supone la muerte nos resulta inverosímil.

Evitamos hablar de la muerte convirtiéndola en un tema tabú, lo que confunde el concepto y la elaboración. Cuando muere un familiar, creemos que lo correcto es proteger a los niños del dolor, pero ellos también sienten la pérdida a su manera y elaboran su propio duelo. Explicárselo desde la veracidad evitando que se magnifique, practicar la escucha activa para responder a sus preguntas y permitir la expresión de emociones, les hará más fuertes y más humanos. Siempre es peor lo que uno imagina que lo que se puede hablar. Si no les dejamos sentir ese dolor estaremos evitando que sepan expresar sus sentimientos negativos como la tristeza y el sufrimiento que también hay que sentirlos.

Es importante saber hablar de la muerte y la enfermedad con los niños adecuándonos al nivel de desarrollo y momento evolutivo. Tener un concepto de muerte elaborado ayudará a tener un espacio mental donde situar la experiencia cuando llegue el momento. No es lo mismo cuando están en la etapa infantil y piensan en la muerte como algo reversible, que cuando tienen entre 6 y 9 años y piensan que la muerte es consecuencia de un mal comportamiento o por su culpa. Debemos evitar eufemismos que alimentan el miedo cuando decimos que “se lo han llevado”, “se ha quedado dormido” o “se ha ido de viaje”. A partir de los 10 años tendremos que explicar la muerte biológica, es decir, el paro de las funciones vitales. En la adolescencia sienten y experimentan la muerte y el duelo de una forma más parecida a la de un adulto por lo que será necesario hablar, preguntar e interesarnos por lo que sienten y quieren transmitir.

“Siento más tu muerte que mi vida” decía la elegía de Miguel Hernández. El duelo es un proceso, no un estado, por eso debemos respetar los tiempos, momentos y reacciones de cada uno. Es necesario resituarse y reorganizarse ante la nueva situación donde no nos queda otra que adaptarnos a la nueva realidad. Nos afecta en casa, en el trabajo, en el colegio…nos han arrancado a alguien con el que teníamos un vínculo emocional y sobreponerse requiere sobre todo tiempo, pero además expresión de lo que sentimos. Cada uno lo sobrellevamos como podemos. No deja de ser un ejercicio privado e íntimo para empezar a asumir que debemos a adaptarnos y seguir nuestro camino. Como dijo Einstein, la vida es como montar en bicicleta, para mantener el equilibrio hay que seguir pedaleando.

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