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El petróleo marca la recuperación

domingo 28 de junio de 2020, 13:36h

La recuperación del mercado del petróleo va a ser uno de los exponentes principales para valorar el comienzo de la remontada de la grave crisis que vive todo el mundo por el coronavirus. El gran deseo es que el nuevo consumo se produzca de una manera compatible con la conservación del medio ambiente. Que las fábricas vuelvan a demandar la energía que necesitan para funcionar, que los transportistas reanuden su actividad al cien por cien, que las personas viajen en avión o en tren o que vuelvan a llenar los depósitos de sus coches; en definitiva, que la demanda habitual de energía vuelva a sus cotas pre covid-19 representa el mejor síntoma de recuperación de la verdadera normalidad.

Muchas lecciones tenemos que aprender de una pandemia que ha costado la vida a más de medio millón de personas en todo el mundo, ha dejado en evidencia la desindustrialización de los países occidentales, sobre todo los europeos, ha demostrado la necesidad de invertir constantemente en el sistema de salud de cada país y dejar de considerarlo un gasto sanitario.

Entre otras muchas consideraciones, ha destapado la mediocridad de muchos dirigentes políticos. Hay casos escandalosos de arbitrariedad y soberbia inadmisibles cuando el precio que se paga es de más de 100.000 muertos como en Estados Unidos o en Brasil; o se oculta el número de fallecidos por cálculos partidistas como en España. El tiempo determinará y depurará responsabilidades de todo tipo porque muchas muertes se podrían haber evitado y otras, de personas mayores, deberían haberse producido en circunstancias de respeto y compasión hacia ellas mismas y sus familiares.

Y mientras tanto, incertidumbre, temor y sufrimiento por las consecuencias sanitarias y también por las graves repercusiones económicas y sociales.
El todopoderoso petróleo no se ha librado del azote de la pandemia del coronavirus y la grave crisis creada en todo el mundo por la paralización de la economía de casi todos los países del mundo y por el confinamiento de la población y la limitación de su movilidad. La COVID-19 ha representado una dolorosa puntilla para el sector productor y exportador de crudo que ya estaba envuelto en una dura lucha de precios encabezada por Arabia Saudí y Rusia, con los Estados Unidos de vigilantes agazapados tras la autonomía que les proporciona el fracking pero que terminaron afectados muy directamente.

El coronavirus está provocando situaciones históricas en numerosas facetas de la vida de la humanidad y de sus recursos de todo tipo, entre ellos, el energético. Nunca antes se habían pagado 40 dólares por comprar barriles de petróleo. Sucedió con el crudo estadounidense porque la producción no se vendía y los almacenes para guardarlo estaban llenos. Con el precio del Brent a 15 dólares el abril. Un hecho histórico que apuntar al amplio abanico de consecuencias de una pandemia que se ha extendido por todo el planeta con una velocidad inusitada y ha obligado a parar las fábricas, las empresas, las aerolíneas, el transporte marítimo y a millones de personas que durante casi dos meses han estado confinadas en sus casas. Buena parte de los coches parados.

Las gasolineras han garantizado el suministro de combustibles y carburantes para una demanda muy escasa con las consiguientes pérdidas económicas destrucción de empleo.

En España, los ERTE han registrado un comportamiento desigual e incierto, tanto en los cobros de los trabajadores afectados como en la duración de su aplicación, con mucha reticencia del Gobierno a ampliar los plazos de ejecución como necesitan los empresarios. El petróleo es la sangre que permite el funcionamiento de la actividad económica desde las industrias de todo tipo, las fábricas, el transporte de mercancías y de personas y, a pesar de todas las campañas de desprestigio de los combustibles fósiles, seguirán siendo necesarios durante muchos años.

Por supuesto que es imprescindible luchar contra el cambio climático y evitar el calentamiento de la tierra con todos los medios posibles, pero en demasiadas ocasiones de manipulan las necesidades básicas para la conservación del planeta con intereses económicos y empresariales que sólo buscan el beneficio para un sector concreto.

Javier Fernández Arribas

Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.

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