A nivel global, en las últimas semanas se han intensificado las tensiones políticas entre los principales países del mundo. Estados Unidos y China por un lado, y Gran Bretaña y la UE por otro. En el caso europeo las negociaciones sobre las relaciones comerciales y otros lazos futuros se han estancado, y cada parte acusa a la otra de no comprometerse antes de que termine a final de año el periodo de transición. Ayer, tras la última ronda de conversaciones, las acusaciones se han intensificado.
El negociador de la UE dijo que Londres no había mostrado voluntad por romper el punto muerto, y el responsable británico argumentaba que las propuestas presentadas por la UE no cumplen con la demanda británica de ser tratado como un país independiente. Pero ambas partes acordaron una cosa: no había habido ningún movimiento en los principales escollos hacia un acuerdo sobre garantías de competencia justa o sobre la pesca.
Sin un acuerdo para regular los flujos comerciales futuros, algunas compañías temen la interrupción costosa y la confusión en la frontera a partir del próximo año, agravando su situación en un momento en que muchas de ellas están haciendo frente al impacto de la crisis del coronavirus. Altos funcionarios de la UE dicen que sólo esperan posibles avances a finales de agosto o en septiembre, pero algunos también han expresado su preocupación de que el primer ministro británico pueda avocar el proceso a una división sin acuerdo.