El cortometraje español: una historia apasionante

La obra fílmica es la comunicación de informaciones entre dos instancias situadas cada una de ellas en un extremo de dicho proceso. A comienzos del siglo pasado, las películas duran apenas dos minutos, por tanto, las primeras manifestaciones del cine son cortos. Según la Ley del cine 55/2007 publicada en el Boletín oficial del Estado (BOE) el 29 de diciembre de 2007, un cortometraje es la película cinematográfica que tiene una duración inferior a 60 minutos.

Fructuoso Gelabert filma la primera película española con argumento, Riña en un café (1897) y en 1904 Segundo de Chomón rueda El teléfono. La figura de Luis Buñuel sobresale poderosamente en la historia del cine español. Un perro andaluz (1929) es un corto que representa en su más alta expresión al surrealismo cinematográfico. Escrito en colaboración con Salvador Dalí, sus imágenes delirantes y un relato que no atiende a la linealidad narrativa permiten ejemplificarlo como un corto experimental.

Un año después, José Val del Omar, el alquimista del cine, filma Vibraciones de Granada, hermosa pieza sobre la Alhambra y puro cine de vanguardia. Durante la Segunda República se crean las Misiones Pedagógicas, que llevan a cabo una importante labor didáctica, acercando la cultura a todos los rincones del país. Agustín Macasoli y Eduardo García Maroto ruedan La proclamación de la República (1932), un trabajo de tipo documental y Edgar Neville presenta La vida privada de un tenor (1935).

Y llega la guerra civil. El país, nuestra España, se asemeja a un espectro desolador presente en todos los órdenes de la vida. En esos momentos de dolor, las películas documentales con carácter propagandístico de ambos bandos toman un protagonismo absoluto. A finales de los años 40, Luis García Berlanga y Juan Antonio Bardem filman Paseo por una guerra antigua (1948) y otro nombre clave de nuestro cine, Carlos Saura, inicia la que será una larga y brillante trayectoria con piezas como Flamenco (1955) y Cuenca (1958).

Bedford, Andrés Sanz.

Otro talento de nuestra cinematografía, Basilio Martín Patino, muestra su huella experimental en Tarde de domingo (1960). En esta década de los años 60 se incorporan algunos directores que también son referentes de nuestro cine, como José Luis Borau, que presenta En el río (1961) y Mario Camus, que deja El borracho (1961). Debutan también Francisco Regueiro, con El buen amor (1963); Iván Zulueta, con Irureta (1964); Gonzalo Suárez, que entrega Ditirambo vela por nosotros (1967); Manuel Gutiérrez Aragón, con Hansel y Gretel (1969)y Cecilia Bartolomé con Margarita y el lobo (1969), entre otros.

Durante los años 70, ya en los estertores del franquismo, la situación del país es muy tensa. La sociedad civil está encrespada y demanda libertad y conocimiento. Son significativos los primeros trabajos de José Luís García Sánchez, Gente con boina (1971), de Jaime Chávarri, Estado de sitio (1971) y de Fernando Colomo, Pomporrutas imperiales (1976). Otros cineastas distinguidos son Julio Medem, que avanzaese universo tan especial de su filmografía en El jueves pasado (1977); Fernando Trueba, con Úrculo(1977); Felipe Vega, con Objetos personales (1977) y Alfonso Ungría, que filma El amor es algo maravilloso (1979).

Ya en los años 80 y 90 inician su trayectoria Gracia Querejeta, conTres en la marca (1987); Pablo Berger, con Mamá (1988); Juanma Bajo Ulloa, con El reino de Víctor (1990): Álvaro Fernández Armero, con El columpio(1993); Javier Fesser y Aquel ritmillo (1994); Juan Vicente Córdoba, con Entrevías (1995); Juan Carlos Fresnadillo y Esposados (1996), primer corto español nominado a los premios Oscar; Alejandro Amenábar, con Himenóptero (1998); Juan Antonio Bayona, con Mis vacaciones (1999); Javier Rebollo, con El equipaje abierto (1999) y Alber Ponte, con Una luz encendida (1999).

Paseo, Arturo Ruiz Serrano.

La primera década del siglo XXI se inicia con una auténtica revolución para el formato. La innovación de las nuevas tecnologías origina un aumento considerable de cortometrajes y también se reorganiza su consumo. Destacan Rafa Russo y Nada que perder (2001); IciarBollain, con Amores que matan (2001); el maestro Víctor Erice con el sorprendente Alumbramiento (2002); Iván Sáinz-Pardo con El laberinto de Simone (2003); Rodrigo Rodero y Chatarra (2004); el albaceteño José Luis Cuerda, con Por el mar corre la liebre (2004); Daniel Sánchez Arévalo y Física II (2004); Andrés Sanz, con Bedford (2004) y Álex Pastor con La ruta natural (2004).

Bajo un ritmo de producción incesante llegan excelentes trabajos como La guerra (2005) de Luiso Berdejo y Jorge Dorado; Avatar (2005) de Lluís Quilez; Tadeo Jones (2005) de Enrique Gato; Paseo (2007) de Arturo Ruiz Serrano; El tránsito (2009) de Elías León Siminiani;El orden de las cosas (2009) de César y José Esteban Alenda e Interiorismo (2009) de los albaceteños Chema G. Arake y Hernán Talavera. En la segunda década del siglo XXI se aprecia una mayor conexión entre el cine y el audiovisual, propiciándose una formulación narrativa novedosa. Se exploran vías de experimentación sobre la representación de las imágenes y la manera de transmitirlas al público.

Por otro lado, y como respuesta al impacto de este formato, las administraciones públicas comienzan sus ayudas para la promoción de cortometrajes. Así, casi todas las autonomías del estado español disponen de sus propios programas de difusión, creados a imagen y semejanza del pionero Kimuak, instituido por el Gobierno Vasco en 1998. Siguen ese ejemplo entre otros, Madrid en Corto; Shorts From Galicia; Canarias en Corto; Laboral de Asturias; Catálogo Jara de Extremadura; Short cat, de Cataluña y Curts Generalitat Valenciana.

Entre los cortometrajes más relevantes de estos últimos años sobresalen Ámár(2010) de Isabel Herguera;Birdboy(2010) de Alberto Vázquez y Pedro Rivero; Les bessones del carrer de Ponent (2010) de Marc Riba y Anna Solanas; La manada (2011) de Mario Fernández; HorsSaison(2011) de Victoria Sáez Gil; Room(2011) de Fernando Franco; Deus et machina (2012) de Koldo Almandoz y Fuga (2012) de Juan Antonio Espigares.

Corazón, Sergio Martínez.

La calidad de nuestros cortometrajistas está fuera de toda duda. Como colofón a este listado de joyas cinematográficas, se hace necesario resaltar también Montaña en sombra (2013) de Lois Patiño; Sé Villana- La Sevilla del diablo (2013) de María Cañas; Elena Asins-Génesis (2014) de Álvaro Giménez Sarmiento; El aspirante (2015) de Juan Gautier; Microondas (2015) de Juan Cavestany; Palabras de caramelo (2015) de Juan Antonio Moreno Amador; Corazón (2016) de Sergio Martínez; El submariné(2016) de Wenceslao Scyzoryk; 23 de mayo (2016) de David Martín de los Santos; La invitación (2016) de Susana Casares; Timecode(2016) de Juanjo Giménez, finalista de los Oscar.

Los desheredados (2017) de Laura Ferrés; La inútil (2017) de Belén Funes; Matria(2017) de Álvaro Gago; Vacío (2017) de Sergio Martínez; Madre (2018) de Rodrigo Sorogoyen, otro corto español finalista en los Oscar; Cerdita (2018) de Carlota Pereda; Zain (2018) de Pello Gutiérrez; Ráfagas de vida salvaje (2019) de Jorge Cantos; Escenas de vida (2019) de Izibene Oñederra; Selfie(2019) de Nayra Sanz; Mujer sin hijo (2019) de Eva Saiz y, finalmente, Suc de sindria(2019) de Irene Moray.

El corto permite mayor libertad creativa, posibilita la experimentación y el riesgo por conseguir nuevas formas narrativas. Es, sin duda, un género con identidad propia pero también funciona como cantera del cine español. Es la savia que enriquece el panorama cultural de nuestro país. Durante los últimos años, el impacto producido por la implantación de las nuevas tecnologías ha propiciado una auténtica revolución en el universo del cortometraje. La democratización digital supone un considerable abaratamiento de la producción. Por tanto, cualquiera que disponga de un soporte adecuado, ya sea una cámara de vídeo, un ordenador, una cámara fotográfica, un móvil, o incluso una cámara Go Pro, puede crear su propia obra.

El formato, ha sabido adaptarse a todos los retos que han surgido motivados por la citada revolución digital y, por ende, a los nuevos modos de acceso a la obra. Ni siquiera la omnipresente crisis económica ha podido con este género autónomo, que se mantiene como un rescoldo dinamizador de la creación en España.

Internet ha modificado el soporte en el que se consume el producto audiovisual y tiene cada vez una incidencia más amplia en el proceso de producción y, por supuesto, en el de la distribución. Funciona como una ventana de exhibición que permite la divulgación de forma expansiva de cualquier trabajo. En este sentido, los festivales son el espacio ideal de exhibición, en los que se produce un hecho fundamental: el encuentro entre el emisor y el receptor, o sea, entre el creador y su público. Esnecesario insistir en que el cortocontiene un alto valor didáctico que debe ser aprovechado, aún más, por las administraciones públicas.

En suma, el cortometraje español enriquece de forma notable la cultura de nuestro país. Desde hace 17 años divulgo su historia y desvelo las joyas cinematográficas de un formato autónomo.Es una tarea dura pero muy hermosa porque intento coadyuvar a la formación de un espectador con espíritu crítico, que valore y reflexione sobre la riqueza temática que aporta este fascinante universo del cortometraje.