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Lunes, maldito lunes

Lunes, maldito lunes

martes 20 de mayo de 2008, 11:29h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.
¡Pobre Marianito Rajoy! Por si no tuviera bastante con los de la Cruzada Mediática Antimarianista, cada lunes se encuentran, a la hora del desayuno, con un nuevo sapo que tragarse sin perder la compostura de señor educado de provincia, como de Pontevedra, ciudad que baña el río Lérez. Aguirre y compañía, María San Gil y hoy, esta mañana, cuando el sol primaveral calentaba las aguas del lago Léman, a cuyas riberas me encuentro, José María Aznar López lanzándole recomendaciones –antes eran órdenes—sobre su liderazgo. "Siempre hay que jugar con los mejores y agruparlos en un gran proyecto", cuenta Manu Menéndez que ha dicho el marido de Ana Botella, en un acto de la FAES. Y notaréis en ello que Aznar se ha excluido de participar activamente en el rifirrafe peperil. Queda claro que el mejor es él, pero en su ausencia, tampoco es cuestión de que cargue contra Rajoy, que fue él quien lo designó como su sucesor.

La vieja aspiración del obrero, esa de que los lunes, los malditos lunes, debían ser abolidos del calendario, toma el cuerpo cincuentón del actual presidente del PePé y líder de la oposición. Menuda forma de comenzar la semana, ¿verdad? Hay que ser muy templado y haberse fumado muchos puros, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y luneados niños y niñas que me leéis, como para seguir aguantando el tipo, sin descomponer ni la figura ni el gesto. Es lo que hace Rajoy, impelido por la necesidad. Porque esta es otra.

Rajoy anda intentando templar gaitas, lo que en el caso de un gallego castellanoparlante como él, es meritorio y digno de todo elogio. "Soy el de siempre pero en la vida, de cuando en cuando, hay que moverse", dice el pontevedrés. Y la mejor forma de moverse, como me apunta ignacianamente Damián, mi redicho valet de chambre, es quedarse quieto. Y eso que ya lo dijo el santo de Loyola: “en tiempo de tribulación no conviene hacer mudanza”. ¡Coño! –con perdón--, que anda que no hay tribulaciones en el peperío… Eso por un lado. Porque, por el otro, con los tejemanejes de los barones y baronesas díscolos/as del PePé antes del Congreso es que el partido parece algo así como Gil Stauffer, la empresa de mudanzas, con camiones capitonés yendo arriba y abajo de la ponencia política. Que el fundador de la Compañía de Jesús, si se deja guiar por lo que se ve estos días en territorio pepero, a lo mejor iba y se hacía budista. Lo que yo os diga, pequeñines/as míos/as.

Digan lo que digan por ahí las lenguas de doble, triple o cuádruple filo (¡toma nota, Jáuregui!), Mariano Rajoy es la mejor solución. Al menos de aquí a un mes, cuando se celebre el congreso de Valencia. Aún le quedan unos cuantos lunes, malditos lunes, por delante. De momento, el pontevedrés veraneante en Sanjenjo (en gallego, Sanxenxo) anda de derrota en derrota mediática hasta la victoria final. Consensuada, por supuesto.
 

 
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