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Un año en Madrid

viernes 05 de septiembre de 2008, 13:27h
Ajenos a la expectación que despiertan, los dos pandas gigantes cedidos por el Gobierno chino pasan plácidamente los días en su pagoda con jardines, mimados y protegidos por los trabajadores del Zoo. Este sábado hace un año que llegaron a Madrid.
Comer, comer y comer. Eso es lo que hacen los pandas gigantes la mayor parte del tiempo en el Zoo de Madrid desde que llegaron hace un año. No es de extrañar, ya que para ingerir hasta 100 kilogramos de bambú al día como es habitual en esta especie hay que estar muy concentrado. Y entre bocado y bocado aprovechan para descansar y dormir la siesta tanto de día como de noche.

Con excepción de las primeras semanas, durante las cuales la hembra, Hua Zui Ba (Boca Coloreada), se encontró nerviosa por el cambio de residencia, la estancia de los pandas en la pagoda del Zoo que han alquilado hasta 2017 ha ido muy bien, según asegura la conservadora de mamíferos terrestres del parque, María Delclaux.

Las incógnitas que tenían sus cuidadores se han despejado al cumplirse un año. Han podido comprobar que han superado bien el calor de verano, gracias a la climatización de la pagoda y a alguna ducha extra, y que tienen garantizado el suministro de bambú de calidad, variado y en las cantidades necesarias, aunque por si acaso han plantado en diversas zonas del Zoo.

Y también están satisfechos por la relación entre ellos. La conservadora advierte que los pandas gigantes no son nada sociables, y en libertad machos y hembras sólo tienen contacto durante los tres días que dura el celo de estas osas. Aún así, nunca ha surgido ningún problema entre ellos cuando los cuidadores les han permitido compartir el mismo espacio.

Las reacciones que tienen el uno con el otro permiten que los cuidadores no descarten la reproducción natural. Pero para eso, Hua Zui Ba primero tiene que entrar en celo, como empieza suceder en esta especie a partir de los cuatro años. Ella cumple cinco el día 16. "No tiene ningún problema, sólo que es muy joven y aún no ha entrado en celo", afirma Delclaux.

Basta verlos para darse de cuenta de que se sienten en casa, sobre todo el macho, Bing Xing (Estrella de Hielo). Recostado sobre un tronco de su parte del jardín y envuelto en bambú, no deja de comer las hojas con las que parece jugar."Es una maravilla verle actuar", destaca la conservadora. Comenta, además, que tiene más actividad que Hua Zui Ba, que es tímida, y que resulta más difícil establecer contacto con ella. La osa, mientras, pasea con el movimiento lento de los pandas por su jardín a la espera de que el servicio arregle su mitad de la pagoda que comparte con Bing Xing.

Los pandas apenas se inmutan por la presencia de los visitantes del Zoo ni por las exclamaciones que se les escapan cuando los ven por primera vez. Tampoco parecen percatarse de los controles y la vigilancia a la que están sometidos por parte de los cuidadores para detectar cuanto antes cualquier problema. Y este sábado harán frente a la primera fiesta infantil que presidirán, como hizo durante años Chulín para festejar su cumpleaños. Celebran que hace exactamente un año que llegaron al Zoo y sus cumpleaños, pues los dos nacieron en septiembre. ¡Felicidades!
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