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Eduardo Subieta Arza

Una oferta a los mestizos

Una oferta a los mestizos

martes 10 de marzo de 2009, 21:52h

Una oferta a los mestizos

 

Eduardo Subieta Arza

 

05-03-2009    Las disciplinas de la Comunicación Política y el Marketing Electoral, han establecido presupuestos mínimos para emprender una acción electoral, teniendo en cuenta una acumulación política traducida en partido, movimiento o, para el caso boliviano, agrupación ciudadana. Esos presupuestos mínimos son hipótesis y puntos de partida, fundamentalmente estadísticos, sobre un Estado de la causa, que permitan poseer un diagnóstico inicial para comenzar con cualquier emprendimiento político y electoral en un determinado tiempo y espacio. A partir de ello se diseñan las estrategias y los discursos para lograr efectividad de la gestión de oferta electoral, en un, cada vez más competitivo, “mercado” electoral. Las encuestas, son insumos muy importantes que permiten establecer las formulaciones teóricas e hipótesis sobre las que deberán construirse las estrategias y acciones.

 

La Fundación Boliviana para la Democracia Multipartidaria, presentó al país la “Encuesta nacional de valores y actitudes frente a la conflictividad en Bolivia”  que gozó del apoyo de Naciones Unidas y cuyos resultados no son tan sorprendentes si tomamos una serie de estudios anteriores sobre identidad en Bolivia, pero que por su oportunidad, permiten plantear una hipótesis de trabajo para el candente proceso electoral que Bolivia afrontará durante el presente año. Resalto que no deberían sorprender, pues como afirmó el Director del ILDIS, Carlos Toranzo (durante la presentación de la encuesta en Santa Cruz),  una variedad de trabajos al respecto de la autoidentificación de los bolivianos, a lo largo de las últimas dos décadas, establecen similares criterios sobre la consideración en su contexto de identidad. No obstante, y como manifestó el mismo Toranzo, la similitud de los resultados de los trabajos, solamente tuvo un momento de quiebre y diferencia, en los resultados del Censo 2001.

 

La Encuesta revela que el 68% de los bolivianos se consideran mestizos y solamente un 20% se considera indígena u originario. En el occidente boliviano el índice de identificación con el mestizaje baja a 60% y en la “media luna” sube a un 80%. El razonamiento de Toranzo, establece que sucesivos trabajos de investigación de autoidentificación han establecido similares resultados, pero solo el Censo mostró resultados distintos, por la simple y maravillosa situación de que la alternativa “mestizo”, no se encontraba en la plantilla de encuesta de la consulta oficial del año 2001. No obstante y asumidos los criterios, la encuesta nos revela un Estado de la causa Marzo de 2009, que debería proponer los iniciales argumentos para desarrollar una oferta electoral alternativa a la posición oficial del gobierno de turno, que construyó sus fundamentos de discurso y acción en base a los datos del Censo 2001 como la verdad paradigmática del país.

 

La especie humana es el resultado de múltiples mestizajes desarrollados a lo largo de su marcha histórica. A estas alturas de la historia, la ciencia ha demostrado sobradamente que el ser humano en sus variedades culturales es parte de múltiples mezclas que han construido diferencia de acuerdo a las formas de adaptación, medio ambiente y desarrollo cultural. Personalmente considero que la preservación cultural de formas identitarias autóctonas es base fundamental para recibir los embates de formas culturales industriales y globales que son imposibles de rechazar y deben ser recibidas de forma crítica. No obstante, constituyen la condición de relacionamiento de la especie humana en tiempos de un acelerado desarrollo de los soportes tecnológicos de la comunicación. Por tanto las identidades individuales responden también al factor del mestizaje cultural y a la multiplicación de formas de relacionamiento humano que trascienden los alcances locales y llegan bajo sutiles formas de cultura global.

 

Los bolivianos somos concientes de nuestras formas de identidad variadas en el espacio local, pero debemos darnos cuenta del impacto de las formas de identidad global que nos viene afectando (para bien y para mal) que nos hacen comunes a los mismos bolivianos de más allá, a nuestros vecinos regionales de América Latina y a los seres humanos esparcidos sobre la faz de la tierra. El mestizaje encierra muchos aspectos que trascienden las sangres españolas e indígenas mezcladas a lo largo de 500 años. Ese “chenko” conceptual y cultural se manifiesta en las ciudades fundamentalmente, sin ser un fenómeno urbano estrictamente. El mundo rural también ha comenzado a ser afectado con el vértigo del acceso de las formas tecnológicas. La encuesta refleja con elocuencia el hecho.

 

El discurso político debe tomar nota de estos aspectos y responder a esa forma de identificación individual manifestada en varios estudios como el mencionado líneas arriba o el de la Fundación UNIR, realizado hace muy pocos meses, con similares resultados en la situación encuestada. El mestizaje es una forma de identidad moderna y racional con nuestro propio contexto histórico, pero también con el contexto mundial de movimientos migratorios, de interracialidad, de intercambio cultural, de comercio internacional, de deslocalización territorial, de desarrollo de la Tecnologías de Información y Comunicación, entre miles de formas de intercambio más.  La inminente carrera electoral deberá tomar en cuenta esta situación de relacionamiento con los electores individuales que se asumen mayoritariamente mestizos, de sangre y de cultura, pero que buscan volver a sentirse parte de una identidad mayor y envolvente como debiera ser la boliviana. Es tiempo de replantear los discursos y las acciones hacia el ser mestizo que es en esencia el ser que aspira ser cada boliviano. 

 

 

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