Dentro del mismo, diversas autoridades civiles y militares ya habían ocupado sus puestos en los palcos destinados, a un lateral de donde se situarían Sus Majestades más tarde. Y perfectamente firmes y solemnes, varios destacamentos de tierra, mar y aire, además de la banda de música.
El primero en llegar fue el alcalde de Santander,
Íñigo de la Serna, quien fue recibido con gritos de "¡Guapo" y "¡Viva el alcalde!". A continuación, el presidente regional
Miguel Ángel Revilla, a quien también se vitoreó, seguido de la vicepresidenta
Lola Gorostiaga y el delegado del Gobierno en Cantabria
Agustín Ibáñez hicieron acto de presencia.
Momentos después accedió al recinto el coche oficial de los Reyes, quienes fueron recibidos con aplausos y gritos del público, a los que respondieron saludando con la mano. Tras las presentaciones pertinentes, el homenaje comenzó, en medio de una gran solemnidad, con el disparo de 21 salvas de orden. Posteriormente, el Rey pasó revista a la fuerza y saludó a las distintas autoridades presentes, para desplazarse al palco.
Descenso en paracaidas
A continuación se produjo el acontecimiento más espectacular de la mañana, que fue ampliamente aplaudido y vitoreado por los asistentes. Fue la llegada desde los cielos de tres paracaidistas, de los cuales uno portaba una enorme bandera de España. Los tres, pertenecientes a la Patrulla Acrobática Paracaidista del Ejército del Aire (PAPEA), descendieron de un C-212 Aviocar de la Base Aérea de Alcantarilla (Murcia) desde una altura de 4.000 metros. Aterrizaron de manera perfecta en la plataforma indicada y llevaron con gran seriedad la bandera al mástil, donde fue izada con grandes honores y con el himno de España de fondo.
Posteriormente se produjo un pequeño desfile para mostrar mostrar las enseñas y estandartes históricos y de uniformes militares usados a lo largo del tiempo. Los soldados participantes se situaron a ambos lados de un monolito con un fuego delante que rezaba 'A los que dieron su vida por España', y a continuación, dos mujeres militares -una de Tierra y una de Aire- colocaron una corona sobre el monumento mientras la banda interpretaba pieza 'La muerte no es el final', que se usa en los actos de homenaje militares.
A esto le siguió una oración por la vida eterna de los caídos y la pieza musical 'Toque de oración'. Tras ello, sonó una salva de ordenanza y el acto finalmente concluyó con una pasada sobre los cielos de la Patrulla Águila, que dejó una estela de humo con los colores de la bandera de España y que fue muy aclamado por el público.
Tras ello, los distintos efectivos militares se retiraron de la zona, junto a los estandartes de época, entre aplausos de los asistentes, que lanzaron vivas a España y a los Reyes, quienes abandonaron el recinto poco después junto a resto de autoridades.