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Opinión

Periodismo, ser o no ser

Periodismo, ser o no ser

martes 23 de marzo de 2010, 11:37h

El periodismo es un oficio antiguo que hunde sus raíces en el afán de  conocer y en la crítica, en la necesidad de entender, para poder así contar, y debatir.  A  lo largo de su vida, ha conocido muchos soportes tecnológicos.

   A la crisis  económica actual, la primera gran crisis del siglo XXI, se ha superpuesto - en nuestro caso - otra interna y propia que ya venía avisando,  y que finalmente llegó,  vaciando estudios de radio y televisión, desmantelando redacciones. Tanto  da si el periódico es grande o pequeño, cabecera histórica o gratuita, si su proyección es local o nacional.

   Aunque ha costado reconocerlo, la crisis económica que enfrentamos es grave, y el camino de salida no se vislumbra fácil. Afecta  con parecida intensidad a trabajadores de la banca y a albañiles, a pequeños empresarios o a obreros metalúrgicos. Pero ya que  de periodismo hablamos, habría que dejar constancia de que a la actual situación  no se llegó tan sólo por la  contracción de la publicidad, o la poderosa  implosión de las nuevas tecnologías.  Ha habido también -  y de eso se habla menos, y en sordina -  inconfesables intereses, toneladas de conformismo, raudales de manipulación,  confusión  interesada entre información y espectáculo, una insoportable levedad de contenidos.  Y como resultado inevitable, un creciente descreimiento hacia los medios tradicionales  en amplios sectores de la población.

   Este es el momento en el que los grandes grupos de comunicación se observan entre sí, de reojo, preocupados e incrédulos.  La pregunta es unívoca y transparente: ¿qué hacer?  Las respuestas, sin embargo,  se antojan múltiples, difusas,  en no pocos casos inmanejables.

   Como sucede en cualquier crisis, sólo hay salida hacia adelante: buscando en lo desconocido, rectificando donde sea necesario, reivindicando comportamientos, ejemplos; es decir, personas. Desde Andalucía,  hay un nombre muy a mano al que me quiero referir, Manuel Chaves Nogales. En tiempos como estos, de tanta pereza mental e interesadas  trincheras, conviene conocerlo. Vivió una época difícil, y toda  su vida ejerció de periodista independiente,  testigo de una época que se precipitaba hacia el abismo. En un momento crucial de nuestra historia común, no quiso dejarse arrastrar por los odios cainitas que asolaban el país; hombre culto y sensible, lo vio venir a tiempo, y se pronunció con  honestidad. Finalmente, el vendaval de la guerra lo llevó al exilio, a una muerte temprana en Londres. Tenía entonces 46 años.

   Hay un conjunto de relatos formidables para aspirantes a periodistas, relatos que recogen distintos escenarios y personajes de aquel verano del 36. Impagable su honestidad, su mirada crítica, su distanciamiento de las personas y grupos que nos llevaron a la tragedia, su cercanía con los españoles de a pie. Un hombre lúcido, un periodista honrado, un ciudadano comprometido. Por estas razones, durante muchos años militó en el olvido. Sí, un ejemplo para quienes quieran enfrentar desde la honestidad - que tanto se echa en falta -, el oficio de periodista: una profesión que se ejerce desde la curiosidad intelectual… y desde la crítica.  En eso consiste.

                                          Paco L. Murillo  

                                          [email protected]

 

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