Unas elecciones muy en clave "nacional"

No puede decirse que la campaña electoral catalana haya despertado, en general, muchas pasiones en los cenáculos políticos madrileños. Aquí, la pelea entre los dos grandes partidos sigue por otros derroteros más centrados en la preocupante situación económica o en la grave crisis abierta entre Marruecos y el Sáhara Occidental que ha desbordado al nuevo Gobierno de Zapatero.

Pero la campaña ha sido un asunto que ha interesado  mucho menos en la calle en donde los ciudadanos tienen  otras preocupaciones, y no precisamente si ganará Artur Mas o José Montilla el próximo domingo en Cataluña.

Si acaso, la comidilla -bien alimentada por los medios de comunicación, todo hay que decirlo- ha sido el desafortunado vídeo-juego de Sánchez Camacho  -Alicia Croft.- en el que no se le ocurrió otra cosa mejor que lanzar inmigrantes ilegales en paracaídas. O el de  Montserrat Nebrera y sus eróticos gemidos ‘emitidos’  para conseguir un hueco en los informativos, objetivo que logró, eso sí. Por no hablar de las boutades del candidato de ERC, Joan Puigcercós, y sus raciones casi diarias de insultos, el último, a los votantes del PP a los que ha comparado con “burros” que van a las urnas “con orejeras”.

Lamentablemente, eso es todo lo que ha dado de sí aquí la campaña.
 
En cambio, en el Congreso de los Diputados, que es una isla en la que sus habitantes – sus señorías los diputados- se alimentan de otros platos que no están en el menú diario del resto de los españoles, si que se han seguido con bastante atención los mensajes de los principales candidatos a presidir la Comunidad de Cataluña.
 
Especialmente los que ha lanzado en clave interna a Rodríguez Zapatero el actual inquilino del Palau de la Generalitat, José Montilla, al que si aciertan las encuestas le quedan horas en su papel de molt honorable president.  Ese  “todos tendrán que tomar nota” de lo que ocurra el domingo, incluido el presidente del Gobierno, no cayó muy bien en Ferraz en donde  Marcelino Iglesias, el nuevo secretario de Organización del PSOE, se apresuró a devolver ‘el mensaje’ al candidato. Nada de compartir la derrota, “la repercusión, la responsabilidad y el efecto” de las elecciones, dijo, se quedarán en Cataluña y nada más que en Cataluña. No hay que olvidar que Montilla. tras las anteriores elecciones, se pasó por el ‘arco del triunfo’ las exigencias de Zapatero de que cerrara un pacto con CiU y no reeditara el tripartito. Y así le ha ido. 
 
Cataluña, junto a Andalucía, siempre ha sido decisiva para que el PSOE pueda ganar en las generales. Y tanto el PSC como Zapatero lo saben, por eso los socialistas temen tanto al fantasma de la abstención. La derrota de Montilla este 28-N tendrá un innegable impacto, primero, en las municipales  y autonómicas de mayo del año que viene, y luego, en las generales de 2012. Las expectativas en ambos casos para el PSOE – a día de hoy, al menos- no pueden ser más nefastas.
 
Si gana CiU pero Artur Mas no logra mayoría absoluta va a ser interesante ver con quien pacta. Rajoy no tiene duda de que llamará a su puerta en previsión de que él le corresponda si llega a convertirse en presidente del Gobierno. Y Zapatero, por su parte, tampoco  descarta sumar a los nacionalistas catalanes a su ajustada lista de aliados parlamentarios, algo difícil pero no imposible.
 
De todo esto, que es lo que les interesa a los políticos pero no a los ciudadanos, si se habla en el Congreso de los Diputados. Allí unos y otros están empezando ya a tomar posiciones de cara al futuro. Cataluña, pues, es decisiva.