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Periodistas, especie protegida

domingo 06 de febrero de 2011, 18:12h
En Egipto ha muerto ya un periodista, uno más de las decenas de informadores que morirán este año en el ejercicio de su profesión para que  los ciudadanos del mundo sepan lo que pasa en los lugares más conflictivos. La lista de periodistas españoles que han dejado su vida en conflictos es larga y aún está abierta la dura batalla por castigar a quién mató a José Couso. Aunque está cambiando mucho el periodismo y alguien podría pensar que basta el periodismo ciudadano –como en Egipto o en Túnez-, informar no puede ser un hobby. Sin periodistas cualificados e independientes no hay información de calidad.

Pero no sólo es la vida lo que se juegan. En esta España de hoy hay cientos de periodistas a punto de perder su puesto de trabajo. Varias empresas van a despedir o lo están haciendo ya, a cientos de periodistas, en muchos casos los mejores, los más cualificados. Dicen que es un intento de no echar el cierre, aunque sea a costa de bajar los niveles de calidad de los medios hasta límites intolerables. La precariedad laboral y los sueldos cada vez más bajos amenazan la credibilidad de una profesión básica para el control de la calidad de la democracia.

También hay vendettas contra periodistas. El último caso es de Ramón Ferrando, un veterano y sólido periodista del diario Levante, que ha cometido la osadía de filmar a un grupo de funcionarios de la Ciudad de la Justicia de Valencia que llegaban a primera hora de la mañana, fichaban y se iban a su casa. Son, al parecer entre 50 y 80 de un total de 1.400. Pero en lugar de que se abriera una investigación para acabar con el fraude, sonrojar a esa minoría que deja en mal lugar a todo el colectivo y depurar responsabilidades, en la Ciudad de la Justicia y en la Fiscalía valenciana han estado colgados durante días carteles y pasquines con la foto del periodista, “para que sepas quién es. Viene mucho por aquí”.  Sonrojante, si no fuera un atentado a la libertad de información.     

Es cierto que hay cada vez más medios que mezclan información y opinión y otros que la convierten en espectáculo. No todo es así. Nos acaba de dejar una espléndida periodista de agencia, Susana Olmo, que trabajó para buscar la noticia, contrastarla y ofrecerla a los ciudadanos. Hay muchos más ejemplos de un periodismo de verdad que no debe morir nunca. Enrique Meneses es un joven periodista de 80 años, que amarrado al oxígeno y con el cuerpo marcado por las operaciones y la quimio, no renuncia a enseñar desde su blog todo lo que ha aprendido hace años en Cuba, en Egipto o en Serbia. Gervasio Sánchez, sin renunciar al periodismo diario, está llevando su compromiso de siempre su trabajo de años, “Desparecidos”, por meda España y medio mundo. Si sufre el periodismo, sufre la libertad y entra en riesgo la democracia.
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