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Telecinco, por el share te la hinco

lunes 28 de febrero de 2011, 09:21h

                He desintonizado T5 y todas sus afiliadas de mi televisor. Tiene que haber algún modo de frenar una estupidez tan dañina.

En España las audiencias se miden con 4.500 audímetros que, supuestamente, representan a la sociedad española. De esos estudios heterodoxos se deduce el coste por GRP, medida principal con que las centrales de medios realizan las planificaciones de sus clientes, los anunciantes que invierten sus presupuestos millonarios según lo que las centrales les sugieren.

                Y al final de toda la cadena de despropósitos están las cadenas de televisión y las productoras que les suministran los contenidos. Como los datos de los hogares con audímetro son secretos, se me ocurre que lo mejor es apelar a la verdadera audiencia de los programas, es decir, tú y yo.

Es evidente que entre programas como Sacalalengua o Redes (la o 2) y Sálvame o GH media no ya un abismo, sino una completa y diversa concepción de la sociedad.

                De manera análoga, entre una propuesta televisiva como la de la Sexta o la de Antena 3 por poner dos alternativas editoriales, y Telecinco y sus franquicias hay tanta distancia como la que va de Berlusconi y sus bunga-bunga a Gordon Brown y sus recortes sociales. Ah, sí, claro: no se me olvida que telecinco es invento del mismísimo Berlusconi.

                Telecinco es bazofia. Y su concepción de la sociedad es que sus televidentes son bazofia y que sus trabajadores son bazofia, desde los presentadores a los guionistas pasando por los realizadores, directores, iluminadores y regidores que, al fin, no han hecho nada para mejorar la oferta televisiva que fabrican, salvo poner la mano a fin de mes y dejarse arrastrar por la hez que sale de los platós y se desliza por los pasillos y despachos hasta los bolsillos de Berlusconi vía Paolo Vasile, el cooperador necesario que obtiene sus prebendas y beneficios de manera tan poco honorable, aunque indubitadamente legal.

¿Y su adudiencia millonaria? Me temo que sin darnos cuenta estamos alimentándonos de mugre. Tal vez no seamos culpables, pero sí responsables cada vez que, pudiendo elegir otra cosa, aceptamos la suciedad que telecinco esputa.

                Telecinco es el insulto permanente a la inteligencia social, a la bonhomía, a la cultura, a la información y a la profesionalidad televisiva. Es un artefacto pernicioso que ensucia cuanto toca y cuanto se le acerca, por limpio, sano o inocente que pudiera ser. Los que hacen la Noria y los que aceptan participar en las peleas de lodo disfrazadas de debates políticos, los que hacen Sálvame y los que asisten como público y hasta los que preparan los comistrajos que engullen los especímenes que en el bodrio participan; los productores de Buena Ley y los actores de tercera regional que dan vida a los pleitos que se dirimen falsamente en su plató; las chicas guapas que presentan Vuélveme loca y los creativos que proporcionan los títulos a los programas, tod@s son cómplices en distinto grado de culpabilidad de estar corrompiéndonos.

                ¿A nadie se puede redimir? Posiblemente a David Cantero y a Christian Gálvez y a Carme Chaparro y a alguno más porque también en los estercoleros crecen flores, pero al igual que éstas no convierten el muladar en jardín, tampoco estos damnificados hacen de telecinco un modelo social de mass media.

                Es responsabilidad nuestra, de los televidentes, de la sociedad, ser capaces de definir si no el modelo de televisión que queremos, sí el límite a partir del cual empieza el que no queremos. Telecinco es un tumor social que nos envenena y que actúa de forma semejante a las células cancerígenas que consiguen engañar al sistema inmunitario: sin darnos cuenta nos está pudriendo las entrañas.

                Puede que no sea mucho, pero desintonizando sus canales me protejo y protejo a los míos y empiezo una protesta individual. Puede que no sea mucho, pero sé que comiendo fruta y verduras se reduce el riesgo de cáncer. Puede que no sea mucho, pero igual que evito los carbohidratos simples, algunos edulcorantes y hasta la fructosa por su alto riesgo pro cáncer, evitar no ya ciertos programas sino toda una dieta televisiva equivale a protegernos mentalmente contra la podredumbre interna.

                No sé qué pensarás hoy, lector, de mi columna; no sé si te parecerá injusta o exagerada, pero puede que sí estemos de acuerdo en que hay cosas que envenenan el alma. Telecinco es una de las más peligrosas. Y es tan letal como legal.
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