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Saquemos a Bildu de la campaña electoral

viernes 06 de mayo de 2011, 09:42h
La campaña electoral, que ya ha iniciado su andadura de manera oficial, sigue sin ocuparse de los problemas cotidianos de los españoles en su relación con sus representantes más inmediatos: los ayuntamientos y su Comunidad Autónoma. Hasta ahora, ha sido ETA la que ha estado en los debates políticos y esa coalición, Bildu, que se ha beneficiado gratuitamente, gracias a la torpeza de instituciones, partidos políticos -sí, de todos- y medios de comunicación, de una publicidad que, en términos comerciales, les hubiese costado muchos millones de euros. Escuchando esta mañana ciertos comentarios en las radios y televisiones, leyendo algunas columnas y editoriales, da la sensación de que, efectivamente, la campaña para las elecciones locales y autonómicas queda en un segundo lugar: la ‘legalización in extremis’ de Bildu por el Tribunal Constitucional, contrariando así al Supremo, se llevaba, como es lógico, todos los titulares. Al margen de la mayor o menor justificación que el TC haya encontrado para esa mínima victoria de quienes pensaban que Bildu debe estar en las elecciones del próximo día 22 -nosotros ya expresábamos nuestras dudas sobre la contundencia de los argumentos de la Fiscalía-, pensamos que esta cuestión no debe emplearse electoral(ista)mente: culpar al Gobierno, por su debilidad y ambigüedad, de lo ocurrido sería tan injusto como echarle la culpa a la oposición por su actitud cerrada. O como centrarlo todo en la ‘docilidad’ de los magistrados a presuntas (o reales) instrucciones de quienes los nombraron. La verdad es que de ‘este’ TC tenemos la culpa todos: el PSOE y el PP, que lo manipularon, los medios de comunicación, que en algún momento miramos hacia otro lado o hicimos el caldo gordo a lo que los partidos decían, algunos presidentes autonómicos, que pretendieron anularlo... Y, claro, los propios magistrados del TC, que, en lugar de dimitir cuando su mandato vencía sin posible acuerdo para ser sustituídos, han seguido sentados cómodamente en el rentable sillón. El resultado ha sido ‘este’ Tribunal Constitucional, desprestigiado y escasamente operativo. El TC de la sentencia que nadie ha seguido sobre el Estatut de Cataluña. Un TC que debe hacernos meditar sobre la urgencia de introducir reformas en la Constitución, que es algo de lo que los partidos políticos no quieren siquiera oir hablar. Pero, con todo, es el TC que tenemos, un pilar de nuestro sistema democrático, y por ello hay, tragando sapos, que respetarlo. Asusta escuchar algunos comentarios que lo quieren directamente subordinado al Ejecutivo de turno -al de Zapatero- Rubalcaba en este caso. Alarma ver con qué facilidad se sugiere que los magistrados del alto Tribunal están al borde de la prevaricación. Preocupa comprobar cómo aquí nadie cree que nuestra democracia se asiente en los principios de separación de poderes diseñados por Montesquieu. En estas condiciones, se inicia una campaña electoral en la que los mítines, terreno propicio para la sal gorda y el despropósito con tribuna, cámaras y micrófonos, amenazan con ser el marco de improperios contra el adversario que vayan mucho más allá de lo que a una razonable convivencia en democracia convendría. ¿Va a resultar imposible sacar a Bildu y sus derivadas de la campaña? ¿Seguirán nuestros responsables ajenos a la construcción del país -ahora toca hablar del territorio- para seguir cuarteándolo? No podemos, en estas circunstancias, sino hacer, desde este modesto rincón, una llamada a la moderación, al realismo político, a velar por los intereses reales de los españoles. El debate pseudojurídico en el que se han embarcado algunos no nos lleva, definitivamente, a ninguna parte: más valdría aprender para el futuro que el conjunto de dislates generalizados en el que probablemente todos hemos incurrido no puede repetirse por cuarta vez. Bildu, irremisiblemente, va a estar en las urnas. Ahora, con la polémica entre los demócratas, no le demos más votos. Y tomemos nota de las reformas legales que hay que introducir en nuestro entramado legal para que la Justicia no sea nunca más piedra de escándalo para los españoles ni motivo de burla para quienes aborrecen el sistema. El Constitucional desvincula a Bildu de ETA-Batasuna y estará en las urnas
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