Días atrás les contábamos en Diariocrítico cómo una de las prioridades fundamentales en el PSC era impedir un gobierno ultra-nacionalista producto de un acuerdo post-electoral entre CiU y ERC. Lo cierto es que los socialistas trabajaban sobre seguro, porque las matemáticas no fallan.
Es cierto que podía darse la posibilidad de ese acuerdo entre la formación de Artur Mas y la de Carod-Rovira, sobre todo si CiU hubiera ‘roto' las urnas en el sentido de haber obtenido más de 54 diputados como decían. Pero no ha sido el caso y, por otro lado, ERC ha perdido escaños, o lo que es lo mismo, fuerza negociadora, y en esas circunstancias no parece un buen maridaje lo que antes ya era casi imposible.
Mas se ha apresurado a salir a opinión pública a gritar que ha ganado ‘totalmente' las elecciones, y no como las vez anterior. En estos comicios ha ganado al Partido Socialista en votos y también en escaños. Es cierto, y nadie se lo niega. Pero José Montilla ha salido también para anunciarle que quiere ser el siguiente molt honorable president, para lo que va a empezar a trabajar de inmediato.
Claro, que para ser president necesita reeditar el tripartito con ERC y con ICV-EUiA. Los segundos lo han venido pidiendo a lo largo de toda la campaña. Los primeros se van a dejar querer, pero nadie duda que puede que ‘traguen' porque Carod sea ‘reina madre' como presidente del Parlament y Puigcercós entre en el Gobierno de Montilla. Lo hará probablemente como conseller en cap, pero, si dale adelante la estrategia socialista, con facultades más ‘disminuidas' que las que tenía Carod en ese mismo cargo.
Montilla quiere ser president, pero ¿lo quiere también Rodríguez Zapatero? ¿Hubo promesa el 21 de enero en Moncloa a Mas de que el sucesor de Maragall sería el convergente? De verdad que vamos a asistir a un espectáculo apasionante durante las próximas semanas.
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