martes 15 de noviembre de 2011, 10:39h
La
Democracia tiene los recursos suficientes para defenderse y para corregir
aquellos excesos que pongan en peligro los intereses del conjunto de los
ciudadanos. El relevo que se ha producido en la jefatura de los gobiernos de
Italia y de Grecia ha suscitado un profundo debate sobre la prevalencia de la
clase política frente a los que se llama "los mercados". Hay que recalcar que
no hay duda sobre la necesidad de preservar la soberanía popular que elige a
sus gobernantes en elecciones libres; sin embargo, la historia nos ha enseñado
la imperiosa necesidad de evitar la utilización del poder de forma negligente,
incapaz y con consecuencias muy negativas aunque se haya alcanzado
legítimamente con los votos. El caso más extremo, evidente y manido es el de
Adolf Hitler en Alemania. En Italia o en Grecia no se había llegado, ni mucho
menos, al desastre general que supuso el nazismo en el poder, aprovechando el
sistema democrático en medio de una gravísima crisis económica. Pero sí era urgente para la economía y la
estabilidad de esos países y para el resto de los europeos y del mundo, un
cambio inmediato en el gobierno utilizando los recursos democráticos previstos
en la Constitución de ambos países que confiere a la Jefatura del Estado la
facultad de intervenir en situaciones de clara emergencia. Sin duda, hay que
delimitar muy claramente estas situaciones y la opción presidencial para no
ingerirse en atribuciones gubernamentales sin un motivo evidente de clara necesidad
para el interés general.
Es imprescindible que el poder político ostente y
ejerza el poder real frente a las entidades financieras y los mercados, sin
alma, que pretenden imponer siempre sus insaciables intereses, gracias al error
político de un exceso de deuda y déficit. En los casos de Italia y Grecia se
trataba del interés general ante la prepotencia insolente de un empresario
populista como Berlusconi y ante la pasividad de un poco fiable Papandreu. Los
dos políticos han dado sobradas muestras de falsear los datos y realizar
promesas de reformas y ajustes para no cumplirlas, a pesar de su gravísima
crisis. En España, fue el poder político del presidente Zapatero quien afrontó
los ajustes en mayo de 2010 y ahora tendrá que continuar y mejorar esa labor el
ganador de las elecciones del 20N. No nos hace falta un tecnócrata en la
presidencia del Gobierno mientras los políticos asuman su responsabilidad y
antepongan el interés general al suyo propio con un diagnóstico veraz y
riguroso de la situación y la adopción de las medidas necesarias por encima de
previsiones electoralistas.
Periodista. Director de 'Atalayar, entre dos orillas'. Colaborador en diversos medios como Punto Radio, Onda Cero, COPE, El Independiente y Colpisa. Colaboro en COPE, Colpisa, TVE, RNE y Diariocritico. Es autor de libros como 'Casco azul soldado español' o 'Misión: Líbano'. También fue director de los estudios 'Cómo informar sobre infancia y violencia' y 'Cómo informar sobre violencia contra la mujer en las relaciones de pareja' en colaboración con el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia.
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