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Semana crucial para la UE

Europa, entre el estupor y los dedos cruzados

Europa, entre el estupor y los dedos cruzados

- Carol Pérez San Gregorio, corresponsal en Bruselas

lunes 05 de diciembre de 2011, 10:48h
Durante 50 años nadie había creído jamás la posibilidad remota de que la Unión Europea y su proyecto más ambicioso, la unión monetaria, se fuera al traste. Y sin embargo, de repente, nadie excluye la posibilidad de que esta crisis que empezó siendo financiera, acabe llevándose por delante los más preciados tesoros del Viejo continente debido a la incapacidad política y la potencia de los especuladores. Como si de la crisis de 2008 no se hubiera aprendido nada, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se reúnen esta semana -el jueves los miembros de la moneda única y el viernes los 27- para encontrar una fórmula mágica que logre sacarles del tiovivo sin fin en el que están montados desde hace meses, mientras la economía real da sus últimas bocanadas. Los brotes verdes, tampoco a nivel europeo, han aparecido y todas las previsiones apuntan a un estancamiento que podría culminar en recesión.
La pasada semana el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, advertía que el continente ha entrado "en un periodo crítico de 10 días para completar y concluir la respuesta de la UE a la crisis".   "Tenemos que continuar trabajando especialmente en dos frentes: garantizar que tenemos suficientes y creíbles cortafuegos financieros para contener las turbulencias de los mercados y al mismo tiempo necesitamos reforzar más nuestra gobernanza económica",  defendió en referencia al refuerzo del fondo de rescate para países endeudados a través del Fondo Monetario Internacional, último recurso encontrado tras el fracaso para apalancarlo de manera europea hasta el 1 billón de euros.

Pero Rehn mencionaba otro punto que se ha convertido en una de las líneas rojas de la canciller alemana, Angela Merkel, y que amenaza por ello a un fracaso en la cumbre de Bruselas.  El comisario celebraba que el Banco Central Europeo (BCE) está jugando un papel "muy amplio" en la respuesta a la crisis, algo que Alemania quiere limitar a toda costa para no incentivar a los países del sur, como España, a gastar sin mirar la factura, como han demostrado tener propensión. Pese a que los nuevos gobiernos tanto de Grecia, Italia y España han prometido austeridad a sus socios europeos, no parece que Berlín se sienta más segura y ello le permita comprometerse a otro de los elementos considerados necesarios para salir del bache: la creación de un mercado de eurobonos donde la deuda sea comunitarizada.

El primer ministro portugués Pedro Passos Coelho reconocía recientemente el desafío: "Tenemos que encontrar una respuesta. Si no lo hacemos, claro que podría representar el fin de la Unión Europea", consideró.

Pero no sólo los políticos se ven obligados estos días a salir a la palestra. Podría decirse que todo el mundo filosófico europeo está en ebullición. El propio Jürgen Habermas, desde el Instituto Goethe de París, ha mostrado su indignación ante los acontecimientos. "En este caso hablo como ciudadano. Preferiría quedarme sentado en mi casa, en mi despacho, créanme. Pero esto es demasiado importante. Todo el mundo tiene que entender que nos enfrentamos a decisiones críticas. Por eso me implico personalmente en este debate. El proyecto europeo no puede seguir con este carácter elitista". "Condeno a los partidos políticos. Hace tiempo que nuestros políticos son incapaces de aspirar a algo más que a ser reelegidos. No tienen en absoluto fundamento político ni ninguna convicción", manifiesta.

En la misma línea se pronuncia Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995 y uno de los arquitectos de la moneda única europea. A su juicio, la zona euro es defectuosa "desde su creación y los esfuerzos para superar la crisis por la que atraviesa han sido pocos y han llegado tarde".

En una entrevista publicada ayer en el diario británico The Daily Telegraph, uno de los padres del Tratado de Maastricht apunta que "los políticos que lanzaron la moneda única optaron por no tener en cuenta las debilidades y desequilibrios" que había en las diferentes economías.

Ahora queda por ver si los jefes de Estado y de gobierno no se dejan llevar por el repentino y volátil optimismo mostrado por los mercados a finales de la semana pasada -dopados por la inyección de liquidez de la acción concertada entre los bancos centrales- y serán capaces de descruzar los dedos para comenzar a actuar. Ya todo el mundo sabe que las súplicas para que la crisis escampe no van a ser atendidas y el statu quo no resistirá una recesión económica.
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