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El dilema de la disyuntiva del brete de tomar decisiones

El dilema de la disyuntiva del brete de tomar decisiones

viernes 01 de junio de 2012, 22:00h
Al presidente Rajoy nunca le ha gustado tomar decisiones. Algunos pensamos que ni tan solo está capacitado para ello: es un especialista en dejar pasar el tiempo esperando que los problemas se arreglen por sí solos.

En estos momentos el gobierno que concentra más poder de la historia de España y de las Españas está debilitado y desnortado. La ya tristemente famosa y patética rueda de prensa del presidente en la que pudimos ver a un Rajoy groggy no ha sido más que el prólogo de una semana -otra más- de despropósitos financieros acumulados que parece haber cerrado con tres datos a cuál más espeluznante: una bolsa a punto perder el índice 6.000 (hace tres años tres estaba en 12.000) una prima de riesgo a punto de cruzar el punto de no retorno y la filtración de los lamentos del presidente porque lo que "le" (¡¿?!) está pasando es injusto, como si todo esto fuera una confabulación infantil contra él. Será que el profe le tiene manía.

El problema Bankia estalla ahora, pero cuando se planificó el parto de los montes algunos ya lo advertimos: meter la basura debajo de la alfombra no hace desaparecer la mugre; ni tan solo la camufla. No haber tomado las decisiones adecuadas en el momento en que se previeron es una torpeza y una irresponsabilidad del tercer presidente mediocre/tóxico consecutivo de España: lo lógico, lo sensato, lo que debió hacer era crear un banco malo (no un parking de activos sobrevalorados como siempre propuso Montoro) y planificar la amortización de las depreciaciones permitiendo a los accionistas de los bancos absorberlas con el menor dolor posible.

Este presidente no fue capaz de tomar la decisión de nombrar un vicepresidente económico que moderara entre los dos ministros de la cosa y que interlocutara ante las instituciones financieras que en el mundo son: realmente en su inopia este señor creyó que todo se arreglaba con mayoría absoluta y confianza confiancita confiantirurí ¿en él? ¿en la suerte? ¿en doña Merkel?

Después tampoco fue capaz de realizar unos PGE que se presentaran y aprobaran en enero, en lugar de en abril, convencido de que el gran estratega andaluz arrasaría en las elecciones de por allá. A partir de ahí, el desnorte y la improvisación tomando medidas ha sido de antología: empezando por esa negativa absurda a no subir el IVA cuando tenía lógica y hacerlo con el IRPF, condenando aún más la capacidad del erario público en un país con desempleo creciente; o el mantenimiento de las valoraciones de suelo hasta que fueron insostenibles; o los recortes en sanidad y educación para luego malgastarlos en Bankia (Esquirla: a ver si nos hacemos una idea, el agujerete que los caballeretes de Rato nos dejan equivale a 170 veces el presupuesto de incentivo a PYMES o a un incremento del 500% en el presupuesto de fomento al empleo o aumentar en casi un 300% los dineros destinados a educación y sanidad). Lamentablemente, aún hemos de ver más ocurrencias improvisadas; entre tanto, las fugas de capital privado de España en los 5 meses que llevamos del año ya superan a todo lo que salió en 2011.

Al principio el problema era la falta de confianza en España. Luego fue un traspaso de los papeles del poder plagadito de engaños. Luego fue la herencia del psoe. Luego los mercados. Luego Standard & Poor. Luego la herencia. Luego la deuda externa. Luego la herencia. Luego las CCAA, luego la Herencia... ahora que Guindos no es un político o que hace mucho calor o que llueven ranas.
Lo que no se asume nunca es que el problema es global y que una de las personas que No será capaz de arreglarlo es MRB. Lo que empieza a asumirse es que Bankia fue un error (¡de cálculo!); que en cualquier momento van a (acabar de) rescatarnos y que España va a caer y va a arrastrar con ella al sistema europeo.
¿Qué va a hacer, Sr. Presidente? ¿Ha pensado en renunciar y que le suceda Soraya? Ella por lo menos sabe qué hacer -aunque ya seguramente es tarde-, cuándo y cómo? Ud., en cambio, todavía cuenta en pesetas. Y no es una hipérbole.
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