lunes 23 de julio de 2012, 07:37h
Dicen que una sola mentira acaba con la confianza del equipo en su líder.
Eso no debe valer en política donde la mentira es un arma de uso masivo y
habitual. Mienten los políticos en campaña y mienten en el poder. En la
oposición, la verdad importa menos todavía. Zapatero y su equipo no sólo
mintieron sobre la crisis, la ocultaron y nos llevaron a la situación actual. Rajoy
está haciendo lo contrario de lo que prometió y ha incumplido de forma radical
su compromiso, su contrato con los españoles. Aunque se haya visto obligado a
hacerlo, nadie le impide dar las explicaciones que los ciudadanos se merecen.
Estamos en una situación límite, al borde de la intervención, y Rajoy
sigue actuando igual. Sólo, con su mayoría absoluta, con la calle levantada,
aunque menos, incluso, de lo previsible. Tenía una sociedad predispuesta a los
ajustes, a los recortes, pero no a un sacrificio cada semana, que al día
siguiente no sirve para nada. España quería poder confiar en sus dirigentes,
pero Rajoy ha guardado silencio demasiado tiempo y hasta se ha ausentado del
pleno en el que se aprobaron los mayores recortes de la historia democrática.
¿Hasta dónde este cáliz? Rajoy tiene el apoyo relativo de los socios europeos,
pero no de los mercados ni del Banco Central Europeo. Y eso nos lleva a la
intervención. O hacemos algo más y exigimos juntos algo más, o lo vamos a pasar
aún peor.
Rajoy tiene que afrontar importantes reformas internas, aun cuando éstas
no garanticen por sí solas la salida del túnel, pero tiene en contra incluso a
algunas de las autonomías gobernadas por el PP. ¿Se puede gobernar por
decreto-ley? El sentido común dice que no, pero los hechos demuestran que si.
Desde 2008 hasta hace unos días, los gobiernos de Zapatero y de Rajoy han
aprobado más de 75 decretos-leyes, 33 de ellos dirigidos a tomar medidas contra
la crisis. El uso de este método de carácter excepcional es otro de los abusos
legislativos que atacan los fundamentos de la seguridad jurídica del Estado de
Derecho.
Una situación excepcional requiere medidas excepcionales. Rajoy no puede
dejar pasar ni un día sin llamar a Moncloa al PSOE y a los demás partidos con
representación en el Congreso, a las comunidades autónomas, a los sindicatos
-por más que sigan dando un espectáculo- y a la patronal para dar un mensaje de
unidad y para pactar los duros cambios que necesita España. Pactar. Es el
tiempo de los hombres de Estado porque si no aparecen, será el tiempo de la
democracia asamblearia, de la calle, como, de forma irresponsable están
empujando algunos de los principales responsables de esta crisis. ¿Tres
Consejos de Ministros en agosto? No, un Pacto de Estado para salir de la
crisis, para acordar y explicar cómo lo vamos a hacer todos unidos y para
reclamar a Europa el apoyo imprescindible. Si España cae, Europa temblará tal
vez para siempre.