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Assange-Garzón, la no tan extraña pareja

Assange-Garzón, la no tan extraña pareja

lunes 20 de agosto de 2012, 11:31h
A Julian Assange le pasa, me parece, lo mismo que a Baltasar Garzón, y viceversa: que necesitan el protagonismo y copar los titulares de prensa como el aire que respiran. Pero ocurre que este defecto, puesto al servicio de una buena causa, puede tornarse en virtud. Y, con todos sus perfiles vidriosos, que para mí no son tantos, la defensa del fundador de Wikileaks es una buena causa. Lástima que los hackers organizados, los indignados del mundo, los que se reclaman de la izquierda radical, los antinorteamericanos por principio, los bolivarianos por narices y hasta Cristina Fernández de Kirchner se alineen entre los defensores, mientras que muchos que se reclaman conservadores y hasta ultraconservadores se hayan posicionado en contra. Y, así, ha ocurrido que, inevitablemente, el 'caso Assange' se ha convertido en campo de pelea entre una cierta izquierda y una cierta derecha, y resulta, como en tantas otras cosas, muy difícil colocarse en un centro tibio y desapasionado. Máxime cuando anda por medio, como defensor del prófugo, nada menos que el archipolémico Baltasar Garzón.
 
Sin embargo, desde ese campo que quiere situarse al margen de confrontaciones ideológicas, me gustaría romper una lanza a favor de la ya digo que no tan extraña pareja Assange-Garzón, una pareja que hasta necesita de traductora para acabar de entenderse. Nunca he sido un fan de las instrucciones del ex juez estrella, pero también he rechazado siempre las acusaciones en el sentido de que alguna vez prevaricó. No, Garzón ha sido víctima de sus propios excesos de celo y de egolatría, pero ha sido un juez valiente que abordaba, quizá en demasía, casos que otros dejaban pasar de costado; y ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta.
 
Lo mismo que Assange: no le faltan aires de mesianismo a quien, desde un balcón de la embajada de Ecuador en Londres, lanza recomendaciones nada menos que al presidente de los Estados Unidos, que, para mí, es una figura bastante carismática y cuya involucración personal en este asunto no acabo de entender si no es por razones de la proximidad de las elecciones de noviembre. Pero estimo que, en el fondo de las cosas, Assange tiene razón. Le creo más a él que a las autoridades de países varios cuando afirma que, en el caso de sus presuntos delitos sexuales, por los que Suecia le reclama, le tendieron una trampa (hay que repasar los detalles lamentables del 'affaire'), con a saber qué propósitos y desde qué instancias. Y me tengo que alinear con los que dicen que la persecución en su contra iniciada por los Estados Unidos, por haber revelado información 'clasificada', es una persecución política.
 
Wikileaks no deja de ser un peculiar medio de comunicación, como, en el fondo, aunque no en la forma (él dice despreciar a los periodistas), Assange es un informador. La procedencia de la información no importa cuando es cierta. Aviados estaríamos los periodistas si atendiésemos al origen de cada una de las informaciones exclusivas que ofrecemos en los medios; tras cada 'scoop' hay un contable al que no se ha pagado, una amante despechada, una 'vendetta'
disimulada, una rivalidad comercial, un pago inconfesable...o un deseo sincero de mejorar el mundo, que es lo que yo creo que impulsó al soldado Manning, a quien su loca 'heroicidad' le va a costar bien cara, a divulgar los papeles confidenciales que tanto daño hicieron a las cloacas de la Administración en Washington. Creo que ese mismo deseo, y el legítimo de impulsar su 'negocio', y el comprensible de adquirir su cuarto de hora de gloria y poder, está entre los móviles de Assange a la hora de fundar Wikileaks y de actuar como lo hizo con todas sus famosas revelaciones.
 
Como periodista, no me queda otro remedio que apoyar a Assange. Como ciudadano, he de agradecer a Baltasar Garzón que, por las motivaciones que fueren, se haya atrevido a defenderle. De la misma manera que, como periodista y como ciudadano que siempre creyó, y cree, que las democracias de Estados Unidos, de Suecia y del Reino Unido son mucho más acordes con el concepto de democracia que la del Ecuador de Correa, he de lamentar los muchos errores y las bastantes celadas 'de Estado' que me parece que gravitan sobre este apasionante caso, en el que parece a veces que los valores se han invertido.


>> Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>         
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