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Ausencias y presencias de Rajoy en septiembre

Ausencias y presencias de Rajoy en septiembre

domingo 26 de agosto de 2012, 12:25h
Algunas fuentes procedentes del Consejo de Ministros cuentan que Mariano Rajoy ha vuelto de sus vacaciones con lo que podríamos llamar 'síndrome europeo'; cree el presidente, dicen, que fuera de las decisiones benéficas de Europa hay una muy difícil salvación, y a ello, a conseguirlas, se va a aplicar celosamente en las próximas semanas. Y hace bien el jefe del Ejecutivo español: precisamente de esa ofensiva europea va a depender la benevolencia con la que las instancias políticas y bancarias (que son más o menos lo mismo) europeas traten el considerado inevitable 'rescate' a España. Puede que no sea todo lo que Rajoy puede hacer para sacar al país del atolladero: viajar a ver a líderes occidentales y/o recibirlos en La Moncloa puede ser condición necesaria, pero no suficiente.


Ya se sabe que en las próximas horas Rajoy se encontrará con el 'presidente' europeo, van Rompuy, que no es precisamente quien decide el rumbo de la UE ni pasa por ser persona con gran independencia de criterio; pero es el hombre elegido por quien de veras manda en Europa (Alemania, a veces en connivencia con Francia, pero no siempre) para ocupar un sillón que en ocasiones parece más simbólico que efectivo.
Yo diría que mucho mayor significado y trascendencia tienen los dos euroencuentros posteriores, el primero, esta misma semana, con François Hollande, el presidente francés, y el segundo, la semana próxima, con la canciller alemana Angela Merkel. El msmo día, 6 de septiembre, en el que, por cierto, el Banco Central Europeo debe anunciar las medidas que piensa adoptar (o no) para relajar (o no) la presión de los mercados sobre nuestro país.


De nuevo, pues, la figura del presidente del BCE, Mario Draghi, gravitando sobre las atribuladas cabezas de los españoles. Un Draghi omnipotente, que hace y deshace a su antojo sin nadie que pueda coartar sus iniciativas, acertadas o no. Aunque parezca lógico que se muestre sensible, en primer lugar, a las presiones alemanas; a las francesas en segundo término y quién sabe si a las de su amigo el primer ministro italiano Mario Monti en tercero. Por eso, otro encuentro de Rajoy con Monti a mediados de este mes tiene un especial significado, dado que los intereses españoles e italianos frente a la actuación del BCE coinciden notablemente, al menos en este cuarto de hora.


Yo diría, pues, que el mes que se inicia el próximo sábado va a ser más crucial aún que los precedentes a la hora de ver cómo sale España de bien, o mal, librada del trance en el que se encuentra. Parece inimaginable un trato desfavorable por parte de países que, como Francia, Alemania o la propia Italia, tanto tendrían que perder, y tan poco que ganar, ante una quiebra pura y dura de nuestro país. Pero, claro, ya hemos visto cómo una simple declaración periodística del Draghi especialista en claroscuros, o de la canciller germana, especialista, cuando quiere, en ambigüedades, pueden hacer saltar hacia arriba o hacia abajo la prima de riesgo española.


Parece que, excepto esta 'ofensiva exterior', imprescindible, Rajoy ha traído pocas cosas de sus vacaciones. Cierto que hay que intensificar las acciones de imagen, relaciones públicas y hasta 'lobby' en todas las direcciones (Marruecos, Finlandia y Estados Unidos -Asamblea general de la ONU, con sus encuentros bilaterales--  son otras metas del mes que entra). Pero los gobernantes españoles tradicionalmente olvidan que la economía tiene bastante de sociología, algo de psicología y mucho de acción política, y ahí es donde se detecta a ausencia de un Plan de actuación, sobre todo mirando hacia el interior.


Temo que el alejamiento de otras fuerzas políticas -cierto que el PSOE vive su propio desgarro casero--, la falta de diálogo con los agentes sociales y con la sociedad civil y la escasa explicación de algunas medidas 'duras' (la prórroga del 'subsidio' de los 400 euros a los parados de larga duración no lo es, pero se ha dado la imagen contraria) hayan sido factores que poco han contribuido a mejorar la confianza y la empatía de los españoles hacia su Gobierno y hacia su clase política. Aplauso, pues, para esta ofensiva exterior que inicia Rajoy, y que debería ser incluso incrementada; pero yo al menos no puedo aplaudir la atonía perceptible en la política interna, y bien que lo siento: hay que mover banquillo y cambiar mentalidades, pero nada indica que Mariano Rajoy comparta estas obvias necesidades.

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Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>> 
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