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El adiós de Esperanza Aguirre

El adiós de Esperanza Aguirre

lunes 17 de septiembre de 2012, 16:55h
No recuerdo ya si fue un mail o aun nos movíamos con el viejo fax, pero sí recuerdo algunas de las cosas que le escribí; le dije que heredar un error y dejarlo en herencia era inútil, que sucederse así carecía de sentido. La carta -personal y no como periodista- era para la entonces ministra de Educación, Esperanza Aguirre, y el motivo algún disparate burocrático que perjudicaba muy seriamente la llamada "educación especial". No la conocía de nada a la ministra pero era la responsable última de aquello. A los pocos días me llamó y nos reunimos en el ministerio donde con cierto desasosiego y un mal disimulado cabreo, le expuse la lamentable situación y abandono que veníamos padeciendo las asociaciones de familias de discapacitados por parte de una Administración anclada en un pasado vergonzoso y vergonzante.

   Nunca he sido amigo de ministros ni ministras; creo que no es bueno que los periodistas compartan mesa y mantel con el poder y las poquísimas veces que lo he hecho ha sido para recibir reprimendas de un titular de Defensa, al que le dije a los postres que no pensaba cambiar de criterio, y con el llorado Fernández Ordóñez cuya definitiva intervención me salvó de que me echaran de TVE cuando mi jefe de Informativos me exigió que anulase una entrevista ya concertada con no recuerdo qué ministro principal de Gibraltar, a lo que, naturalmente, me negué. Y ahí se acaba mi historia. Ni ellos me han llamado nunca ni yo he hecho nada por encontrarlos. 

   Si cuento esta historia es para dejar claro que no soy imparcial con Esperanza Aguirre con la que desde aquella primera bronca mantengo una relación cordial y por la que siento un especial respeto nada dudoso ya que no he recibido de ella otra cosa que no fuera la respuesta a esa buena amistad. Tal vez por eso me haya parecido una grosería de muy mal estilo que el secretario de IU de Madrid dijera, tras conocer la noticia de la dimisión de la presidenta, que era la constatación del fracaso del PP en la comunidad. Igual se lo cree pero entonces es que no conoce a Esperanza Aguirre.

   Donde seguramente sí la conocen es en el PP y más de uno estará hoy disimulando su alegría porque Aguirre no era el tópico "verso suelto" en la sede de Génova sino una liberal convencida que se atreve a decir en voz alta lo que otros murmuran en los pasillos hasta que ven de lejos acercarse la sombra de Rajoy y cambian de discurso. Mi forma de pensar poco tiene que ver con la liberal que siempre ha defendido Aguirre, pero resulta sorprendente y gratificante en estos tiempos en los que los chalaneos interesados priman sobre cualquier ideología asentada, mantener el mismo discurso y los mismos principios con los que se puede disentir o no, pero que están ahí y no cambian según soplen los vientos.

   No sé por qué se va Esperanza Aguirre y si hay algo más que las razones que ella misma ha dado. No pienso plantear hipótesis ni hacer conjeturas sobre su salud, su familia y otros temas que sólo a ella incumben. Lo que sí me parece una evidencia es que el adiós de Esperanza Aguirre es una malísima noticia para el Partido Popular y a la vez recordar al estrafalario responsable de IU de Madrid, que resulta muy difícil entender que alguien que ha ganado unas elecciones por mayoría absoluta, que ha ganado en 20 de los 21 distritos de la capital y que ha ganado en 177 de los 179 municipios madrileños, se vaya por el fracaso de su política.
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