www.diariocritico.com
Defina Intimidad, señor Gallardón

Defina Intimidad, señor Gallardón

jueves 11 de octubre de 2012, 17:27h
No se debería gobernar a remolque de los titulares, señor Gallardón. Se corre el riesgo de caer en el populismo para ganar popularidad. Vivimos una crisis de la privacidad, visible cuando la concejala Olvido Hormigos es expuesta a la mirada global mientras se deleita consigo misma, cuando dos policías locales de Cerdanyola se convierten en un fenómeno planetario haciendo el payaso, o los desnudos de Scarlett Johansson y de Kate Middelton son vistos por medio mundo. 

El concepto de la intimidad es una construcción cultural en constante cambio, pero nunca tan acelerado como ahora. Tradicionalmente, en Europa antes de la Revolución Industrial no existía ese concepto como lo conocemos nosotros. Las viviendas populares eran pequeñas, sin divisiones ni tabiques interiores y todo se hacía a la vista de todo el mundo, así como en los pueblos todo el mundo conocía al dedillo la vida de todos los demás.

Incluso la alta nobleza o los reyes vivían con cientos de ojos pendientes de sus menores movimientos; hasta el contenido de sus reales bacinillas, con sus mayestáticos excrementos, eran escrutados y ampliamente comentados en la corte.

Si acaso había entonces, como hoy, diferencias entre la Europa del Norte y la del Sur. Precisamente, estoy leyendo un libro del profesor de Harvard Stephen Greenblatt, especialista en Shakespeare y la cultura del Renacimiento, sobre el humanista italiano Poggio Bracciolini. En una carta escrita en las termas de Baden, fechada el 30 de mayo de 1416, el erudito latino se escandalizaba de las desnudeces de hombres y mujeres, todos juntos, en los baños. Como los turcos actuales, cuando van en verano a las zonas nudistas de los lagos Müggelsee, Teufelsee, Krumme Lanke o al Halensee, algunos de los que rodean Berlín. 

Una razón material de estos choques culturales se origina con la arquitectura. La vivienda mediterránea se cierra tradicionalmente al exterior con un muro ciego, y se abre al interior, a patios porticados. Las viviendas nórdicas, por el contrario, aprovechan la breve temporada de luz en verano para abrir al exterior sus inmensos ventanales desprovistos de persianas. Cualquier viandante puede ver la intimidad de estos hogares.  De ahí el nulo pudor de los finlandeses en la sauna, o en sus declaraciones de hacienda, pues la de cualquiera es pública y accesible a cualquier otro ciudadano con solo teclear un mensaje en su móvil. Nokia, por supuesto.La construcción del concepto moderno de intimidad se relaciona con el ascenso de la burguesía, como clase social dominante, en el siglo XIX. La vivienda ideal se llena de tabiques y puertas. Algunas, incluso, con cerrojos; son las que deben salvaguardar la desnudez del cuerpo y las funciones consideradas más sucias. Incluso se imponen las sábanas con agujero entre los cónyuges. El país industrial con una burguesía más pujante, Inglaterra, es el que desarrolla con la represora sociedad victoriana un concepto más mojigato de la intimidad y la exhibición del cuerpo. Incluso hoy día, los anglosajones se distinguen de los continentales también por eso. El "top less" está prohibido en los Estados Unidos o Gran Bretaña. Las múltiples fachadas burguesas interpuestas entre el individuo y su proyección al exterior siguen pesando. Y mucho. El Bebé Glotón fabricado en Alicante. Las niñas de cuatro o cinco años se ponían un top, con dos flores simbolizando los pezones, y daban de mamar a un muñeco. El juguete escandalizó en Gran Bretaña o los Estados Unidos; se llegó a decir en la cadena FOX que incitaban a la pederastia.

Pero la infraestructura, es decir, la tecnología, está cambiando la superestructura; los valores, las modas, y el umbral de lo tolerado en la exhibición de la intimidad. Hoy vivimos expuestos. La cultura audiovisual, la videovigilancia, el pago con tarjeta, cookies, peajes electrónicos, móviles rastreables y con cámara, redes sociales, micrófonos, los controvertidos sistemas de rastreo e interceptación de las comunicaciones como el ECHELON o el SITEL en España, el rastro de las búsquedas en Google... Todo ello hace realidad el Gran Hermano, y la privacidad salta hecha añicos, y con ella el pudor y la vergüenza. 

Si en los sesenta se quemaban los sujetadores ahora se exhiben. Y bragas, tangas, calzoncillos, culos y cualquier cosa que pueda asomarse detrás de unos pantalones caídos. La ropa interior se hace exterior y en páginas puntocom como "Vota mi cuerpo" o "Amor a tu cuerpo" adolescentes de los dos sexos se exhiben desnudos o semidesnudos para someterse al voto de los otros. 

En las ciudades costeras, como Málaga o Barcelona los consistorios locales tienen que multar a quienes vayan desnudos o semidesnudos por la calle, mientras en los aeropuertos, por culpa de al Qaeda nos escanean, desnudan y escudriñan nuestros rincones más oscuros.Un error en Facebook ha dejado al descubierto los mensajes privados de sus usuarios anteriores a 2009. Pero también la red social ha sido criticada porque los contenidos y mensajes quedan abiertos a la consulta de terceros. Como lógica contrapartida se hicieron públicas 290 fotos privadas de su fundador, Marck Zuckerberg.

En el actual proyecto "Human Face of Big Data" un millón de voluntarios se ha descargado un aplicación en sus móviles para que sus datos y vidas privadas puedan ser compartidas por todo el mundo.

En el año 2009 una británica de 27 años, Jade Goody, enferma de cáncer, vendió por un millón de libras su agonía y su muerte a la televisión. Y por supuesto, la pléyade de personajes públicos que se hacen aún más públicos cuando son inoportunamente grabados; John Galiano en el bar La Perle, profiriendo frases antisemitas, vídeo exhibido por "The Sun" para oprobio del mismo Galiano que hizo desfilar a las modelos de Dior con ropa que desdibujaba la frontera entre la corsetería y la ropa de calle. Esperanza Aguirre considerando la conveniencia de la pena de muerte para los arquitectos. El rey montando la bronca a un chófer. Manuel Castelao, Presidente del Consejo General de la Ciudadanía Española; espetando que las mujeres son como las leyes, y ahí están, para violarlas.

Cosas todas que antes se decían y hacían también, pero no salían de un íntimo círculo de iniciados. ¿Legislar la intimidad? Y ponerle puertas al campo. Incluso el rey Juan Carlos ve como se resquebraja el pacto que protegía su vida privada del escrutinio público. Que vaya desempolvando el regio orinal mientras Gallardón afina la definición de intimidad.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios