www.diariocritico.com

Cincuenta seguidores de Chávez en todo Euzkadi

sábado 13 de octubre de 2012, 09:46h
La frase no es mía. La pronunció Enrique Capriles, candidato de la Unidad el pasado 7 de octubre como resumen de su aceptación de los resultados electorales para las elecciones presidenciales celebradas ese domingo en Venezuela. Con dicha aprobación, el país y el ganador, Hugo Chávez, respiraron. Capriles tiene cuarenta años, ha hecho una intensa y brillante campaña durante cuatro meses, no ha insultado a nadie, ha respetado la enfermedad de su adversario, no ha predicado el odio y ha consolidado algo inusual en una Venezuela donde todos quieren ser presidentes: una candidatura única.

Me tocó votar en el consulado de Venezuela en Bilbao donde estoy registrado. Éste consulado abarca Bizkaia, Gipuzkoa, Araba, Navarra, Rioja y Cantabria, unos mil quince votantes aunque se habla de unos cinco mil venezolanos con derecho a voto, pero que no está registrados. Curiosamente este mes de octubre votaré dos veces. El domingo siete y el veintiuno. Cosas raras, herencias de familias que vivieron el exilio vasco y que da para escribir dos libros y hacer una película. Pero, en la cola, había mucho trabajador venezolano que viven por estos lares. El caso es que en el Consulado de Bilbao, que tuvo un comportamiento muy profesional, como en el de Madrid, Barcelona, Sevilla y Vigo ganó por goleada Enrique Capriles. Donde el voto no está condicionado, no gana Chávez. En concreto en Bilbao Capriles obtuvo 616, el 87,6% votos y Chávez 50, el 7,1%. Lo llamativo de estos cincuenta votos es que contaron con el apoyo de la Izquierda Abertzale que organizó varios actos en su apoyo. En uno de ellos alguien de este mundo vestido de Simón Bolívar y subido en un caballo, leyó ante la sede de EITB una pomposa Declaración por la mañana y, por la tarde, organizaron una pancartada en la Plaza Circular. ¿Y que obtuvieron?. Cincuenta votos.

Si, ya sé que en Venezuela ganó Chávez, pero cualquiera que se asome a ciertos medios de comunicación en Euzkadi parecería que esa izquierda boliburguesa se come el mundo. Pero aquí fueron contados. Y su número es absolutamente marginal. Cincuenta votos, un 7,1%, cantidad respetable, pero marginal. En los predios del consulado ganó ampliamente Capriles. Primer e importante dato. El segundo es que en Venezuela ganó Chávez. Su suspiro de alivio la noche electoral y las amenazas previas parecían indicar que la victoria le cogió de sorpresa ya que su campaña había estado demediada por su enfermedad y por una gestión desastrosa. Inseguridad ciudadana, ventajismo electoral, cierre de medios, una rueda de prensa propagandística en la jornada de reflexión, persecución e insulto al adversario político al que convierte en enemigo, ineficiencia en los servicios públicos, prédica del odio y la división entre los "escuálidos" y los "bolivarianos", engaño permanente, desabastecimiento de alimentos básicos, asfixiante presencia cubana, destrucción de las industrias básicas, incautación continua de propiedades, cadenas informativas tipo "Aló Presidente" interminables, búsqueda continua de la bronca política, una justicia corrompida, arbitrariedad e inseguridad jurídica, chabacanería y simplismo primitivo en los razonamientos... Pero ganó. La inexistencia de una sólida clase media en la que asentar la democracia, permite fenómenos como los de Chávez. Ese si fue el fracaso de los partidos tradicionales Acción Democrática y Copei más preocupados en sus luchas internas que en el país, sin olvidar el golpe de estado de Chávez en 1992 donde murió el hijo del delegado Vasco, Gaizka Etxearte.

Pero guste o no, Chávez es un maestro del lenguaje directo y de la demagogia, de esa palabra dirigida al hombre común al que lo hace su representante total porque ¿habría ganado las elecciones de no contar con ese poderoso instrumento que es el chantaje a esos dos millones de empleados públicos, entre los cuales el miedo a perder el trabajo es inmoralmente explotado por el chavismo?, se preguntaba el ex ministro de Caldera Teodoro Petkoff creyendo que si bien es verdad que su victoria es incontestable esta viene disminuyendo de elección en elección y su suelo y techo son mucho más frágiles que esos siete millones de voto duro.

El 16 de diciembre habrá nuevamente elecciones a gobernadores y allí se verá si el viento de cola que ha tenido Chávez en esta campaña tan personal seguirá dando sus frutos cuando ya no hay un solo candidato sino que son muchos y cada uno tiene una historia por detrás. Si la oposición continúa manteniendo su unidad, si Capriles no es contestado internamente por nadie tras su consolidación en esta campaña, si el aumento progresivo de votos de elección en elección que ha venido obteniendo la oposición continúa, Chávez estará muy condicionado en su acción de gobierno, en su irrestricta sumisión a la política cubana, y en el cansancio de una sociedad que aborda una presidencia de seis años, tras catorce anteriores y con un presidente enfermo.

Capriles demostró la noche electoral y al día siguiente que tiene madera de líder político. Y no solo por su aceptación de la derrota, sino por un discurso en clave positiva y de país. Tras las elecciones apareció un nuevo país dispuesto a no dejarse pisar y dispuesto a seguir luchando. Venezuela pues tiene ante sí una buena alternativa porque "para saber ganar, hay que saber perder". Y Capriles lo ha hecho magistralmente.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios