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Todo lo que puede pasar ahora... y algo más

Todo lo que puede pasar ahora... y algo más

domingo 21 de octubre de 2012, 12:29h
Siempre tendemos, tras unas elecciones, a magnificar las consecuencias de las mismas. Pero lo que ha sucedido en Galicia y el País Vasco tiene ahora muchas connotaciones. Le pongo, amable lector, apenas tres ejemplos: ¿cómo gestionará a partir de ahora Mariano Rajoy un Estado de las Autonomías que se diluye entre soberanismos y peticiones angustiadas de rescate? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora con Alfredo Pérez Rubalcaba y con el PSOE?¿Pactará Urkullu con 'los malos' en Euskadi y también un 'plan de acción' conjunto con Artur Mas? Reconocerá usted conmigo que el panorama oscila entre lo apasionante y lo angustioso.

 

Con su miopía característica, la denominada clase política española, se sitúe en el espectro que sea, ha intentado que estas elecciones vascas y gallegas sean apenas unas elecciones autonómicas más. Pero el contexto en el que se han celebrado, con la espada de Damocles de la petición de rescate a las instancias europeas y una huelga general dentro de tres semanas planeando sobre nuestras cabezas, deja poco lugar al optimismo que supone querer dejar todo como está. Muy pocas cosas, en realidad, siguen como estaban hace apenas un año.

 

En el País Vasco hemos disfrutado de una relativa sensación de calma en los tres últimos años. Habíamos olvidado la pesadilla Ibarretxe. Ahora, el PNV cabalga de nuevo: ¿se aliará con los secesionistas con piel de cordero de Bildu?¿Llevará Urkullu adelante sus planes de 'acción conjunta soberanista' con Artur Mas, que se enfrenta a sus elecciones en un mes?

 

Lo que he podido escucharle y leerle al próximo lehendakari me resulta bastante tranquilizador: sus comparaciones con Quebec, Escocia, Flandes y hasta con Estonia son moneda corriente entre los nacionalistas españoles, con perdón. Y, antes de cualquier alianza con el president de la Generalitat catalana y aspirante a lo mismo, habrá que ver las consecuencias de sus desafíos, desplantes y excesos verbales: no las tiene el señor Mas todas consigo, no...

 

Lo que sí es cierto es que, con los relativamente buenos resultados de Galicia en el bolsillo, y con el hundimiento del PSOE en casi todas partes, Rajoy se queda de administrador único, a escala nacional, del Estado autonómico. Un Estado mendicante, que pide rescates a troche y moche, tanto a escala nacional/europea como local, tiene que replantearse.

 

Y Rajoy, cuando se aleja cada vez más la posibilidad de aquel gran pacto con los socialistas, que tan conveniente nos parecía a tantos, habrá de forzar este replanteamiento; ya no sirve aquello de 'que algo cambie para que todo siga igual'. Aquí no basta con hacer cambios: es preciso proceder a  consolidar 'el cambio', que comienza por la mudanza de las mentalidades que  pretenden que todo está atado y bien atado y que lo que nos ocurre son apenas brisas pasajeras. De acuerdo: ya se han realizado dos elecciones inconvenientemente anticipadas, y ahora viene la tercera, adelantada aún más irresponsablemente por el señor Mas. Y a partir de ahora, ¿qué, señor Rajoy, máximo administrador de los tiempos y los modos políticos?

 

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>> Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros' >>


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