lunes 19 de noviembre de 2012, 11:28h
Llamar huelga
general a lo sucedido en España la semana pasada es una graduación
desproporcionada. Basta graduarla como huelga sargento. Los sargentones
sindicales siguieron el programa de costumbre. Al amanecer, movilización de
piquetes liberados para estorbar el tráfico de trabajadores hacia sus centros
de trabajo. Llevaban por adelantado los servicios mínimos acordados con unas
autoridades excesivamente condescendientes que negocian rutinariamente con unos
sindicatos a los que, como máximo, están afiliados el quince por cien de los
trabajadores pero que, por de pronto, obliga a comprimirse en los transportes
al ochenta y cinco por cien de los no sindicados, ajenos a los caprichos de dos
sindicatos hiperbólicamente "principales".
Por si estas
restricciones no son suficientes, los piquetes se dedican a entorpecer la
marcha de los vehículos "tolerados", a siliconar cerraduras de establecimientos
y a intentar cortar calles, estaciones y carreteras. Una vez concluida esta
labor, habiendo conseguido algunos retrasos en los horarios laborales, se
produce el previsible descenso del consumo de electricidad que si, en ocasiones
anteriores, llegó al quince por cien, esta vez ya solo fue del doce. Pasadas
las primeras horas mañaneras, cuando los trabajadores, a pesar de todo, han
conseguido llegar a sus tajos y poner en plena marcha talleres y oficinas, el
consumo se normaliza, es decir, la jornada de huelga ha fracasado. No se ha
ejercido el derecho a la huelga por parte de los trabajadores pero se ha
dificultado el derecho al trabajo de la mayoría de los ciudadanos. Los
auténticos trabajadores han ganado y los sindicatos "principales" han perdido.
Tras esta
primera fase, los pelotones piqueteros se repliegan hacia los mercados y
centros comerciales para intimidar a los comerciantes en su derecho a vender.
Cuando los comerciantes comprueban que son pocos piquetes para muchas tiendas,
los más timoratos levantan sus cierres entornados y encienden sus escaparates.
Los piquetes, agotados de tanto trabajo mal recibido, se retiran a descansar
hasta la hora vespertina de ejercer el derecho de manifestación a media luz, es
decir, cuando se ve poco el volumen de las concentraciones. Conviene esperar a
que algunos ciudadanos que han trabajado, a pesar de la huelga, puedan
manifestar su disgusto por alguna de las consecuencias lamentables de una
crisis. Como en la oscuridad "todos los gatos son pardos" se cuenta con la
infiltración de las secciones de disturbios, perroflautas diversos y "ultras"
futboleros que practican el vandalismo y obligan a actuar a la policía en
defensa del orden, consiguiéndose así alguna escena violenta para ilustrar las
páginas informativas del día siguiente con algunos planos de detalle más
llamativos que las modestas y nocturnas movilizaciones pacíficas. Los
dirigentes sindicales no solo se abstienen de condenar el vandalismo, siguiendo
la consigna del chiste del fraile que decía "todo es bueno para el convento",
sino que se atreven a insinuar responsabilidades a la policía.
La pareja
protagonista, Toxo y Méndez, que cada vez tiene más aire de dúo circense,
expresa después su satisfacción por el éxito de la huelga, sobreactuando con
voz melodramática y con la ilusión de que alguien se crea que han paralizado al
país. La inmensa mayoría de trabajadores que han desarrollado sus actividades
habituales se carcajean y los medios informativos denuncian el fracaso o,
benévolamente, hablan de resultados "moderados". Pero es igual, la pareja
circense sigue, "erre que erre", anunciando que convocarán otras huelgas en el
próximo futuro. Mientras convoquen a los trabajadores los sargentos Toxo y Méndez,
el empresariado puede respirar tranquilo ya que las repercusiones serán cada
vez menores. Con las patrullas liberadas y la benevolencia oficial, el
espectáculo puede repetirse de tiempo en tiempo. Pero que no le llamen general
a esa huelga, le basta con sargento. La situación de España no está para
fantasías épicas.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
15424 | Pikertom - 19/11/2012 @ 14:47:25 (GMT+1)
Empresarios amenazando a sus trabajadores con el despido si apoyan la huelga general. Prensa y periodistas afines al ultracentrismo (en mi época se llamaban otra cosa) manipulando la información y las cifras, insultando a los trabajadores que sí participaron en la huelga... Usted, con su artículo, supongo que ya a recogido su paga extraordinaria.
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