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Reposición de 'El veneno del teatro': con Solá y Freire, dirigidos por Mario Gas

Vuelve uno de los mejores 'venenos', tan lleno de actualidad y reflexión: el del teatro

Vuelve uno de los mejores 'venenos', tan lleno de actualidad y reflexión: el del teatro

miércoles 05 de diciembre de 2012, 10:13h
Es uno de los títulos más clásicos del teatro español contemporáneo. Fue una auténtica renovación de las, salvo pocas excepciones, mayoritariamente casposas obras de los 70. Desde su estreno en 1978 no ha dejado de subir a muchos escenarios, y no sólo españoles. Pongamos que se habla/escribe de 'El veneno del teatro' -con sus reflexiones que siguen de máxima actualidad-, de Rodolfo Sirera, quien la califica de "drama ilustrado". Y que vuelve a Madrid, en los Teatros del Canal, bajo la dirección de Mario Gas. 
La suma de todo ello no puede dejar de ser atractiva: ahí es nada, Rodolfo Sirera y Mario Gas, sí, pero ya el círculo hacia la perfección se cuadra con dos actorazos como Miguel Ángel Solá y Daniel Freire. La programación de los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid, que no en balde dirige otro grande/grandes, Albert Boadella, nos envenena este 'thriller' que juega con la realidad y la ficción, a través de tan solo dos personajes.

Y es que jugando con el equívoco en su título, 'El veneno del teatro' no habla solo de la pasión por el mundo teatral, sino de la vida misma, y de la influencia que el arte tiene en ella y de ella. La historia comienza con un encuentro entre dos individuos, un hombre poderoso y un actor de fama, para discurrir acerca de las dos teorías teatrales de la época -el texto original está situado en el París de la Ilustración-, a saber, la identificación con el personaje o la exteriorización del mismo. A partir de ahí, los protagonistas se ven envueltos en un viaje sin retorno, del que no saben cuál será el final.

Sin olvidar la importante incorporación de Mario Gas, tras su último montaje, el musical Follies (2012), en el que dirigía a un elenco de más de 80 actores, embarcado ahora en este texto de encierro entre dos actores y un conflicto, volviendo así a la esencia del teatro más purista. También la escenografía huye de grandes artificios y, si bien muestra un cierto realismo objetual, el decorado no es naturalista ni pretende describir detalladamente el lugar.

Gran repercusión internacional


Porque lo que importa es lo que el montaje cuenta a través de sus dos extraordinarios actores, Miguel Ángel Solá y Daniel Freire, quienes reconocen que esta obra es muy precisa, como un mecanismo de relojería, y de mucha intensidad. Desde que se representara por primera vez hace la friolera de 35 años, la obra ha sido traducida y estrenada en otros ocho países. En España es especialmente recordado otro de sus montajes, el que en 1983 protagonizan otros dos grandes/grandes: José María Rodero y Manuel Galiana.

Pero la obra sigue teniendo máxima vigencia, pues recupera un debate que sigue vivo entre teóricos de la interpretación y la pieza se hace eco de las dos corrientes contrarias que en los siglos XVIII y XIX dividieron a los teóricos del teatro. Por una parte, había quien defendía la importancia de que el actor se identificara con el personaje, hasta el punto de que mezclara sus sentimientos personales con los de aquél al que interpretaba. Términos como la declamación o la técnica implicaban la falsedad en la actuación, y por tanto, hacían imposible conectar con el espectador.

Pero por otra parte, Diderot y sus seguidores, hablaban de la necesidad de separar el estado emocional del artista, de los personajes. Según explica el ilustrado en 'La paradoja del comediante', de no ser así, la obra variaría dependiendo del estado anímico del actor. Éste debería ser siempre consciente de que "él no es el personaje, y el personaje no es él".
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