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Hay jueces y jueces, por lo visto

Hay jueces y jueces, por lo visto

martes 12 de marzo de 2013, 13:11h
Mala cosa cuando los del Partido Popular dicen, procurando que el susurro quede en privado, pero no tanto como para que no se sepa, que es lesivo que el juez Gómez Bermúdez irrumpa en el 'caso Bárcenas'. Porque, aseguran, conocidas son las escasas simpatías hacia el PP del polémico magistrado que presidió la a mi entender no del todo aclarada aún causa del 11-m. También dicen los cercanos al Gobierno -y no solamente ellos, es la verdad-que el juez que instruye el 'caso Noos', José Castro, no es precisamente el más idóneo: y lo dicen cuando piensan que tanto la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como el ex presidente valenciano, Francisco Camps, pueden resultar imputados por los 'favores' que de manera presuntamente irregular le hicieron al yerno del Rey, Iñaki Urdangarín. "Con otro juez, que no fuese de los del cuarto turno, mejor nos iría", escuché decir a alguien con relevancia en el Ejecutivo de Mariano Rajoy refiriéndose a Castro.
 
Mala cosa, ya digo. Sobre todo, porque lo mismo les escuché a los socialistas en aquellos tiempos en los que Garzón entraba a saco en los casos 'notorios' -bueno, algo parecido, en realidad, a lo que ha hecho Gómez Bermúdez con el 'affaire Bárcenas', basándose en una querella de Izquierda Unida-;  los tiempos cuando el juez Marlaska se 'inmiscuía', sin duda usted, amable lector, lo recuerda, en cuestiones relacionadas con el entonces proceso negociador del Gobierno Zapatero con ETA.
 
 "Este juez no nos favorece", oí decir, con demasiada frecuencia, a los unos y a los otros cuando consideraban que algún caso, en el que sus intereses partidarios llegaban al banquillo, era asumido por uno de esos magistrados estelares de los que tan pródiga es 'la carrera' concebida al hispánico modo. Y lo peor es que, en algunas ocasiones contadas, la queja, aunque no siempre. está justificada, tiene su fundamento.
 
Los jueces son, al fin y al cabo, incluso por delante de los periodistas, el colectivo más desprestigiado a ojos de los ciudadanos, aunque bien es cierto que no faltan gentes a quienes este desprestigio les interesa y, por tanto, lo azuzan y fomentan. Puede que los jueces hayan gozado de un poder excesivamente omnímodo y haya habido ocasiones -no conviene generalizar, ni sería justo hacerlo-- en las que no han sabido, podido o querido administrarlo con mesura. Por eso, y solamente por eso, tiendo a apoyar tibiamente la reforma que pretende poner en marcha alguien en tantos otros aspectos tan desacertado, según mi criterio, como el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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