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Al asalto

Al asalto

miércoles 24 de abril de 2013, 13:41h
Muy breve, porque me parece que no hay que dar demasiadas explicaciones una vez que hemos llegado a este punto:
 
Entiendo la protesta, nunca la algarada. Comprendo el malestar y participo de él, pero creo en el sistema democrático como vía de resolución de conflictos. Sé que lo que llaman 'el régimen' es mejorable, pero también creo que hay que proclamar que ha sido ahora cuando mejor hemos estado históricamente, y cuando mayores perspectivas tenemos, confío, de mejorar. Creo en la crítica, jamás en la violencia. Amo la legalidad, aunque desconfío de la deriva de este legislativo y también de algunas leyes. Defenderé con mi vida la democracia, y ello implica defenderla también contra quienes la usan para, en el fondo, destruirla. Desconfío también de este Ejecutivo y de este Judicial, pero ahí sigue Montesquieu, que significa la posibilidad de que unos poderes regeneren a los otros. Abomino de las palabras 'destruir', 'derribar', 'acabar' y 'asaltar'; hay que utilizarlas, pienso, muy excepcionalmente: todas ellas encierran una cierta carga de agitación, que es lo contrario de la moderación, que es donde prefiero moverme.
 
Podría seguir, pero para qué. En resumen, que quienes hacen su santo y seña del asalto al Parlamento, de la caída de un Régimen --que tendrá muchos defectos, pero es democrático--, quienes convierten su misión en la vida en proclamar el desprecio a las urnas y a las instituciones que nos hemos dado, esos, a mí me tendrán siempre enfrente. Y que sepan que, con su comportamiento presuntamente energúmeno -confío en equivocarme--, dan una satisfacción a quienes, en el fondo, quieren que nada cambie. Porque si quienes protestan contra el actual estado de cosas son estos de la 'plataforma' que han decidido, algo presuntuosamente por cierto, 'rodear' el Parlamento para echar a cuantos en él se encuentren, los inmovilistas pueden estar tranquilos: esta gente no representa más allá del ruido y el malestar ciudadano que provoquen. Quienes creemos en las virtudes de la protesta, de la libertad de expresión, de la crítica, del debate abierto, en el derecho a la manifestación, vamos a tener este 25 de abril un mal día. Y vuelvo a confiar en equivocarme y que, al final, nada haya y las proclamas irresponsables de unos alocados que abusan de la maravillosa autopista de Internet se disuelvan como el humo.


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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