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No toda España es Madrid y Barcelona, menos mal

No toda España es Madrid y Barcelona, menos mal

miércoles 18 de diciembre de 2013, 07:30h
La noticia de que una juez de Estepona imputaba a la esposa del presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, por presunta implicación en blanqueo de capitales (el famoso caso de ático en la Costa del Sol, ustedes recuerdan) no solo es un dato más para la incertidumbre en la inminente batalla electoral de Madrid; es un clavo más en el ataúd de la credibilidad moral de la capital de España, donde resuenan, entre otros, los casos Bárcenas, Caja Madrid y las salpicaduras de Gürtel, ese inmenso escándalo que se instruye judicialmente desde tiempos inmemoriales. Madrid y, por cierto, también la Barcelona del tres -o el cinco-por ciento,  de los 'affaires' de los Pujol, de los espionajes telefónicos entre los partidos, son piedra de escándalo. Y, por suerte, tengo la impresión de que la contaminación no puede extenderse por contagio al resto de España, o no a todo el resto de España. Pero qué duda cabe de que lo que está ocurriendo en las dos principales ciudades españolas, incluso desde un punto de vista estrictamente político, es un pésimo ejemplo.
 
Alguna vez he dicho que las corruptelas y las enormes corrupciones que van apareciendo en los medios de comunicación, e incluyo aquí a Iñaki Urdangarín, que es un ejemplo madrileño-barcelonés-balear de pésimo comportamiento, no podrían repetirse fácilmente ahora, y cada vez será más complicado ejercer la corrupción de la manera inmoderada, descarada, impune, como la han practicado desde algunas instituciones, desde ciertas empresas y, por supuesto, desde algunos partidos políticos.
 
Pero, claro, para evitar que los abusos se repitan o que los actuales permanezcan hay que tomar medidas. Y debo decir que, por ejemplo, lo que está sucediendo en la Agencia Tributaria, con esa extraña rebaja en la multa a una multinacional mexicana, por citar solamente una cuestión, no me tranquiliza. No ha habido explicaciones suficientes, como no ha habido apertura de ventanas al exterior en los partidos. Ni en las instituciones. Ni en ciertas empresas. Ni siquiera en algunos clubes futbolísticos, a cuyas orillas llegan también los escándalos. No se arbitran soluciones estructurales suficientes ni se acuñan fórmulas de mayor participación ciudadana en la vida política. Y así, claro, los oídos de nuestros representantes están sordos y sus ojos ciegos al clamor de una calle que pide nuevas maneras de comportarse, negociación, reformas. Una forma nueva de gobernarnos, lejos de las provocaciones, las ocurrencias y los silencios habituales. Y de la autocomplacencia, que brota, verde, de nuestros gobernantes, como pudo verse este miércoles en la sesión de control parlamentario.
 
La falta total de entendimiento entre la Barcelona 'oficial' y el Madrid 'oficial' tiene, me da la impresión, bastante que ver con el hermetismo, el personalismo y el fanatismo de la Generalitat, que tiene muchas cosas que ocultar, en choque de trenes potencial con la impermeabilidad, la falta de transparencia y el inmovilismo del Gobierno de España, donde tampoco faltan cosas que, ejem, esconder. Para no hablar ya de las actitudes egoístas y catastrofistas de otras formaciones y estamentos políticos. Un desastre, vamos. Y conste que sigo presuponiendo la buena voluntad y la honradez en el comportamiento de la mayor parte de nuestros políticos y de los representes de esa 'casta' sin embargo cada día más lejana del ciudadano de a pie.
 
Que Rajoy, que se prodigó -una vez al año no hace daño-en 'corrillos' con periodistas en la fiesta de Navidad de La Moncloa, se pregunte de qué tiene que hablar con Artur Mas -" a ver a quién le da más vértigo", dijo, cuando le hablaban de ese potencial choque de trenes-- no presagia nada bueno para quienes creemos que debe haber negociación entre ambas partes. Y la habrá, sin duda, porque tiene que haberla, se pongan las partes como se pongan. Pero será estéril si los políticos que están en el puente de mando no entienden que así no se puede seguir llevando el barco. Las redes sociales arden pidiendo explicaciones de la Comunidad de Madrid sobre un asunto que implica ya judicialmente a su presidente, estallan preguntándose por esa conversación entre una dirigente del PP catalán 'robada' en un restaurante, se indignan recordando que los contenidos almacenados en ciertos ordenadores han sido borrados sin mayores justificaciones...y aquí no pasa nada. Por mucho menos hay dimisiones oficiales en otros países europeos, por mucho menos actúa el Ministerio Fiscal, por mucho menos se montan comisiones parlamentarias y se piden responsabilidades, cuando menos políticas, a las máximas alturas.
 
Aquí, no. Lamento decirlo, pero concluye este desdichado 2013 sin que se observen propósitos de enmienda para 2014.  Eso sí, andan ahora todos muy ocupados con quién será candidato en cuáles de las elecciones que vienen. Comenzando, ya digo, por la 'batalla de Madrid'. Y la de Barcelona. Parece que es lo único que importa. Claro, al menos así, barajando nombres de posibles candidatos, nos distraemos de lo que de verdad están gritando las encuestas. Que es, me parece, mucho más duro de oír.


- El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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