jueves 23 de enero de 2014, 08:04h
Si algo demostró el primer Pleno extraordinario celebrado en el Parlamento andaluz bajo la hégira de la sin par Susana Díaz es
que nada ha cambiado bajo el tímido sol de enero en Andalucía. La
presidenta de la Junta volvió a ofrecerle al PP una serie de acuerdos
que ella tildó de "esenciales" y que no son sino una muestra más de su
política "gatopardiana" de mucha palabrería sin contenido para quedar
bien ante la audiencia de los "pelotaris", y el PP se dedicó a
recordarle que estaba copiando las mismas políticas de sus antecesores, Chaves y Griñán.Pues
claro. Qué querían que hiciera otra cosa si es lo que ha estado mamando
desde su más tierna infancia. En eso estuvo más fino el líder de la
oposición, Juan Ignacio Zoido al recordarle que, en sus casi
cinco meses de gobierno, la única ley que ha aprobado su Ejecutivo es la
de los presupuestos "y porque no tenía más remedio".
Y es que,
visto desde fuera, hay que reconocer que el bipartito que gobierna
Andalucía se ha movido todos estos meses a fuerza de golpes de efecto de
cara a la galería, de iniciativas populistas para sus votantes, muchas
de las cuales se quedan en papel mojado, sin haber encontrado ni la más
pobre solución a ninguno de los grandes problemas por los que atraviesa
nuestra tierra. Lo dicho, más de lo mismo, más que todo cambie para que
todo permanezca igual, ante el estupor del electorado que sigue
esperando que sus políticos hagan algo más que soltar palabrería vacua,
insultarse mutuamente y marear la perdiz para seguir chupando de la sopa
boba. Como Susana siga así mucho tiempo, con mucha teoría y ninguna
práctica, se le va a acabar el rollo y se le va a ver el plumero de sus
muchas incapacidades.
Y en esas estábamos, oyendo a unos decir lo
bien que lo estaban haciendo y a los otros esgrimir la sempiterna
corrupción de los EREs, cuando escondida entre las facturas falsas de la
UGT y los disturbios en Ucrania, aparecía en un digital una noticia que
llamó poderosamente mi atención. Su titular era: "Crean un aparato que
traduce lo que piensan los perros en palabras", un título algo confuso
que provocó aún más mi curiosidad. Y resulta que sí, que se trata de un
artefacto experimental inventado por unos nórdicos (la noticia no
especifica el país) que han
desarrollado un aparato que traduce los pensamientos de los perros en
palabras. Según explican los creadores en la página web del producto
para llevar a cabo este proyecto se ha usado la última tecnología en
microinformática y electroencefalografía (¡toma ya!), sistemas que
permiten analizar lo patrones de pensamiento de los animales. Se trata
de una especie de cascos
que utilizan avanzadas técnicas para captar lo que el perro quiere
decir. Este aparato transporta los pensamientos como un enjambre de
señales eléctricas a través de sensores de encefalograma capaces
de descifrar esta actividad. Luego una interfaz computadorizada los
convierte en palabras, que 'salen' por un altavoz acoplado al aparato.
Entre estos patrones, los más comunes encontrados son "estoy cansado",
"estoy emocionado" y "tengo hambre".
No sé por qué pero para mí
que los perros estudiados eran también bastante nórdicos y estaban
helados de frío o estaban narcotizados porque yo que he tenido un
cocker, Niro, a mi lado durante muchos años. les aseguro que no hacía
falta aparato alguno para que me hablara, me diera detalles y me dijera
con pelos y señales si quería dar un paseo, si el panadero le caía bien,
si se sentía indispuesto, si le gustaría montar a la perrita de la
vecina o si le apetecía un filete. Claro que si los perros llegasen
algún día a hablar nos íbamos a enterar de lo que es bueno y de lo que
piensan de verdad de muchos de sus dueños y del resto de los humanos que
llevan miles de años puteándolos.
Viene todo esto a cuento de
las pamplinas en las que solemos emplear nuestro dinero. Los nórdicos lo
invierten en hablar con los perros y aquí, al sur de Despeñaperros, lo
invertimos en financiar a los sindicatos dándoles a UGT y CC.OO, dinero
público a espuertas para que se lo gasten en comilonas, fiestas y
banderitas. Puestos a valorar, me da a mí que, a la larga, es mucho más
provechoso lo de traducir los ladridos cánidos a palabras porque quizás
entre todas las razas que lo pueblan, desde el chiguagua al san
bernardo, encontremos a algunos especímenes que sean más honrados que
los actuales políticos que nos gobiernan. Porque da la impresión, visto
lo visto, que el aparato en cuestión también podría servir para traducir
a algunos políticos que más que hablar, ladran o rebuznan. Y otros que
hablan muy bien, pero que después no hacen sino quedarse de brazos
cruzados esperando los aplausos de su afición. Que no sé qué es peor.