La roya del café en Nicaragua acabará con 90.000 empleos de jornaleros
martes 04 de febrero de 2014, 11:05h
Los ojos del mundo
globalizado miran a Nicaragua, a raíz de la publicación por parte de Acción
Contra el Hambre de un informe sobre la incidencia de la roya en las zonas cafetaleras
para las próximas cosechas. Lo que preocupa en Europa, principalmente, no es
sólo la reducción del volumen de exportación y el consecuente encarecimiento de
los precios, sino principalmente la situación de inseguridad alimentaria a la
que la epidemia arrastrará a miles de familias de las zonas cafetaleras.
No es difícil encontrar café nicaragüense en
España, pero no es barato. Considerado un producto de primerísima calidad, una
libra de café molido cien por cien arábica, con tueste suave para respetar los
sabores naturales, puede rondar los seis euros (el equivalente a 180 córdobas).
Y el precio podría subir considerablemente durante los próximos meses, como
consecuencia de la plaga de roya que viene afectando de forma considerable
durante las últimas cosechas a las plantaciones de las zonas productoras.
Pero
algo poco conocido por el sibarita comprador de un café con poco arraigo
comercial en el mercado español, en el que las estrategias de marketing del
café colombiano le han llevado a convertirse en icono del producto exportado,
es que tras el principal problema con el que cuenta el responsable del aportar
más de quinientos millones de dólares al producto interior bruto nicaragüense
se esconde también una auténtica tragedia para miles de familias de las zonas
cafetaleras.
Estudio de impacto
Pero la situación humanitaria en la que va a
derivar la crisis de la roya comienza a ser conocida, a raíz de la publicación
de un informe elaborado por Acción Contra el Hambre - España y ACF
International con el apoyo de la Unión Europea, en el que se realiza un
diagnóstico de la vulnerabilidad de las familias altamente dependientes del
café en los departamentos de Jinotega, Nueva Segovia y Madriz.
Para
director regional de la organización humanitaria para América Central,
Alejandro Zurita, "hasta ahora, la discusión
de los efectos de la roya en Centroamérica se ha centrado prioritariamente en
los ámbitos agronómicos y económicos. Con nuestro estudio estamos aportando
información concreta sobre los efectos que la roya tiene en la seguridad
alimentaria de las familias vulnerables que dependen del empleo que genera el
café". Y ese nuevo enfoque supone que aumente el grado de concienciación social
sobre el problema.
En
términos cuantitativos, de cumplirse las predicciones del estudio basado en entrevistas
con más de 350 familias de las zonas cafetaleras y también en encuentros con
algunos de los grandes productores para determinar
las condiciones de trabajo en las plantaciones, para la próxima cosecha se
perderían más de 90.000 empleos temporales de jornaleros, de los 300.000 que la
recolección de café ofrece de media anual. La evidente merma de ingresos para
los núcleos familiares supondría que muchos de ellos pasarán a descender el
umbral de la pobreza, incurriendo en un severo riesgo de malnutrición, con
consecuencias especialmente devastadoras en la infancia, debido a que la falta
de nutrientes compromete el desarrollo físico e intelectual del individuo. El
responsable regional de Acción Contra el Hambre, traduciendo a cifras la
situación asegura que el estudio ha logrado identificar que "en tiempos normales, las familias de
jornaleros viven en promedio con
aproximadamente 20 a 25 córdobas por persona al día, mientras que hoy lo
hacen con apenas 14 a 17 córdobas, es decir, han pasado, en promedio, de
la pobreza a la extrema pobreza".
¿Por qué se
produce la epidemia?
Se estima que la roya apareció por primera
vez en Centroamérica hace poco más de treinta años, por incidencia del hongo Hemileia vastatrix que anida como
parásito en las hojas de la planta e impide el proceso de fotosíntesis, con lo
que se debilita y hace que el grano caiga antes de su etapa de recogida. Los
efectos más devastadores que se conocen de la epidemia en otros países
productores de café se remontan a mediados del siglo XIX, cuando el hongo acabó
durante más de un decenio con la totalidad de la producción en la isla de
Ceilán, actual Sri Lanka. El hongo afecta a prácticamente todas las variedades
de café excepto a la robusta, que se muestra inmune a su incidencia, y es
especialmente agresivo con la variedad arábica.
Según
las investigaciones realizadas sobre el terreno por Acción Contra el Hambre, la
problemática actual de la afectación de la roya en Nicaragua no son de
naturaleza coyuntural, sino estructural, y motivada por la ausencia de un
correcto mantenimiento de las plantaciones, en que su mayoría superan los
cincuenta años de antigüedad. En concreto, el exceso de sombra y humedad de
estas explotaciones cafetaleras son las que crean unas condiciones óptimas para
la propagación del hongo.
Además,
la debilitación de las plantas favorece otra enfermedad, la antracnosis, que
ataca directamente al grano, haciendo que se ennegrezca y, cuando menos, se
reduzca la calidad de los mismos, como ya ha venido constatando también la
organización ACF-Internacional en su estudio agronómico del problema.
Como
métodos de prevención y control de la plaga se vienen utilizando productos
fungicidas basados en los sulfatos de cobre, y como alternativa para obtener un
producto orgánico se han realizado numerosos ensayos de control biológico, es
decir, introduciendo en la plantación un depredador del hongo que produce la
enfermedad, que en este caso sería otro hongo.
Mirando al futuro
"El
gobierno de Nicaragua conoce y está consciente del problema, y está trabajando
arduamente en soluciones a largo plazo, que permitan tener cultivos de café más
resistentes a la roya", asegura Alejandro Zurita, en su convicción de que
atajar la incidencia de la plaga sobre la producción de café supone un trabajo
de años, y no únicamente una actuación de emergencia.
También es esa la estrategia de
la organización para solventar la complicada situación de emergencia humanitaria
que la crisis de la roya está generando. En ese sentido, el informe de Acción
Contra el Hambre, en colaboración con la Unión Europea habla de tres fases de
actuación en la que también deberían implicarse las autoridades locales y la
iniciativa privada: una primera fase de emergencia, en la que se distribuyeran
alimentos e incluso dinero en efectivo en las zonas afectadas; una etapa de
adaptación de las familias, en la que se pusieran en marcha medidas para frenar
el descenso de sus reservas de granos básicos, y una tercera fase de desarrollo
para acabar con el problema de pobreza estructural de estos núcleos de
población, formando y apoyando a sus integrantes para que diversifiquen sus
fuentes de ingresos.
Para implantar ese programa de
actuación, se hace necesario elevar el grado de conocimiento y concienciación
internacional del problema. La Unión Europea, a través su oficina de Ayuda
Humanitaria y Protección Civil ha sido, hasta ahora, la agencia
internacional que mayor interés ha mostrado en esta situación que viven
las familias dependientes del café en Centroamérica. Sin embargo, se hace muy
difícil competir por fondos de ayuda humanitaria teniendo varias crisis
humanitarias de envergadura en otras partes del mundo, tales como existen
actualmente en Siria, Filipinas, Congo, Sudan, Somalia, o Sahel. "Ver las
crueles imágenes de Siria obviamente impacta más a la opinión pública europea
que el hecho que algunos campesinos/as de Nicaragua que han perdido su trabajo
como jornaleros", sentencia Zurita.
La pobreza como
destino
Paradójicamente la dimensión social del problema de una epidemia sobre el
cultivo que reporta a Nicaragua más de quinientos millones de dólares anuales
como consecuencia de la exportación revela aspectos dramáticos de su incidencia
sobre los sectores más pobres de la población. Así lo reconoce también el
máximo responsable del estudio de Acción Contra el Hambre: "Cuando realizamos
diagnósticos para conocer el impacto de algún desastre, los resultados siempre
son los mismos: los más afectados son los más vulnerables, que viven en
permanente multiafectación, es decir: a su situación de pobreza estructural se
suma con una recurrencia cada vez mayor los efectos de una catástrofe natural".
Por ello, tal vez el hecho de que el
año próximo sea más difícil encontrar un buen café nicaragüense en Europa, o
que haya que pagar dos o tres euros más por libra para adquirirlo, tenga como
posible beneficio para quien no pudo alimentar adecuadamente a su familia que
la comunidad internacional haya tomado mayor conciencia sobre un problema
arcaico, de índole estructural y que arraiga la pobreza en zonas agrícolas que
no han conseguido encontrar el camino hacia su propio desarrollo.