Bien decía Cristo que la fe mueve montañas,
una sabia sentencia que, por cierto, por las fechas en que yo esperaba ir al cielo no me
resultaba muy creíble. Con los años, comprobé que todas las personas que movían
montañas en los más variados campos tenían una fe a prueba de bombas nucleares.
Un ejemplo de persona que tiene una fe incombustible - y, en primer lugar, en
la religión católica y, en segundo
lugar, en Porcelanosa y otras buenas compañías - es Isabel Preysler. Una
reciente noticia, firmada por María Eugenia Yagüe, cuenta que bautizó a una hija a espaldas de su
marido Miguel Boyer que, como mínimo, es agnóstico. ¿Es comprensible el bautizo
de la niña cuando hay disparidad de criterio entre madre y padre? Comprendo
a Isabel Preysler porque, si la niña llegaba a morir por aquellas fechas
sin bautizar, le esperaba un limbo para toda la eternidad con la desgracia de no ver ya jamás a Dios, ni a la Virgen, ni a su madre Isabel Preysler. Isabel Preysler emuló a Cisneros, el cardenal de España que, en la
Granada de 1499, bautizó a muchos hijos de elches - cristianos convertidos al
islam - sin el consentimiento de sus padres. A la madre de Juan Pablo II se le murió un hijo sin bautizar y sufrió la tragedia del limbo durante toda la
vida. En 2007, Benedicto XVI, inspirado por el Espíritu Santo, de un
plumazo papal, redujo el limbo a una simple hipótesis teológica. Un himno
esproncediano: ¡oh hipótesis!, ¡oh prensa del corazón!, ¡oh excelente
biografía Cisneros, el cardenal de España
(Taurus) de Joseph Pérez!
¿Y quién fue Cisneros?, me
pregunto una hora antes del Atlético de Madrid-Real Madrid sin todavía haber
asimilado bien la derrota por 2-0 de Osasuna en el campo del Levante. Cisneros
fue confesor de la reina Isabel desde 1492, fue arzobispo de Toledo en 1495 y
fue inquisidor general de Castilla y cardenal en 1507. Cisneros llevaba la
política inscrita en su ADN en una época en que el acrónimo ADN no significaba
lo que significa hoy sino que significaba A DIOS NAVARRA (ADN). Y así fue. Con
Cisneros infiltrado entre las bambalinas del poder detentado por los Reyes
Católicos, Navarra dijo adiós a su
independencia y se incorporó a la corona de Castilla. Cisneros se hizo cargo de
la regencia en dos ocasiones (1506-1507
y 1516-1517). En el único terreno en el
que Cisneros fue no solo un hombre medieval sino incluso premedieval fue el
religioso. Su capacidad para el exterminio de árabes en Granada y quemar públicamente coranes musulmanes batió
récords históricos. Por otra parte, reformó la Iglesia, fundó una de las
universidades más importantes de su época, la de Alcalá de Henares, y fue el
alma en la creación del equipo que, hace exactamente 500 años, publicó la
Biblia Políglota Complutense.
Entre los muchos aciertos que tiene Cisneros,
el cardenal de España hay que incluir también una frasecita que no deja de
resultar cómica. Escribe Joseph Pérez que la reordenación que impusieron los
Reyes Católicos implicó un régimen en el que el rey, en virtud de la teoría del
poder real absoluto, que hereda de Dios, asume el solito la dirección de toda
la política del reino. Y dice textualmente Pérez: "Se trata de un régimen no
precisamente absolutista, sino más exactamente autoritario". Hagamos una simple
pregunta: ¿la dictadura de Franco, en la que, todas las mañanas, le teníamos
que pedir permiso al caudillo incluso para dar los buenos días a nuestra madre,
fue una dictadura o fue simplemente un régimen autoritario? En la entrada "Franco
Bahamonde, Francisco" el historiador Luis Suárez tampoco habló de 'dictadura'
sino de régimen 'autoritario' y levantó una fortísima polémica. Obviamente, a los dos historiadores se les ve
la firme voluntad de exculpar el absolutismo y la dictadura de sus adorados
líderes.
Alterno la lectura de Cisneros, el cardenal de España - un
libro, reparos aparte, espléndido -- con la lectura del magnífico libro Vivos en el averno nazi ( Crítica) de
Montserrat Llor Serra. La autora fue a
la busca de los últimos supervivientes españoles de los campos de concentración
de la segunda guerra mundial. Las entrevistas a 23 supervivientes son
impresionantes. La valentía de Montserrat Llor Serra para ocuparse de estas
historias es suprema. Se merece dos estatuas: una en Barcelona - es catalana -
y otra en Madrid.
Lanzado ya por la vía de las
crudezas asisto en el madrileño Café Libertad, 8, a la presentación de la
novela El gran juego de José Romero "Romel" publicada por Pigmalión.
Romero es policía municipal del ayuntamiento de Madrid. José Menéndez Hernández
escribe en el prólogo que José Romero, en su ágil narrativa, explora con gran
precisión los sentimientos de sus personajes y analiza bien las emociones de su
personaje Durán y de sus sucesivas 'partenaires' sexuales.
Ah, la filipina Isabel Preysler, tan buena
para bautizar a los hijos, tiene las raíces de su árbol genealógico... ¿dónde?
¿Dónde iba a ser?: según la excelente periodista María Eugenia Yagüe, en Navarra, la reina de los bautismos.
Sexo,religión y fútbol para hacer reir al
lector en los 'Cuentos reunidos', publicados por Pigmalión, de nuestro
colaborador Ramón Irigoyen