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Discreto encierro de Juan Pedro y mal El Cid y El Fandi

Del Álamo, feliz con la oreja que cortó
Del Álamo, feliz con la oreja que cortó

San Isidro: oreja de poco peso para Juan del Álamo en una tarde muy desapacible y de escaso contenido.

miércoles 21 de mayo de 2014, 23:48h
Con tres cuartos de entrada en los tendidos, se lidiaron 6 toros de Juan Pedro Domecq, serios y armados por delante, pero de desigual remate y hechuras con varios muy justitos; y de poco fondo y casta en general. Se salvaron 2º y 3º, mejores en la muleta. Inválido el 4º. El Cid: silencio en ambos. El Fandi: silencio tras aviso y silencio. Juan del Álamo: oreja y silencio. Tradicional Corrida de la Prensa. 21 de mayo.
El ambio de tiempo que padecemos estos días en pleno San Isidro ha sido brutal y nos ha pillado bastante desprevenidos. Aunque, ya se sabe: "hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo". Pues así, en una tarde marcada por una climatología de lo más inestable y desapacible, llegaron las 7 en punto y sonaron clarines y timbales para una nueva edición de la Corrida de la Prensa, uno de los festejos más tradicionales del año en Madrid. Pero esta vez el cartel no era acorde para tan señalado día. La Infanta Elena y los vips si vinieron, pero no las figuras ni toreros del clavel. Un joven emergente, Juan del Álamo, era el máximo atractivo para el aficionado...eso lo dice todo.Y al final el más joven de la terna fue el que se llevó el gato al agua. 

Cortó una orejita de su primero tras una faena en la que no convenció como en su primer paseíllo en el abono. En esa ocasión, a primeros de feria, y ante un sobrero de El Vellosino, si obtuvo un apéndice de peso. Esta vez, Del Álamo volvió a aprobar en actitud y disposición, pero no en lo fundamental. A su toreo le faltó gusto y remate, ejecutando series de muletazos en las que bajó la mano, pero retorció la figura y abrió el compás en exceso. Además, despidió continuamente al animal hacia afuera y no hacia adentro como mandan los cánones. Toreo de El Juli cien por cien que en Madrid no termina de encajar y que provocó algunas voces de desaprobación. Pero la gente estaba con él y tras una buena estocada que cayó arriba le pidieron la oreja y el usía la concedió. Tan sólo protestas del Tendido 7 y otra vez Juan del Álamo puntúa en pleno San Isidro. Eso sí, sin rotundidad y dejando dudas. 

Si ese tercero fue un astado al que si bien no le sobraban las fuerzas, aguantó y sacó cierto fondo en el último tercio, además de una gran fijeza; el que cerró plaza ya fue otra historia. Toro grandón, feo y sacado de tipo de no humilló nunca y que llegó a la muleta moviéndose sin clase primero, para después acabar totalmente desfondado y parado. Poco pudo hacer ante éste el salmantino.El otro toro con posibilidades del encierro (el mejor) fue el segundo, que cayó en manos de un David Fandila "El Fandi" que, una vez más, volvió a hacer lo que sabe, es decir, nada lucido y digno de reseña. Bueno, sí, el granadino podríamos decir que firmó en su primer trasteo todo un monumento a la vulgaridad. Ramplón, simple, destemplado... no aprovechó las virtudes del bonito y serio melocotón que tuvo delante. Ese animal, además de calidad y movilidad, tuvo tanta fijeza como prontitud. 

Los trapazos de El Fandi 

Ya lo había apuntado galopando con potencia en el ventajista tercio de banderillas de su matador y lo confirmó poco después. Además, el de Juan Pedro aguantó estoico los centenares de trapazos del Fandi. Y si mal estuvo con la franela, peor con la seda en dos quites (¡los dos por chicuelinas!) ejecutados a la velocidad de la luz. Con ese buen segundo se alargó, pero gracias a Dios con el quinto nos alivió abreviando ante el escaso fondo y poder de su oponente. A este, por cierto, (para rematar su torerísima actuación) lo pasaportó de un bajonazo.

Y El Cid...qué decir de El Cid. Que no está, ni se le espera. Torero antaño glorificado con justicia por los aficionados, ahora deambula como alma en pena que quiere, pero no puede. Todo su valor se terminó y para eso, señores, no hay recambio posible. Con el serio y muy armado cuarto, que era un auténtico inválido, consiguió taparse un poco, pero en el primero, otro animalillo noble y debilucho, pegó un soberano petardo. Ni una vez aguantó en el sitio, con las rodillas arqueadas y el corazón encogido. Quién te ha visto y quién te ve Manuel Jesús.
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