El presidente del BCE aprovecha cualquier oportunidad que se le presente para insistir en que los gobiernos deben hacer reformas. Ayer lo hacía en Nápoles, justo un día antes del consejo de gobierno del BCE que se celebra hoy en esta ciudad. Volvía a instar a los gobiernos de la zona euro a hacer su parte para impulsar el crecimiento económico a través de reformas estructurales, indicando que la política monetaria en solitario no era suficiente para recuperar la confianza e impulsar las inversiones. Incluso marcó algunas indicaciones, al señalar que la política monetaria podría desempeñar un papel a la hora de incentivar la inversión al reducir el coste del capital, pero los gobiernos tienen que asegurar que los beneficios de las empresas no se reducen al subir impuestos o por regulaciones innecesarias. Algunos países de la zona euro pueden haber encontrado en las declaraciones del presidente del BCE una buena justificación para sus decisiones presupuestarias del próximo año. Francia desafiaba ayer a sus socios europeos al presentar un proyecto de ley de presupuesto para el 2015 en el que retrasa en dos años la reducción de su déficit público a los límites marcados por la Unión Europea debido a la fragilidad de su economía. La noticia se conocía unas horas después de que Italia indicara que también planea ralentizar el ritmo de reducción de déficit para intentar evitar otro año de recesión. La respuesta de Alemania, la prevista. Su canciller declaraba que no se debía tomar a la ligera la reconstrucción sólida de las finanzas públicas.
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