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El dedo y la luna

El dedo y la luna

martes 21 de abril de 2015, 15:08h
Como las cebollas, el "caso Rato" tiene muchas capas. La más superficial y también la más escandalosa es la propia naturaleza del hecho que convierte a todo un ex vicepresidente del Gobierno, ex ministro de Economía y Hacienda y ex director del FMI en reo de detención ante la abundancia de indicios de haber perpetrado varios delitos de naturaleza económica. Incluido un supuesto alzamiento de bienes de carácter "preventivo", para anticiparse a posibles embargos derivados de las responsabilidades contraídas cuando fue presidente de Bankia. Rato ha negado este extremo, pero los datos que se han filtrado acerca de los movimientos recientes de algunas de sus empresas radicadas en Gibraltar le desmienten. Será tarea de la Fiscalía Anticorrupción establecer la veracidad de los hechos.

Lo que nadie puede desmentir es que quien lo fue todo en el PP cuando era el "número dos" del Gobierno Aznar, está en el ojo del huracán por "méritos" propios. No es de recibo que quien no hace tanto reclamaba diligencia a los ciudadanos para cumplir las obligaciones fiscales, ahora esté en la órbita de quienes disponen de dinero fuera de España sin declararlo ante el Fisco. Por eso se acogió a la vergonzosa amnistía fiscal del 2012. Como vergonzoso resulta desde una perspectiva ética y democrática que la lista de los defraudadores permanezca  secreta.

 El artículo de la Ley Tributaria que protege la identidad de quienes actúan de manera delictiva, es a todas luces un escarnio. Como lo es que en determinados medios de comunicación, el debate abierto por el caso, en vez de girar alrededor del escándalo que supone que quien llegó a lo más alto se atreviera a engañar al Fisco estén enredando y dando vueltas acerca de sí hubo o no intencionalidad política en la filtración de la noticia y la hora en la que la policía iba a registrar la casa y el despacho de Rodrigo Rato.

Quienes se fijan en el dedo que señala la Luna lo que tratan de decir es que lo de menos es que todo un vicepresidente del Gobierno de España sea un presunto delincuente al que le pueden caer una veintena de años de prisión. Lo importante -para - es sembrar cizaña señalando que hay una mano negra (ministerial) manejando los hilos de la trama. ¡Qué país!
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