Se confirmó el puzzle ibérico
lunes 25 de mayo de 2015, 00:08h
Escribo este artículo cuando aún no se ha escrutado el cien
por cien de los votos de las elecciones municipales en Andalucía, pero los
porcentajes dan a entender que se confirma el supuesto puzzle en el que se va a
convertir la política española a partir de este lunes, 25 de mayo. Lo primero
que hay que dejar claro es que los españoles, y por ende los andaluces, han
salido como gato escaldado del bipartidismo y de las mayoría absolutas y han
optado claramente por gobiernos dialogantes en los que los pactos y los
acuerdos van a ser claves para su formación. Para ello ha sido fundamental, por
un lado, el desgaste del PP, y por el otro la carencia de liderazgo del primer
partido de la oposición, el PSOE. Ambos han pagado los platos rotos de una
forma de hacer política que no le gusta a buena parte de los ciudadanos. Y
ambos, pese a volver a ser las fuerzas más votadas el 24 de mayo, van a verse
obligados a reconsiderar esa prepotencia, esa autosuficiencia con la que han
jugado con el electorado en los últimos años. El puzzle municipal y autonómico
que augura unas generales en el mismo sentido nos lleva a contemplar nuevos
escenarios en los que las cesiones y el do ut des va a ser fundamental para
lograr la necesaria estabilidad que necesitan en estos momentos las
corporaciones locales y los ejecutivos autonómicos.
Llega ahora el turno de las negociaciones en las que los dos partidos
emergentes, Podemos y Ciudadanos, se han hecho con la llave que va a abrir
muchas alcaldías y presidencias de comunidades, incluida, claro está, la
andaluza de Susana Díaz, que dos meses después del 22M, aún sigue en el alero.
Esperemos que las conversaciones y negociaciones sobre la investidura de la
presidenta andaluza no sirvan de ejemplo en los cientos de ayuntamientos con
mayorías relativas porque, si no, mucho me temo que los ciudadanos de las
capitales y los pueblos vamos a tener que pagar el pato del lío que nosotros
mismos hemos creado con nuestros votos.
La clave de lo que puede ocurrir en el futuro, y me refiero a las generales de
finales de año, es la postura que adopten los dirigentes de Ciudadanos y
Podemos en sus apoyos a unos u otros. Porque, claro, si resulta que Podemos
opta por apoyar gobiernos del PSOE, más afines ideológicamente, en aquellos
lugares donde tiene la llave, la gente puede decir que ha desperdiciado su
voto. Y lo mismo le puede ocurrir a Ciudadanos con el PP. Por ello, tanto Pablo
Iglesias como Albert Rivera tienen que tener muy claro con quien se juegan los
cuartos en las próximas semanas porque podría pasarles, si se mojan demasiado,
lo que le ha ocurrido a la UPyD de Rosa Díez, que pase del cielo al suelo en un
abrir y cerrar de ojos. Y naturalmente, ahora les toca mojarse porque hasta el
momento solo se han dedicado a las meras palabras y a las promesas
populacheras. A partir de ahora toca cumplir lo prometido y que los ciudadanos
juzguen si es verdad o no lo que defienden en sus programas. Ahí los quiero
ver.
Por lo demás, constatar que el PP sigue perdiendo paulatinamente apoyos y que
el fracaso de Juanma Moreno hace dos meses en las elecciones andaluzas no era
sino un primer aviso de la muerte anunciada del partido de Rajoy. Que Juan
Ignacio Zoido haya perdido en Sevilla nada más y nada menos que ocho de sus
veinte concejales es un ejemplo paradigmático de lo que le ha ocurrido a sus
colegas en el resto de las capitales andaluzas, salvando esa excepción que
confirma la regla y que se llama Paco de la Torre en Málaga. Es posible que el
PP consiga mantener algunas plazas como Almería, Granada e incluso Sevilla,
pero para ello va a tener que arremangarse las faldas para negociar acuerdos con
los muchachos de Rivera. Habrá que esperar pacientemente a que se calmen las
aguas electorales. Ya veremos por donde respira cada uno. Eso sí, me da a mí
que la investidura de Susana Díaz, está, valga la redundancia, cada día más
cerca.