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Nueva Política y maquillaje 'todoacién'

jueves 04 de junio de 2015, 19:26h

A veces los habitantes monclovitas me parecen de otro planeta, quizás lo sean. Escuchar a los mandamases del PP o del gobierno decir cosas de tanta enjundia como que “el PP ha ganado las elecciones” o que “tiene que gobernar la lista más votada” me haría sonreír si estuviéramos hablando de Surinam o de Ruanda.

Ganar lo que se dice ganar unas elecciones, solo las gana la ciudadanía. Aclarada la obviedad, en los países parlamentaristas con sistema proporcional (el nuestro no lo es aunque lo parezca: la proporcionalidad es contraria a que un voto valga más en Soria que en Madrid o que un escaño del PP suponga menos votos que uno de C’s, un poner, o que el mismo número de votos beneficie a CiU y castigue a IU), las elecciones las “gana” quien consigue gobernar, bien por mayoría absoluta, bien aunando fuerzas hasta sumar los escaños suficientes: que 1 de cada 4 votos haya optado por el PP significa, fíjate tú que cosas, que 3 de cada 4 ciudadanos les ha rechazado y si este 75% se pone de acuerdo, pues va y forma gobierno.

Y es entonces cuando salen en tromba corifeos y turiferarios de lado y lado del PP –Moncloa y Génova- para que Podemos y C’s no hagan lo que tienen previsto hacer. Que Ada Colau hubiera tenido que aceptar la independencia de Catalunya para que Oriol Junqueras, republicano y de izquierdas, la apoyara en la investidura era ridículo; que C’s tuviera que renunciar a su código ético para que Cristina Cifuentes y el PP gobiernen Madrid, es de la misma especie.

Entiendo que yo no soy de la cuerda de Rajoy, pero la campaña contra Albert Rivera tachándole de soberbio, moralista y hasta cuáquero solo por no aceptar “un par de casos” de corrupción que además “no los nombró Cifuentes”, como si eso borrara que son parte del manzano podrido, tiene un sospechoso regusto acibarado a Vieja Política, como negarse a recibir a Pablo Iglesias en Moncloa, error político, gubernativo y estratégico del tándem Moragas-Rajoy que se les acabará atragantando. La prueba del Nueve es que tanto Figar como Victoria se han ido a casita en horas 24 y Rivera sigue haciéndoles pedorretas a los del PP porque la limpia no es aún suficiente (y eso que se les supone "amigos"): ¡Más madera, es la guerra!

Que el presidente de todos los españoles no quiera recibir en Moncloa a los líderes de Podemos es exactamente el reverso de la reunión de Manuela Carmena con Goirigoizarri, rápida, sin aspavientos y con explicación pública y tranquila frente a los periodistas. La política rancia del PP se encastilla e intenta tapar que la reunión del presidente con C’s fue un fiasco en el que Rivera le dijo de todo que menos bonito.

Por su parte, el PSOE se aggiorna, sin humildad pero a zancadas y pronto veremos que solamente el PP queda aislado allá, en lo montano, pues por más cambios y transformaciones que anuncie para antes del verano –o sea, para dentro de unos días pero después de la constitución de consistorios el 13-, difícilmente será capaz de drenar las cloacas interconectadas que van de Valencia a Santiago pasando por Madrid, la muralla medieval de Pamplona, Logroño y alguna que otra escapada a Canarias, eso sí, con cargo al erario público. Seguramente la cosmética hará que parezcan jóvenes y hasta limpios, pero bastará acercarse para ver las señales de la gangrena y la roña tras las orejas.

Los nuevos modos de Carmena, de Colau, de Oltra, de Rivera, de Echenique y el necesario y aliviador contagio del PSOE muestran un cambio profundo. Y a la zaga pero respirando aún, IU se mueve hacia un acuerdo macro y marco con Podemos. Ojalá la cosa, más que estancarse ahí, evolucione hacia un pacto social, un frente cívico como lo ha llamado Julio Anguita, capaz de aglutinar a todas las fuerzas de progreso frente a los manilargos, bien amalgamados y con anclajes a los dineros públicos aparentemente imposibles de romper. Un año apasionante sin duda, del que podremos hablar a nuestros nietos: los nuevos traen aire fresco y un mucho de esperanza para que en España abandonemos la politiquería y empecemos a hacer política.
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