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El pacto de los gatos

El pacto de los gatos

jueves 11 de junio de 2015, 20:52h
El pacto de los gatos
Ayer jueves 11 de junio se firmó a la taurina hora de las cinco de la tarde el “Acord del Botànic”. El pacto programático de la izquierda de la Comunitat Valenciana, teatralizado en el precioso Jardín Botánico de la capital valentina. Un escenario conocido por la grandes y libres colonias felinas, y por tanto muy acorde ante las primeras propuestas conocidas del flamante Joan Ribó, alcaldable del tripartito para la ciudad de Valencia, y que pretende declarar la ciudad como libre de espectáculos que contengan maltrato animal, además de inaugurar un programa para alimentar las colonias de gatos del municipio…

Para que se entienda desde la villa y corte, dónde se utiliza un paradigma equivocado al relatar lo que sucede en el territorio valenciano en cuanto los pactos a vislumbrar: el PSPV-PSOE ha perdido 700.000 votos y diez diputados autonómicos, siendo su cabeza de lista Ximo Puig un histórico del socialismo patrio en estas latitudes, desde los tiempos del alumbramiento de la autonomía junto al mítico Joan Lerma; Compromís es el conglomerado formado por el antiguo Bloc Nacionalista Valencià y la escisión de Esquerra Unida denominada Iniciativa del PV (con una correlación de fuerzas a nivel orgánico del 80% para el Bloc y el 20% para Iniciativa, ecologistas y demás –donde se sitúa la enfática Mónica Oltra-); y Podemos, como buen partido centralizador, que sí cumple con la definición igualitaria del resto de su organización en todo el país.

Compromís, y su marca mediática Mónica Oltra, ha sacado casi medio millón de votos en las elecciones autonómicas, y además ha logrado concordar con Podemos y su líder Antonio Montiel ir a una al respecto de las negociaciones para conformar el gobierno de la Generalitat, contra los socialistas valencianos. Es por ello que Oltra se erige como candidata indiscutible a presidir el Consell, ya que representa la opción emergente que quiere capitalizar el cambio materializado en las urnas, y por contar también con el apoyo y la conformidad del partido de Pablo Iglesias.

Hasta aquí todo hubiera sido normal y, ante la incomparecencia del Partido Popular de la CV como fuerza más votada en todas y cada una de las instituciones valencianas para erigirse como líder impulsador de posibles mayorías de gobierno en los principales ayuntamientos de la comunidad y también en las Corts Valencianes, la lógica numérica y democrática se habría impuesto sin más entre las fuerzas que se otorgan protagonistas del cambio necesario. Pero desde el minuto uno se ha escenificado todo lo contrario, para perplejidad y desespero de la ciudadanía valenciana.

El miércoles 10 de mayo pasará a los análes de la intrahistoria política autonómica valenciana como el día del despropósito. Un destarifo, como decimos por aquí… La izquierda llevaba días predicando que lo primero era aunar un programa de gobierno en común, que primero era el qué y luego ya se vería el quién, y demás liturgia pactista para ir tensando el nudo escenográfico que nos deparara el desenlace final esperado, pero el libreto se rompió. El guión de Mónica Oltra de presentarse como candidata irrenunciable a ocupar la presidencia del gobierno autonómico, con la connivencia versátil de Podemos, hizo que los socialistas valencianos, ese infausto día, rompieran las negociaciones y viraran sus cañones cargados de parabienes hacia Ciudadanos, el otro nuevo partido centralizador que ocupa las orillas opuestas a Podemos, y que asistía aturdido a la puesta en escena del tripartito valenciano.

El PSPV anuncia que ha llegado a un acuerdo de constitución de la Mesa de las Corts con Ciudadanos, poniendo el cerrojo así a la triple entente de izquierdas y augurando un factible pacto de investidura a dos. Pero aún no había acabado esa rueda de prensa de los socialistas y ya los de Albert Rivera desautorizaban ese anuncio… aunque después lo volvieron a matizar, marcando como conditio sine qua non que cesara el apoyo en la capital valenciana de los socialistas al candidato de Compromís Ribó, el de los gatos… Todo esto hizo que en las excesivamente cacareadas redes sociales se incendiara un fuego fatuo arrasador de todos los avances que días atrás habían enunciado los formantes del pacto de izquierdas.

Que si el PSOE es un traidor, que si el ejemplo de Susana Díaz manda mucho, que si Pedro Sánchez imponía la entente cordial con Ciudadanos… Éstos, mas aturdidos que estupefactos, también han aportado a esta loca hoguera de las vanidades, dando su ínclita candidata Carolina Punset pasos en falso y al minuto siendo desautorizada por su cúpula instalada en Barcelona vía Tweet, o cargando contra Compromís de una manera inmisericorde y decimonónica –aplicando el sesgo del soberanismo catalán en estas tierras valencianas, el cual ni está ni se le espera- y a la par expulsando a ediles por doquier, de ese ejército de aluvión que configuró a marchas forzadas y sin cortapisa alguna, por explicitar su apoyo a mayorías municipales dónde figurara su partido anatema, el de Mónica Oltra.

Con todo, siguió desarrollándose la opereta, con citas convocadas y desplantes sonoros, hasta que ya de madrugada se alcanzó un principio de acuerdo para situar a un socialista como presidente de las Corts Valencianes, siendo la vicepresidencia para Compromís, el premio de consolación que Oltra le ha reservado a su partenaire en su coalición y líder del Bloc, Enric Morera. Así pues podía producirse la constitución de la cámara autonómica, la cual tuvo lugar ayer jueves por la mañana, con gesto de culebrón incluido: el abrazo de Vergara entre Puig y Oltra en medio del hemiciclo y ante una nube de fotógrafos. Más bien el abrazo del oso, con el cual acabará el PSPV como el PASOK griego, al borde del abismo… Que Oltra es única en estas operaciones estéticas, ya se cargó las sucesivas escisiones de Esquerra Unida, jubilando a su líder natural, la histórica Gloria Marcos, y también ha tenido la habilidad de amortizar a las primeras de cambio al dirigente del Bloc y a todo un partido que representa la mayoría en su coalición.

Y los ciudadanos de la Comunitat Valenciana, pensando que si esto es la nueva política apaga y vámonos, asistiendo a un sainete propio del gran Bernat y Baldoví. Estamos seguros que no será el primero, tomemos asiento pues. Y mientras, eso sí, demos de comer a los gatos.

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