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El origen de la fortuna de Pujol sigue sin aclararse, al año de su confesión
(Foto: EFE)

El origen de la fortuna de Pujol sigue sin aclararse, al año de su confesión

sábado 25 de julio de 2015, 11:23h
Un año después de la carta de confesión con la que el expresidente catalán Jordi Pujol dinamitó su legado político, la justicia sigue encallada sin dilucidar el origen de su fortuna oculta, con la esperanza de que Andorra arroje luz y facilite el historial de movimientos bancarios de la familia.
En un comunicado de apenas folio y medio remitido a los medios la tarde del 25 de julio de 2014, el que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años y fundador de CDC asestó a la política catalana una de las mayores sacudidas de la historia democrática de Cataluña y descubrió los pies de barro de la figura de prohombre de la patria catalana en que se había erigido.
En la carta, rubricada con su firma, Pujol asumía que su mujer y sus siete hijos tuvieron ocultos durante décadas "unos dineros ubicados en el extranjero" procedentes de una herencia de su padre Florenci que, "lamentablemente", la familia nunca había tenido tiempo de regularizar.
No tardó en saberse que los fondos que Florenci dejó a sus nietos -según la versión de Pujol- ascendían a 140 millones de pesetas y estuvieron depositados en la banca andorrana, primero en Andbank y después en la ahora intervenida Banca Privada de Andorra (BPA).
A los días de tamaño escándalo, Pujol renunciaba a sus prerrogativas como expresidente y su condición de "Muy Honorable", mientras CDC iniciaba un proceso para desembarazarse del lastre que el pujolismo cargaba a sus espaldas -díez días antes de la confesión, su hijo Oriol había abandonado la dirección del partido- y exhibir "tabula rasa" ante futuros escenarios electorales.
Desde entonces, tanto la justicia como los partidos, en una comisión de investigación que se ha prolongado durante meses en el Parlament, han tratado de indagar en el origen de la fortuna oculta y disipar las sospechas de corrupción que el propio expresidente catalán alimentó en su carta de confesión.
La declaración como imputados de Jordi Pujol, su esposa Marta Ferrusola, y sus hijos Jordi, Mireia, Marta y Pere apenas ha servido para disipar las incógnitas que sobrevuelan el supuesto legado de Florenci Pujol, una actitud que motivó que la juez reprochara a la familia su "falta absoluta de voluntad de cooperar" para esclarecer el caso.
El expresidente de la Generalitat explicó a la juez que la herencia procedía del intercambio clandestino de divisas a que su padre se dedicó durante el franquismo y esgrimió una carta manuscrita dirigida a su esposa en la que Florenci Pujol aludía al presunto legado familiar, pero hasta el día de hoy no ha aportado esa misiva al juzgado.
Su primogénito Jordi, que gestionó la fortuna familiar entre los años 1990 y 1992, detalló que los fondos crecieron hasta los ocho millones de euros -repartidos a partes iguales entre la madre y los hermanos-, tras invertirse en "láminas de titularidad opaca", pero tampoco aportó documento alguno, alegando que llevaba las cuentas de la familia en "un papelito".
Tras resultar infructuosos los tanteos a posibles testigos que puedan aportar datos sobre el origen del dinero, las esperanzas de la juez y la Fiscalía Anticorrupción están depositadas ahora en las autoridades andorranas, a las que el pasado mes de marzo la juez pidió por tercera vez una comisión rogatoria para acceder a los movimientos bancarios de la familia, alertando que sus fondos pueden proceder de "abusos de la función pública".
La defensa de los Pujol, ejercida por los abogados Cristóbal Martell y Albert Carrillo, espera la reacción de Andorra sin inquietud alguna, convencida como está de que no existen pruebas que vinculen el patrimonio de la familia con su función como presidente de la Generalitat.
Además, sostienen los letrados, los fondos en el extranjero fueron correctamente regularizados y repatriados, por lo que creen que su ocultación durante décadas tampoco constituiría un delito de fraude fiscal. "Todo lo demás es espectáculo y linchamiento, en cuyo ámbito, la defensa jurídica de la familia Pujol no entra, ni debe entrar", mantiene Cristóbal Martell.
El desfile de los Pujol ante la comisión de investigación creada en el Parlament -ni siquiera las más de cinco horas en que su primogénito se prodigó ante los diputados en su antológica comparecencia- tampoco sirvió para aclarar dudas, más allá del intercambio de reproches políticos.
En algunos casos encerrados en un firme silencio, en otros explayándose en una verborrea que dejó atónitos a los diputados, todos los Pujol se escudaron en el proceso judicial en curso para eludir las preguntas comprometidas. Mientras, la sociedad catalana asistía en directo al declive de una de sus legendarias familias y el Parlament finalmente reprobaba al expresidente.
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