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El disco como obra de arte: La vuelta del disco conceptual
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El disco como obra de arte: La vuelta del disco conceptual

jueves 30 de julio de 2015, 11:32h

¿Se acuerdan de ‘Sgt. Pepper’s? ¿de las Óperas Rock? ¿del Muro? En definitiva, ¿se acuerdan de los discos conceptuales? Pues en el siglo XXI han vuelto con fuerza y lo han hecho de la manera más heterogénea, tocando palos tan diversos como el folk, el hip hop o, incluso, el punk.

En estos tiempos de Spotify y iTunes, de canciones sueltas y YouTube, los discos intentan sobrevivir como pueden y para ello ha vuelto un formato que parecía olvidado y denostado, el disco conceptual. Una obra unificada por una historia o concepto, ya sean baladas sobre la Gran Depresión, canciones para amantes con swing o la historia de un chico sordo y ciego. Los discos conceptuales subliman el disco como forma de arte, como producto a consumir de una sola vez y no por piezas.

Esto viene de mucho tiempo atrás, ya en los 40, Woody Guthrie sacó su ‘Dust bowl ballads’ en el que cantaba historias de la Gran Depresión. Eso sí, fue el jazz el primero en ver la importancia del nuevo formato de larga duración, con Miles Davis o Coltrane grabando discos unificados por un tema, ya fuesen ‘viñetas sobre España’ u oraciones hacia el amor supremo a Dios. Líricamente fue Frank Sinatra el que comenzó a sacar discos unidos por un mismo concepto, clásicos como ‘In the wee small hours’, donde ‘la Voz’ suspiraba por su ruptura con el ‘animal más bello del mundo’, Ava Gardner.

En el rock fue a mediados de los 60 cuando se comenzó a apreciar al disco como forma de arte en contraposición con los singles, que habían sido el formato más popular hasta la fecha. El disco clave fue ‘Pet Sounds’ de los Beach Boys, o mejor dicho, de Brian Wilson. El genio californiano había quedado boquiabierto con el ‘Rubber Soul’ de los Beatles. Un disco completo en el que no había canciones de relleno. Como respuesta decidió grabar un disco unificado, desde la producción a las letras, cortesía de Tony Asher. A pesar de que no sigue una historia lineal, muchos vieron en 'Pet Sounds' el primer disco conceptual. Fue, además, la gran influencia del ‘Sgt. Pepper´s’ con el que los Beatles intentaron responder a la magna obra de Wilson. Este tampoco tenía una historia fija, pero estaba concebido como una obra única desde su famosa portada, en la que aparece la famosa banda de corazones solitarios. El disco comienza con la presentación de la misma y da paso al cantante, Billy Shears, que es el encargado de cantar 'With a little help from my friends'. Si a esto le sumamos una segunda cara en la que los canciones se suceden sin pausa y una penúltima aparición de la banda para despedirse, podemos considerar a 'Sgt. Pepper´s' como una obra conceptual.



Su impacto fue total y los discos conceptuales se pusieron de moda. Aparecieron ‘S.F. Sorrow’ de los Pretty Things, en el que ya se contaba una historia, y 'Arthur, or the decline of the British Empire' de los Kinks. Pero, sin duda, el que consolidaría el asunto y le añadiría el pomposo título de Opera Rock sería el ‘Tommy’ de los Who. Los 70 se llenaron de discos conceptuales; desde obras maestras como 'The Rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars' de David Bowie, el 'Melody Nelson' de Gainsbourg o la tetralogía de Pink Floyd, ‘Dark side of the moon’, ‘Wish you were here', 'Animals' y 'The Wall'; a horrorosas y pomposas cosas como los 'Robotos' de Styx. Era lógico que con la llegada del punk, lo del disco conceptual cayese en desuso. Se veía como otra muestra anquilosada de las vanas pretensiones de los dinosaurios del rock. Aun así, hubo excepeciones, como el magistral 'Zen Arcade' con el que Husker Dü desbordaban los límites del hardcore.

Pero a finales de los 90 Radiohead, un grupo que le debía mucho a Pink Floyd, se destapó con un disco, 'Ok Computer', en el que había una continuidad entre las canciones y que parecía tratar sobre la alienación en medio de un mundo totalmente tecnológico y digital. Su continuación, 'Kid A', no tuvo singles ya que la banda quiso que se escuchase como un todo. 'Kid A' volvía a tratar sobre el mismo tema y lo hacía además añadiendo mucha más tecnología a la mezcla. El tremendo impacto de ambos, unido a la experimentación sonora del último marcó la pauta de la música en el siglo XXI y volvió a abrir la marmita de los discos conceptuales.

En 2002 aparecía 'Yoshimi battles the pink robots' de los Flaming Lips. Un disco en el que la lucha entre humanos y máquinas no era una metáfora, sino un combate de karate a muerte. El disco daría para un gran cómic o incluso una película manga. Claro que lo que daría, como mínimo, para una trilogía es la obra completa de Janelle Monae. La artista ha sacado un EP y dos discos que giran sobre su propio personaje, Cindi Mayweather, una androide que es enviada de vuelta al pasado para liberar a los habitantes de Metrópolis. Una mezcla volcánica de ciencia-ficción, Fritz Lang, Ziggy Stardust, Prince y Outkast que se encuentra entre lo mejor de lo que llevamos de siglo.



Claro que si lo de Janelle es la ciencia-ficción los discos conceptuales de hip-hop podrían estar dirigidos por Quentin Tarantino. Kendrick Lamar ha sacado uno de los discos más importantes del género con 'good kid, M.A.A.D. city'. Una historia que, como en las películas del creador de 'Pulp Fiction', se va hacia delante y hacia atrás y que cuenta las vicisitudes del joven Kendrick creciendo en uno de los barrios más peligrosos de Los Ángeles, Compton. Su continuación, ‘To pimp a butterfly’ amplía su paleta, su disco ya no es una película sobre Compton, sino una enciclopedia sobre la historia, la música y la lucha de los negros norteamericanos. Claro que si hablamos de historias de 'gangsters' pocas voces más auténticas que la de Ghostface Killah. El miembro más en forma de Wu Tang Clan nos ha dejado 'Twelve reasons to die'. Un disco ambientado en Italia durante los 60 en el que su alter ego, Tony Starks, trabaja para la familia mafiosa De Luca. Tras enamorarse de la hija del jefe es asesinado y convertido en 12 vinilos que al sonar hacen que resucite, convertido ya en Ghostface Killah, para buscar venganza. La película podría ser una mezcla explosiva entre Sergio Leone, películas blackexplotation y kung-fu. La banda sonora suena apropiadamente a una mezcla entre Morricone y Curtis Mayfield, producida por RZA.



Pero, más allá de películas, los discos conceptuales también pueden dar para musicales. Es el caso de 'Hadestown' de Anaïs Mitchell, un disco tan alabado por la crítica como desconocido para el gran público. En él se hace una adaptación de la tragedia griega de Orfeo, llevando sus escenarios al EEUU de la Depresión. Cuenta con un reparto de lujo, Mitchell como Eurídice, Justin Vernon de Bon Iver como Orfeo, Annie DiFranco como Perséfone y Greg Brown como Hades. También entra en este apartado, 'American idiot' de Green Day, su tributo a las Óperas Rock de los Who. El disco revitalizó la carrera del trío y terminó subiéndose a los escenarios de Broadway en 2009.

Como un homenaje a otra ópera rock, en este caso el ‘Zen Arcade’ de Husker Dü, se puede ver ‘The Most Lamentable Tragedy’ el disco de Titus Andronicus que sale esta misma semana. Los de New Jersey se han sacado de la manga un disco de esos que te devuelve la fe en el mejor rock and roll, tomando como modelos el seminal disco de los de Bob Mould y el ‘Exile on main Street’ de los Stones. La historia sigue las vicisitudes de un protagonista bipolar y esquizofrénico que se encuentra con su doble, todo bañado por un volcán musical en el que se pueden escuchar ecos de bandas como The Replacements, The Pogues (con versión incluída de ‘A pair of Brown eyes’), Thin Lizzy (en esas guitarras gemelas de ‘Fatal Flaw’), el Elvis Costello rey de la Nueva Ola (‘Mr. E Mann’ parece un single perdido de ‘Armed Forces’), los Dexy’s Midnight Runners (‘Come on, Siobhan’ solo se puede ver como un homenaje a ‘Come on Eileen’) o los propios Stones (‘Lonely boy’ sigue cosechando en los inagotables ‘Chuckberry fields forever’). Si estuviéramos en otros tiempos más favorables a los grupos guitarreros, este disco les convertiría en estrellas.



Pero no todo han sido historias entre los discos conceptuales del siglo XXI, también ha habido espacio para los que más que una historia siguen un concepto, como el loco de Sufjan Stevens que se propuso grabar un disco por cada estado de EEUU. Luego resulto ser una broma del cantautor indie pero, por el camino, entregó dos de los discos más bellos de la historia, 'Michigan' e 'Illinois'. También sobre un estado versa esa maravilla de rock sureño que es 'Southern Rock Opera'. Los Drive-By-Truckers decidieron escribir sobre Lynyrd Skynyrd, Alabama y lo que significa ser del sur en EEUU.

Claro que si hay un grupo que ha redefinido lo del disco conceptual en el siglo XXI es Arcade Fire. Los canadienses han ido montando cada uno de sus discos sobre algún tema en particular, las alegrías y tristezas de crecer en 'Funeral', una pesimista visión del mundo moderno en 'Neon Bible', en 'The Suburbs' sobre esos vecindarios de extrarradio que se terminan convirtiendo en cárceles sin muros y en 'Reflektor' sobre cómo madurar. Ninguno sigue una historia pero todos parecen concebidos como una única pieza. Se haría raro escuchar canciones de 'Funeral' en 'The Suburbs' o de 'Reflektor' en 'Neon Bible' y eso habla muy bien de sus autores.



Por último, quiero terminar con el único tipo de disco conceptual que nunca pasó de moda, el de las rupturas amorosas. Con ejemplos tan valiosos como el 'Blood on the tracks' de Dylan o el 'Rumours' de Fleetwood Mac, el siglo XXI tiene una buena representación dentro de este género, grandes discos de John Grant, Bon Iver o Beck. Pero me despido con un disco que acaba de salir, 'Vulnicura' de Björk. Una obra en la que la islandesa va relatando las distintas etapas del desmoronamiento de su relación de varios años con el padre de su hija. Las canciones vienen precedidas por anotaciones cronológicas, lo que le da aún más cohesión al disco. Construido sobre unos increíbles arreglos de cuerda, es el disco más personal y directo de la ex Sugarcubes. También el mejor desde el lejano 'Homogenic'. Un broche perfecto para un artículo que habla del "disco como obra de arte".
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